Entrevista

«Todavía hay miedo a contar la verdad del crimen de Los Galindos»

Francisco Gil desarrolla en su libro una rigurosa investigación que actualiza las preguntas sin resolver

Francisco Gil
Francisco GilLa Razón

Manuel Zapata, Juana Martín, José González, Asunción Peralta y Ramón Parrilla. Un crimen, cinco muertes. 22 de julio de 1975, fecha donde se desató una de las grandes DANA de la «España Negra» con epicentro en un cortijo del pueblo sevillano de Paradas. El periodista Francisco Gil Chaparro hace crónica de «Los Galindos. El crimen de los silencios» (El Paseo Editorial) en un libro que más que cerrar el caso, lo abre con inédito material fotográfico y una rigurosa investigación que actualiza las preguntas sin resolver.

El crimen de Los Galindos cumple a la perfección aquello de que «a veces los crímenes sin ser perfectos resultan perfectos». Al menos dos personas mataron a otras cinco, y la propia instrucción policial y judicial hizo que muriera el caso.

La propia instrucción no dio opción a que el caso se resolviera, fue un desastre. El primero de los tres jueces se presenta a las veinticuatro horas de los asesinatos con todo el escenario del crimen contaminado. Durante ocho años la Guardia Civil y el juzgado da por culpable a una persona que en vez de verdugo era otra víctima, José González. Desapareció el sumario y las pruebas. Veinte años después, caso cerrado.

Cincuenta años después, misterio abierto. Se ha barajado la existencia de un crimen pasional, drogas, golpe de Estado, legionarios, sicarios, anónimos …

Muchas sospechas, pocos indicios. El móvil económico es el que más certezas ofrece. Tomó muchos enteros la opción de un desvío de parte de la producción de trigo por parte del marqués y el administrador para venderlo en el mercado negro. Independientemente de esto la relación entre el capataz, el administrador y Fernández de Córdoba-Topete no era buena. A Zapata lo puso la marquesa y no era de la confianza de los dos. Creo que eso también contribuyó a lo que luego de desató.

Tengo la sensación de que siempre se investigó más a los muertos que a los vivos. Sin embargo, la Marquesa de Grañina nunca entró en las quinielas. Y eso que intereses tenía.

Siempre se mantuvo en una situación discreta y muy distante. El asunto lo dejó en manos de su esposo, quiso estar en la sombra. Se le interrogó y se habló con ella, pero no se movió del mismo discurso. Al poco de cometerse el crimen se separó del marqués, éste se va a Jerez a vivir con una hermana suya y no quiere saber nada de la familia. Sin duda, pudo haberse callado cosas que hubieran sido muy relevantes a la hora de la investigación del crimen.

El Cortijo, la aristocracia, señoritos y jornaleros, la "España Negra". Solo falta la Iglesia en todo esto, un cura que rompa un secreto de confesión… y ya la tenemos liada otra vez.

No sé si hubiese podido resistir la tentación (risas). Saber que tienes la posibilidad de resolver un caso que conmocionó en su momento a toda España … Lo que sí es cierto es que el párroco de Paradas murió a los pocos días del crimen y se especuló que a quien pudo confesar pudo también acabar con su vida. Fue muerte accidental. Una caída, una enfermedad que tenía, el golpe mortal. Igualmente se descartó, pero ahí queda eso.

¿Por qué cree que después de tanto tiempo el caso sigue levantando tanto interés?

Aún pasado todo este tiempo el caso sigue lleno de intrigas, está lleno de preguntas.

Adelante, usted es aquí el periodista.

Con permiso. ¿Qué pudo llevar a matar a cinco personas? ¿Por qué el cuerpo de Zapata aparece tres días después en un lugar que supuestamente se había revisado? ¿Es verdad que el día de autos el marqués estuvo en Málaga en el entierro de un familiar o pudo estar en el cortijo? ¿Por qué González fue a buscar a su mujer a Paradas en un horario inhabitual cuando la mujer no trabajaba allí y se la lleva al cortijo? No hay respuesta, señoría.

Los asesinos pueden estar vivos y andan sueltos.

Yo también tengo mi teoría. Pero como todos no tengo pruebas y eso me impide decirlo libremente. Hay que rebuscar en el contexto de época y del cortijo. Dos de las personas claves ya han fallecido y puede haber por ahí una tercera o cuarta persona que en su momento eran más jóvenes y que pudieron participar en estos hechos. Los asesinos de Los Galindos quizás vivan todavía.

Pese al ruido mediático el pueblo guarda silencio, lo que es llamativo ¿Todavía habrá quien calla más de lo que se sabe?

Yo siempre he mantenido que en el pueblo de Paradas todo el mundo sabe lo que ocurrió. Pero tienen dos problemas, uno que no hay pruebas para decirlo públicamente; y otro que todavía tienen miedo a contar la verdad de lo que ocurrió en Los Galindos. Creo que es hora de que Paradas sea valiente y deje de pagar una culpa que las nuevas generaciones no merecen. El cincuenta aniversario es un buen momento para cerrar el caso.