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Oslo

Terapia alfa dirigida, nueva estrategia contra el cáncer

Hasta ahora se habían usado sobre todo con fines diagnósticos pero los radiofármacos se presentan como una prometedora opción para tratar tumores para los que aún no hay alternativa

Terapia radioactiva | Bo Mathisen
Terapia radioactiva | Bo Mathisenlarazon

Los radiofármacos son medicamentos que han adquirido gran importancia en la práctica clínica, especialmente por su aplicación con fines diagnósticos (como contrastes para la detección de patologías de todo tipo) pero también terapéuticos.

Actualmente hay ocho usos aprobados en España con ellos para muy diversas enfermedades, si bien la mayoría están relacionadas con la Oncología: cáncer de tiroides e hipertiroidismo; neuroblastoma; tumores neuroendocrinos; en algún tipo de linfoma; en cáncer de próstata con afectación ósea; cáncer con afectación metastásica en el hígado; policitemia vera (cuando la médula ósea produce demasiados hematíes); y en patologías inflamatoria persistentes en la membrana sinovial articular.

Para desarrollarlos se emplean los isótopos radiactivos de determinados elementos químicos que contienen una pequeña cantidad de principio activo, conocido como «trazador», que se marca con un radionúclido haciendo que emitan una dosis de radiación. «Los hay que actúan con emisores beta y con emisores alfa. Golpean el ADN y provocan lesiones para eliminar la célula –explica Juan Antonio Vallejo, presidente de la Sociedad Española de Medicina Nuclear e Imagen Molecular (Semnin)–. Las emisiones alfa son más potentes y energéticas que las beta y tienen un recorrido más corto, lo que es otra ventaja porque los efectos secundarios son muy pequeños y limitan mucho la radiación no deseada».

Lo habitual hasta ahora era que se emplearan las radiaciones beta, sin embargo la acción de las alfa lograría mejores resultados. Hasta el punto que, en Oncología, las llamadas terapias alfa dirigidas son una nueva y prometedora categoría de tratamientos para el abordaje del cáncer, una opción más que se añade al arsenal terapéutico frente a esta patología.

Algunos laboratorios están apostando por esta innovadora estrategia y desarrollando investigaciones en tumores muy diferentes. Buen ejemplo de ello es Bayer que, tras los buenos resultados obtenidos con su medicamento para el cáncer de próstata con radio 223 (el primer emisor alfa aprobado por las agencias reguladoras del medicamento), ahora estudian con otro, a priori, más potente: el torio 227. «Es una continuación de la innovación y la profundidad de la experiencia en el uso del radio 223. Estamos comprometidos a continuar nuestra investigación sobre estas terapias potencialmente nuevas que pueden brindar más opciones para pacientes con cánceres difíciles de tratar, así como continuar investigando la utilidad del radio 223 en el cáncer con metástasis óseas», asegura Volker Wagner, vicepresidente de desarrollo global de radium 223 y terapias alfa dirigidas de la compañía, cuya actividad se radica en Oslo. La relación de la capital noruega con este tipo de abordaje no es casualidad. El torio fue descubierto en este país en 1928. De hecho, debe su nombre al dios nordico Thor. Oslo es, además, el lugar donde se producen ambas moléculas alfaemisoras en el Instituto de Energía (IFE), cercano a Oslo.

«La radiación alfa produce una rotura de la cadena de ADN en las células cancerígenas que no es reparable, mientras que la radiación beta es menos precisa sobre las células tumorales y afecta a más células sanas», explica Christine Ellingsen, quien investiga las aplicaciones del torio en la compañía germana. Porque como apunta la experta, «si bien hemos visto grandes avances en la atención del cáncer en las últimas décadas, la heterogeneidad y la resistencia del cáncer continúan limitando la efectividad del tratamiento que podemos ofrecer a los pacientes».

«Estamos empezando a recoger más y más evidencias en algunas áreas en las que es necesaria la innovación, cuando los tumores son refractarios o en los que han fallado otros tratamientos. Tal es el caso del cáncer de páncreas, de próstata, ovario o mesotelioma», cuenta Anna Michom, oncóloga en el Hospital Royal Marsden de Londres, quien, sin embargo se muestra prudente con la investigación llevada a cabo: «Estamos emocionados por el potencial de la innovación del las aplicaciones del torio para superar muchos de los mecanismos de resistencia al cáncer en pacientes con tumores que no responden a otras terapias. Hay muchos tipos de cáncer y muchos anticuerpos con los que estamos trabajando y eso es lo que me hace ser optimista, pero aún estamos en una fase muy temprana».

En cualquier caso, y como asegura Vallejo, de lo que no hay duda es de que el uso terapéutico de los radiofármacos «es una vía de desarrollo muy importante. A día de hoy son tratamientos con muy pocos efectos secundarios, que ofrecen una gran calidad de vida para el paciente y con resultados muy buenos». Actualmente, según la Semnin, se hallan en fase de investigación radiofármacos para tratar más de 35 enfermedades y se espera que la mayoría de ellos estén en el mercado próximamente.