Sociedad

Atyla, el barco soriano que espera en Portugalete (Vizcaya) un nuevo sueño

El soriano Esteban Vicente construyó con maderas de pino de Soria este barco velero que ahora se vende por 500.000 euros

Rodrigo de la Serna a bordo de la goleta Atyla en Portugalete
Rodrigo de la Serna a bordo de la goleta Atyla en PortugaleteConcha OrtegaIcal

Su cubierta ha sido el escenario de grandes fiestas, aprendizajes para toda la vida, unas cuantas melopeas y, sobre todo, viajes cargados de sueños. Atyla, la goleta de velacho que descansa en la ría del Nervión en Portugalete (Vizcaya), fue el sueño de vida de un soriano: Esteban Vicente Jiménez (Soria, 1953) quien a finales de los 70 diseñó y construyó su barco velero con madera extraída de los bosques de Pinares. En un principio, el barco fue bautizado como Marea Errota y con él Esteban Vicente pretendía dar la vuelta al mundo tal y como hicieran Magallanes y Juan Sebastián Elcano en el siglo XVI.

De la historia de este visionario soriano y de su majestuoso barco de madera de pino Soria habla su sobrino, Rodrigo de la Serna quien, tras fallecer su tío, heredó no solo la embarcación sino el amor a la mar y a la vida náutica.

A finales de los 70, el soriano se había convertido en piragüista profesional; practicaba surf kayak; e incluso hacia escalada y otros deportes que por aquel entonces eran más minoritarios que ahora. Un día mientras practicaba surf kayak vio un barco escuela alemán. Lo siguió y habló con la tripulación. Fue en aquel momento cuando supo que quería construir un barco similar para aprender y enseñar a cientos de personas como es vivir en el mar.

En 1979, Esteban comenzó a diseñar su barco con los estándares tradicionales de los carpinteros de ribera. Unos meses y cientos de bocetos después, su diseño original recibió la aprobación del arquitecto naval Francisco Lasa Etxarri.

El soriano, rodeado de un grupo de amigos que le ayudaron a construir el barco, buscó árboles en diferentes bosques que tuvieran la forma apropiada para las cuadernas del navío. Para ello siguió las antiguas tradiciones, taló los árboles en la época adecuada del año y lo que es más importante durante la luna nueva.

De los pinos silvestres de los bosques sorianos extrajo los futuros mástiles. Llegó a necesitar mulas para bajar la madera del monte. “Un leñador cortó los pinos para los dos mástiles a la edad de 175 años. Un año cogió la concesión de la venta del puerto de Piqueras. Allí hicieron el diseño del barco, los interiores, el mástil. Fue un proceso largo. En Soria se sacaron mucho pinos y Vinuesa donó varios mayos que todavía se conservan. Los muebles y el suelo del mismo son de madera de pino Soria”, describe Rodrigo.

Además, de madera soriana de África se importaron varios troncos de madera de teka. Hicieron falta seis camiones para transportar la madera de Soria hasta el astillero de Lekeitio, donde se construyó.

En 1982 se llevaron las piezas de madera a la localidad costera, donde se construiría el casco y se ensamblaría todo. Atyla, por aquel entonces se llamaba Marea Errota, se botó finalmente el 15 de mayo de 1984. Participó todo el pueblo de Lekeitio y la prensa de todo el país habló de ello.

Esteban Vicente había encontrado un patrocinador para hacer la vuelta al mundo, pero desafortunadamente se retiró en el último momento y, por ello, el soriano decidió zarpar al Caribe para hacer con el Marea Errota rutas turísticas en velero. Antes de cruzar el Atlántico el barco fue saqueado y finalmente tuvo que arribar en las islas Canarias. Estuvo casi dos décadas en Playa Blanca (Lanzarote) desde donde se convirtió en un barco turístico que ofrecía rutas de un día e incluso animación para los niños pues se asemeja a un barco pirata.

En 2005 el Gobierno cántabro contrató los servicios de Esteban Vicente para que el barco representará a la región. Pasó a llamarse Cantabria Infinita. En la crisis de 2008 el Gobierno autonómico dejó de pagar la ruta que realizaba el barco para mostrar las bondades medio ambientales de la bahía de Santander.

El soriano se vio abocado a llevar a los tribunales al Gobierno autonómico, que llegó a decir que no prestaba el servicio contratado. Finalmente y tras sufrir una enfermedad neurodegenerativa, Esteban legaba el barco a su sobrino Rodrigo, quien le acompañó, desde su niñez, en muchos de los viajes que el Atyla ha hecho por el mundo.

“Cree la Fundación Atyla en 2016 y para que el barco fuera rentable fui a Ibiza donde se utilizaba para hacer fiestas. En 2013, cuanto tenía 23 años, hice el proyecto de barco escuela histórico para navegar por todo el mundo, Fuimos al mar Negro dos veces, estuvimos en Noruega, Dinamarca y Holanda. He cruzado el Atlántico, he estado en Bermudas, Boston y en Canadá un mes”.

El Atyla participó en 2013 en la Mediterranean Tall Ships Regatta 2013 organizada por Sail Training International (STI). Ese evento le recordó a Rodrigo a la meta de su tío 30 años antes y decidió dedicar el barco a actividades de formación. En 2014 Atyla comenzó a ofrecer viajes de aventura en los que cualquiera podía participar en las tareas a bordo.

“Los brunetes se apuntaban al viaje una semana, aunque en la travesía del Atlántico fue un mes. Buscábamos perfiles de gente que no ha navegado nunca. En esos siete días a bordo se les proporcionaba nociones de seguridad para sobrevivir; se les enseñaba sus tareas mínimas y a lo largo de las semana se les daba más actividad, mas conocimientos y más responsabilidades, Se apuntaba gente joven de todas las edades y con mentalidad de hacer una aventura educativa y de aprender cosas nuevas. El barco tiene capacidad para 24 pero ocho o nueve personas son tripulación, por lo tanto se embarcan en cada expedición 15 o 16 brunetes”, cuenta.

A pesar de lo idílico del proyecto actualmente está parado. Rodrigo reconoce que “no tiene la energía suficiente” para sacarlo adelante, ya que su mantenimiento requiere de trabajo diario y alrededor de 400.000 euros al año. Decidió que el ahora bautizado como Atyla, en honor al perro de su tío Esteban, descansara en la ría del Nervión pero no tiene un amarre digno y se ve abocado a ponerles numerosos neumáticos para que no encalle por las mareas. “Hay una asociación en Portugalete que ayuda a su mantenimiento en la medida de sus posibilidades. En un principio quería hacer por la ría actividades de poner velas y realizar travesías cortas a Gijón y Galicia, pero no es posible porque necesita ayuda institucional", reconoce.

Barco histórico por 500.000

Es por ello, que el barco histórico está en venta por 500.000 euros. Rodrigo estaría dispuesto a negociar con alguna institución que lo requiera para promocionar su ría e incluso podría ser utilizada en el ámbito militar, tal y como hace Alemania, que tiene varios barcos en su propiedad, para enseñar a sus marinos a adquirir habilidades blandas.

Los alemanes y los suecos tienen dos barcos parecidos al Atyla y en ellos militares como la princesa Leonor aprenden ya no solo el mantenimiento de un barco y nociones de navegación sino a trabajar en equipo. “En Dinamarca hay barcos como estos que se utilizan para integración social. A los jóvenes les dan a escoger o correccional o barco y eligen barco porque ven el valor que tiene y aprenden un trabajo", apostilla.

A lo largo de sus casi cuatro décadas de vida Atyla ha adquirido el título de barco histórico, es decir, tiene una historia detrás; está construido y hace actividades como se hacía antes… tiene autenticidad. Alberga historias de amor-los padres de Rodrigo se conocieron en él- y otras más cruentas como cuando se rompió el motor-que acababa de ser reparado- y Rodrigo tuvo que echar el ancla en un canal de tráfico en aguas alemanas.

Tuvo que ser remolcado hasta el puerto de Bremerhaven y la tripulación fue ayudada por la gente del puerto. “Fue muy jodido íbamos con gente a navegar. En el puerto alemán, que tienen cultura de barcos históricos, nos ayudaron; nos pagaron la luz, el agua, nos dieron de comer y nos trajeron herramientas. Más tarde una empresa española nos permitió comprar un motor a precio costo. Se nos fastidió toda la temporada y estuvimos seis meses parados hasta que encontramos una solución”, rememora.

Algunos brunetes se han tirado de él en medio del mar sin saber nadar. Rodrigo asegura que su temeridad pudo costar la vida de varias personas que tuvieron que rescatarlos. “No te puedes tirar del barco porque hay corrientes y en un segundo te has ahogado”, apunta.

Por la margen izquierda del Nervión, en el bello Portugalete, los habitantes del llamado ‘Gran Bilbao’ mientras pasean por el idílico paseo se paran a ver a Atyla. Llama la atención de cualquiera al estar amarrado a escasos metros del funicular de Archanda. Sus maderas sorianas aguantan toda vía varios envites. Solo hace falta ser un soñador y tener voluntad para cumplir el sueño, tal y como hizo el soriano Esteban Vicente.