Gastronomía local
Estos son los once pueblos de Teruel donde mejor se come según National Geographic
Se trata de lugares que han cautivado incluso a las guías Michelin o Repsol con platillos artesanos y guisos de cuchara
La provincia de Teruel tiene muchas virtudes, y aunque su belleza natural y el encanto de sus pueblos destacan, la gastronomía es también uno de sus grandes atractivos. Platos como el jamón de Teruel, con denominación de origen, el ternasco de Aragón, las migas, la caldereta de pastor, y para los amantes del dulce, el suspiro de amante, son algunos ejemplos de su rica oferta culinaria.
En esta línea, la revista National Geographic ha seleccionado once pueblos recomendados para disfrutar de lo mejor de la gastronomía turolense. Estos lugares no solo destacan por sus productos locales, sino que también han sido reconocidos por guías como Michelin o Repsol.
Tramacastilla
Excepcional y atrevida. Así podría describirse la propuesta gastronómica de Hospedería El Batán, situada en una antigua fábrica de lanas en Tramacastilla, a las puertas de la Sierra de Albarracín. Este restaurante ha alcanzado el reconocimiento Michelin gracias a su enfoque de kilómetro cero y creatividad.
Tal y como se muestra en National Geographic, la chef María José Meda, autodidacta y apasionada por la cocina, es la encargada de crear platos que combinan truchas, corderos y la sorprendente carne de wagyu turolense, logrando una propuesta delicada y única. Además, el restaurante cuenta con un acogedor alojamiento de 14 habitaciones, lo que convierte la visita en una experiencia completa y envolvente.
Fuentespalda
Ubicado en la parte baja del río Matarraña, entre olivares y frutales, Fuentespalda se erige como un oasis turolense rodeado de montañas. En este entorno, destaca el hotel La Torre del Visco, un refugio de paz, con una joya gastronómica: el restaurante El Visco. Allí, el chef Rubén Catalán lidera una propuesta culinaria basada en productos locales y de su propia huerta, creando una cocina verde y de aprovechamiento máximo. Esta labor ha sido reconocida con una estrella Michelin y el galardón sostenible de la estrella verde, otorgada por la guía francesa.
Calamocha
Es curioso encontrar un restaurante llamado Carlos Arguiñano en plena Comarca del Jiloca, en Calamocha. Sin embargo, cabe aclarar que no se trata de una copia, sino de una coincidencia familiar, ya que un pariente lejano del chef vasco estableció este restaurante en la zona. Calamocha, cruzada por el río Jiloca, se destaca por su cocina basada en productos frescos de huerta, especialmente en primavera y verano. Los platos con conejo, a menudo acompañados de setas y verduras de temporada, son una especialidad local.
Valderrobres
Valderrobres es la capital de la comarca del Matarranya y tiene un gran valor histórico y arquitectónico. Pero así como es de bella, también es un deleite culinario. Su cocina está marcada por los productos frescos de la huerta y la caza menor, como el conejo y la liebre, según la temporada. En el restaurante Baudilio, la chef Fabiana Arévalo, originaria de Argentina pero arraigada en Teruel desde 2001, ha reinventado la tradición local, manteniéndola viva y actualizada con un enfoque innovador y respetuoso con los ingredientes locales
Puertomingalvo
Puertomingalvo, además de ser un pueblo bonito del Maestrazgo, destaca por gastronomía basada en la caza y el pastoreo, reflejo de su historia y tradiciones. La cocina cinegética, con platos de jabalí, ciervo y perdiz, es parte esencial de su identidad culinaria. Como ejemplo, en el restaurante Existe, ubicado cerca de Mosqueruela, los productos locales, como quesos, carne de cordero y hierbas aromáticas de la zona, se fusionan en una propuesta de cocina de autor.
Mosqueruela, cercana a Puertomingalvo, es conocida también por sus productos autóctonos y su oferta de platos tradicionales que, al igual que en Existe, se complementan con toques de innovación, haciendo de este rincón del Maestrazgo un destino gastronómico que atrae a quienes buscan experimentar sabores auténticos de la región.
Albacerrín
Restaurantes como el Señorío de Albarracín destacan por su devoción al ternasco en múltiples preparaciones, convirtiendo este plato en un motivo para visitar la localidad. La Peculiar, también es una opción de restaurante donde la tradición se fusiona con la modernidad en una cocina sencilla pero creativa, donde las carnes y verduras frescas de la zona toman protagonismo, con platos bien presentados y originales.
Monroyo
En Monroyo, el restaurante Atalaya del Tastavins, parte del lujoso hotel Torre del Marqués, destaca como un punto de referencia. Ubicado entre olivares y viñedos, este cinco estrellas combina lo mejor de la cocina tradicional con ingredientes de proximidad como setas, ternasco, mariscos y pulpo. Además, los arroces mediterráneos y las hortalizas frescas de la zona complementan los menús, creando una experiencia que fusiona lo rústico y lo sofisticado en cada plato.
El restaurante ofrece una experiencia gastronómica única, donde se cuida cada detalle, desde la calidad de los productos locales hasta la técnica culinaria. La presencia de productos del Mediterráneo en sus platos, como el pulpo y los mariscos, junto a ingredientes de montaña, como el ternasco y las setas, refleja la riqueza cultural y gastronómica de la región.
Este hotel Torre del Marqués, construido en una antigua masía del siglo XVIII, es más que un alojamiento de lujo. Es un lugar donde la sostenibilidad y el respeto por el medio ambiente juegan un papel clave, ya que apuesta por el kilómetro cero, utilizando ingredientes frescos y de temporada de la zona sacando provecho de productos ecológicos, muchos de los cuales son cultivados en los alrededores del hotel.
Para los amantes del vino, la bodega del hotel ofrece una cuidada selección de vinos de la región, muchos de los cuales provienen de viñedos locales. Los visitantes pueden disfrutar de maridajes perfectos que acompañan los platos, potenciando la experiencia gastronómica.
Calaceite
Calaceite, en el Bajo Aragón, destaca por su cocina de proximidad, influenciada también por su cercanía con Cataluña. En restaurantes tradicionales como la centenaria Fonda Alcalá, se pueden degustar platos clásicos como la cassolada, un potente arroz con tordos y costilla de cerdo, o los fesols en sardina, un plato de judías blancas con arenque. Además, en las panaderías locales es habitual encontrar el cóc en primentró, una variante de las cocas levantinas, hecha con tomate, pimiento y atún, muy típica de la cocina doméstica de Calaceite.
Beceite
La judía blanca de Beceite es un emblema gastronómico de esta pequeña localidad del Matarranya, famosa por sus legumbres. En el restaurante La Fábrica de Solfa, bajo la dirección del chef Enrique Micolau, los platos tradicionales con judía blanca son reinventados de manera creativa. Destacan preparaciones como los fesols de Beceite con crestas de gallo y almendra, o el uso de hierbas silvestres como la saduricha. Además, ingredientes locales como la algarroba y la calabaza se integran en los postres, creando una experiencia auténtica y única.
Alcañiz
En este pueblo, la caza de pluma, como las judías con perdiz y el guiso de pintada a la cazadora (con setas y trufa), son platos tradicionales en locales centenarios como Meseguer. El ternasco, una de las carnes más valoradas de Aragón, también tiene su lugar destacado en la mesa. Para el toque dulce, las tortas de alma, un postre clásico de Alcañiz, completan la experiencia culinaria.
La Freneda
En Teruel no destaca el ternasco, sino que su creciente oferta de quesos locales, con la oveja como protagonista, está ganando popularidad en los restaurantes de la provincia. Especies autóctonas como la ojinegra de Teruel permiten la producción de quesos míticos como el Tronchón, así como otros quesos de autor. En el restaurante-hotel El Convent 1613, en La Fresneda, estos quesos artesanales se combinan con productos de proximidad como el membrillo y las nueces, además de ofrecer platos tradicionales de ternasco, ternera y setas, en un entorno que recupera el sabor de la tierra.