Salud
Si tiene problemas para ir al baño el inodoro es su peor enemigo
Un gesto tan simple como elevar las rodillas por encima de las caderas puede mejorar de forma notable el tránsito intestinal en situaciones en las que éste está alterado, como sucede durante las vacaciones
Es uno de los términos que más búsquedas acumula en Google, prueba del interés que genera y que nos da una idea del alcance de este trastorno, uno de los más comunes en las sociedades «industrializadas». Y también, por qué no decirlo, de que aún da un poco de vergüenza hablar de ello a pesar del bombardeo publicitario con las mil y una soluciones para mejorar el tránsito intestinal (¿se ha dado cuenta de la cantidad de anuncios que aparecen en la televisión sobre toda clase de remedios con tal finalidad a cuál más eficaz?) y que van desde yogures a infusiones, pasando por productos a base de plantas medicinales o enemas.
Porque los remedios para ir al baño con regularidad venden. Y más en estas fechas, cuando se acentúan los cambios de hábitos, de dieta y de horarios propios de las vacaciones de verano, dando lugar a lo que se conoce como «estreñimiento del viajero». Sin embargo, puede que la solución a este problema sea, en aquellos casos en los que se produce de forma puntual, mucho más sencilla. Y es que la postura que adoptamos para ir al baño resultaría no ser la más adecuada para favorecer en este menester.
Al evacuar sentados en el inodoro –con las piernas en un ángulo de 90 grados con respecto al cuerpo– el músculo puborrectal no se relaja completamente, de forma que no deja que salgan todas las heces o debamos ejercer presión hacia abajo y utilizar la maniobra de Vasalva (exhalar aire con la glotis cerrada o con la boca y la nariz cerradas o, lo que hablando en plata, se diría empujar con fuerza) para ayudar a expulsarlas. Esto favorece el estreñimiento, aumenta la presión en el suelo pélvico, los prolapsos y las hemorroides.
En cambio, haciendo que el ángulo entre piernas y tronco sea de unos 45 grados la eliminación es más fácil y rápida pues, de esta forma, «el músculo puborrectal se relaja totalmente, mejorando la evacuación. Levantar las rodillas por encima de las caderas coloca en mejor situación el intestino para evacuar. Reposiciona el recto, que a veces forma un ángulo, y esto hace que el conducto final se ponga recto, valga la redundancia, lo que, ayudado por la gravedad, mejora la evacuación», explica José Santos, ex secretario general del Colegio de Fisioterapeutas de Madrid.
El problema del inodoro
Hasta que se inventó el váter, la humanidad ha empleado la posición en cuclillas para «hacer de vientre». De hecho, si se observa a un niño, cuando tienen el reflejo de evacuación, se colocan en esta postura de forma instintiva. Pero con la llegada del inodoro moderno se dejó de utilizar y ello ha acarreado que creciera la incidencia de dolencias que hasta entonces no eran tan frecuentes.
Por eso, Francisco José García Fernández, portavoz de la Fundación Española de Aparato Digestivo (FEAD) la recomienda «en pacientes con problemas expulsivos. Esta postura es la más fisiológica y facilita la expulsión de las heces. Los muslos actúan de soporte de los glúteos y el suelo pélvico disminuyendo así el riesgo de lesiones secundarias a esfuerzos defecatorios intensos y repetidos».
Y para lograrlo, nada más fácil que hacerse con un banquito de los que normalmente usamos para alcanzar las cosas en los armarios más altos. «La posición puede conseguirse parcialmente usando taburetes o alzas que permitan elevar los pies durante el esfuerzo defecatorio», continúa García Fernández.
Este hecho está científicamente probado. Así, «un estudio realizado en 2016 que comparó el esfuerzo realizado durante la defecación en la posición de sentado o de cuclillas confirmó que tanto el tiempo necesario para la sensación de un vaciamiento intestinal satisfactorio como el grado de esfuerzo subjetivamente evaluado es menor en la posición en cuclillas que en la posición de sentados», asegura Mercedes Ricote, coordinadora del grupo de trabajo de Aparato Digestivo de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen). Y aún hay más. «En otro trabajo, también de 2016, concluyeron que la posición de “el pensador” parece ser un método más eficiente para la defecación que la posición sentada.
Y que esta técnica puede ser útil para volver a entrenar a pacientes con estreñimiento –continúa– por lo que, si con el “banquito” conseguimos la postura del pensador, puede ayudarnos con algunos pacientes, sobre todo en aquellos en que esta causado por una alteración en el mecanismo de la defecación».
2 de cada 10 personas lo sufren
El estreñimiento es un síntoma que se define como una defecación insastifactoria que se caracteriza por deposiciones poco frecuentes (menos de tres por semana) y/o con esfuerzo, sensación de dificultad y mayor tiempo para hacerlo, evacuación incompleta, deposiciones irregulares y duras. Este trastorno es muy frecuente en la población y constituye, tras el dolor abdominal, la segunda causa de consulta por patología digestiva. Según distintos estudios, su prevalencia en España oscila en cerca del 20%. Resulta más habitual en mujeres, (con una incidencia más del doble que en hombres, probablemente relacionado con cambios hormonales) y en personas con vida sedentaria, con una dieta baja en líquidos y fibra. Además, aumenta con la edad, siendo sobre todo muy prevalente en las personas mayores de 70 años, probablemente relacionado con una reducción en la motilidad colónica.
También es sensiblemente mas frecuente en los países industrializados probablemente por cambios en los hábitos de vida y alimentación tradicionales, con menor actividad física, mayor sedentarismo y menor consumo de fibra y mayor de proteínas (carne). De manera que los principales factores por los que esta patología es tan frecuente están relacionados principalmente por estos hábitos de vida y mayor longevidad de la población.
Tratamientos de todo tipo
Como decíamos al principio, hay una gran variedad de productos que se anuncian como «infalibles» para acabar con él, pero ¿dan resultado? ¿cuáles funcionan? «Habitualmente estos remedios que se anuncian son laxantes basados en agentes irritantes, principalmente hojas de sen, que provoca estimulación de la motilidad colónica y mayor secreción mucosa. En general son eficaces, consiguiendo inducir la defecación, pero no son los remedios mas recomendables, ya que anula el ritmo regulatorio intrínseco del colon, de manera que provoca dependencia de estos productos precisando su toma crónica. A la larga suele condicionar un colon alongado e hipotónico, junto con la pigmentación negruzca de su mucosa», cuenta García Fernández.
Otro remedio muy publicitado es el de supositorios de glicerina que, de manera puntual, pueden ser eficaces, continúa: «Al ser introducidos en el recto provocan el estimulo defecatorio y, como consecuencia, la defecación, pero ésta suele ser parcial y sólo del contenido de la ampolla rectal sin mejorar el trastorno de base, dado que no afecta al resto del colon y su contenido. Por tal motivo tampoco son los remedios mas recomendables».
No obstante, subraya el experto, el tratamiento habitual del estreñimiento idiopático simple se basa en tres pilares fundamentales: medidas higiénicas con cambios de hábitos de vida, medidas dietéticas con dieta rica en fibra y agua, y por último, tratamiento con medicamentos. Y para que sea óptimo, es necesario abordar estas tres facetas, ya que se complementan. «Habitualmente implementar las medidas higiénico dietéticas permite disminuir los requerimientos de tratamientos farmacológicos o, incluso, no tener que recurrir a ellos salvo en situaciones de descompensación».
Porque, como añade la doctora Ricote, no hay que olvidar que «la automedicación es un problema en sí mismo en cualquier patología y con cualquier fármaco. Aunque nos puede aliviar de forma rápida, no soluciona la causa, y en algunas ocasiones lo que logra es un diagnostico tardío de enfermedades muy importantes».
El EFECTO «SQUATTY-POTTY»
Una mujer de un pueblo de Utah (Estados Unidos) llamada Judy Edwards tenía problemas para ir al baño. Para tratar de paliar sus problemas utilizaba un cubo de plástico para levantar sus pies cuando iba al váter, pues el médico le había comentado que esta postura relajaba los músculos puborrectales que, al sentarse, obturan el trayecto. Le iba tan bien que, un día le pidió a su hijo, que era constructor, que la ayudara a fabricar uno más estable y, tras varias pruebas crearon Squatty Potty –que traducido vendría a ser algo así como orinal en cuclillas– un banquito de plástico con una altura de 18 centímetros cuya principal virtud consistía en que se acoplaba perfectamente a la base del inodoro. Una vez perfilada la idea mandaron a fabricar 2.000 en China y, en tres meses vendieron 200.000 banquitos. Ahora el exitoso invento se distribuye en docenas de países –incluido el nuestro– y el pasado 2018 despachó la friolera de más de un millón de unidades logrando alrededor de 30 millones de euros.
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