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“Jack el destripador”, el escritor tenía razón
El esfuerzo de búsqueda del escritor Russell Edwards, que incluso llegó a publicar un libro, se ha visto recompensado con un nuevo aval científico en el que se corrobora la identidad de “Jack el destripador”, en la persona de un joven judío polaco que trabajaba como barbero. Aaron Kosminski queda ya para la historia como el asesino en serie de cinco prostitutas, a las que mató con saña entre los meses de agosto y noviembre de 1888 en Whitechapel, en el “east end” londinense. El escritor Edwards pidió la ayuda de un bioquímico para analizar una prenda que había pertenecido a Chatherine Eddowes, una de las mujeres asesinadas, comparando muestras de ácido desoxirribonucleico (ADN, la “molécula de la vida”) mitocondrial allí encontrado con las de un descendiente, pero no ha sido hasta que, ahora, un equipo de especialistas en genética publicara en “Journal of Forensic Sciences” los resultados de sus trabajos con esa misma prenda de vestir. Kosminski fue el asesino en serie. Lástima que los policías de Scotland Yard que trabajaron en el caso no puedan ver que era él, uno de los más de 30 sospechosos entre los que figuraban médicos, pintores, policías, escritores como Lewis Carroll (pseudónimo de Charles Dogson) y un nieto de la reina Victoria, muy conocido en los burdeles londinenses de finales del siglo XIX. Los investigadores argumentan que la Ley de Protección de Datos de Gran Bretaña impide publicar las secuencias génicas de los parientes vivos de Eddowes y de Kominski, pero el reconocido forense Walther Parson, de la Universidad austriaca de Innsbruck, matiza que las secuencias de ADN mitocondrial no son un riesgo para la privacidad de las personas. Es más que posible que, a pesar de este trabajo científico, algunos sigan cuestionando la identidad de “Jack el destripador”. Pero lo que es seguro es que Rusell Edwards verá cómo se incrementan las ventas de su libro “Naming Jack the ripper”