España
La fototerapia, mejor con consejo dermatológico
Aplicar luz LED sobre algunos productos tópicos sin receta para el acné puede producir reacciones cutáneas adversas
La retirada la semana pasada de una máscara de fototerapia antiacné por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps) por riesgo de daño ocularha puesto el foco sobre este tipo de productos que se pueden adquirir en las farmacias. De hecho, existen diferentes dispositivos de uso doméstico basados en la fototerapia para el tratamiento del acné, algunas hiperpigmentaciones, envejecimiento pero... ¿son seguros? ¿Y eficaces? ¿Cómo actúan?
Lo primero en estos casos es distinguir entre la fototerapia clásica (rayos ultravioleta A, B) y los LED (diodos emisores de luz) como los de la máscara retirada. Estos últimos, como explica Didac Barco, dermatólogo y miembro de la Academia Española de Dermatología y Venerealogía (AEDV), se basan en el efecto biológico que ejerce la luz sobre algunas moléculas concretas situadas en la piel: el material genético de las células (ADN), los linfocitos (un tipo de glóbulo blanco que forma parte de las inflamaciones), las bacterias implicadas en el acné y la rosácea... Existen distintos tipos de luces, diferenciadas por un parámetro que se denomina longitud de onda y que determina el color de la luz, su acción biológica así como la capacidad de penetración que poseen.
No para todos
La fototerapia tendría un efecto principalmente antiinflamatorio, aunque puede favorecer también la cicatrización y la reducción de algunos signos del envejecimiento cutáneo. En el caso del acné sirve para reducir la rojez, la inflamación y la cantidad de bacterias que infectan las pústulas, ya que éstas producen una sustancia –porfirinas– que absorbe la luz terapéutica. Por eso, apunta Barco, «es útil en el de tipo inflamatorio (pápulas eritematosas, nódulos y pústulas), pero tiene muy poco papel en acné de tipo leve (espinillas y pápulas color piel). Por este motivo hay que conocer si está indicado su uso o no». Es más, puntualiza, «debe quedar claro que la fototerapia suele ser un tratamiento de soporte del acné, pero que no lo cura definitivamente: solemos prescribirla cuando están contraindicados tratamientos orales, la respuesta es insuficiente, queremos mejorar las marcas rojas que ocasiona o porque el paciente opta como preferencia por esta alternativa».
Además, si bien la retirada tenía que ver con el daño ocular, «la aplicación de luz LED sobre determinados productos tópicos empleados habitualmente sin receta médica para el acné o fármacos orales pueden producir reacciones cutáneas adversas. «Sobra decir que la luz emitida por los LEDs está dentro del espectro visible y los ojos deben estar totalmente protegidos con gafas opacas durante las sesiones: éste ha sido el motivo principal de su retirada, las complicaciones oculares surgidas por una insuficiente protección ocular durante el uso de máscaras con fototerapia», explica el dermatólogo.
En cualquier caso, y como asegura Tomás Muret, vocal nacional de Dermofarmacia del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos, aunque «en estos momentos se desconoce si la Aemps realizará estudios o pedirá informes a otros laboratorios sobre sus productos. Algunos de los que poseen dispositivos similares, a los que hemos consultado no han recibido ninguna notificación por parte de la Aemps. En general son productos de alto precio y con baja rotación en el mercado».
El problema para Barco es que no existe una normativa taxativa ni guías terapéuticas extraordinariamente precisas e universales al respecto, ya que se basan –como cualquier procedimiento terapéutico– en el conocimiento, la pericia y la buena praxis médica. «Si bien, igual que con la luz láser, queda claramente establecido que la protección ocular es obligatoria, el inconveniente principal en el caso de la retirada de máscaras LED que nos ocupa es que no hay el proceso normal médico: diagnóstico; discusión de opciones, virtudes o efectos adversos con el paciente; decisión conjunta y prescripción. Se trata de un dispositivo servido comercialmente sin un diagnóstico dermatológico; sin información concreta sobre qué tipos de acné es más beneficioso y sin una clara explicación de los riesgos potenciales ni en qué circunstancias puede estar contraindicado su uso», concluye el experto.
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