Opinión
El patrimonio del espectáculo
La Decana del Colegio de Arquitectos de Sevilla lamenta que "cuando una ciudad defiende como reclamo para su visita un espectáculo de luces en un BIC como el Real Alcázar de Sevilla, es que el modelo de ciudad ni está, ni se le espera"
Cuando una ciudad defiende como reclamo para su visita un espectáculo de luces en un BIC como el Real Alcázar de Sevilla, es que el modelo de ciudad ni está, ni se le espera. Desde el Colegio de Arquitectos nos sumamos a las palabras del geógrafo y urbanista Alfonso Gallardo, en relación con la afección negativa sobre la contemplación del bien protegido y la idoneidad general de este tipo de uso en los monumentos.
En la propuesta de «Naturaleza encendida», el Alcázar es el soporte para la actividad, no es contexto, ni hilo narrativo, tal solo un decorado para un espectáculo que, a todas luces, podría desarrollarse en cualquier espacio de la ciudad que no comprometa la escala patrimonial de la que hablamos, ni la banalice.
Asistí el pasado 4 de noviembre a la inauguración del espectáculo, invitada por el Real Alcázar. Como decana del Colegio de Arquitectos, me planteé si declinar la invitación –porque me temía lo que iba a ver allí– pero me pareció un deber ir, conocerlo en primera persona y poder comentarlo con las distintas administraciones representadas. Además de parecerme un esperpento, como arquitecta, no podía parar de fijarme en las instalaciones en la vegetación tan frágil del Alcázar, cables, luces, neones… Una incomodidad creciente a medida que avanzaba. Si pienso que eso va a estar ocurriendo durante más de 5 meses, la afección a la flora y fauna de los jardines, todos los días durante 4 horas y con una afluencia de 4000 personas diarias, es para que se enciendan todas las alarmas y pisemos el freno para darle una oportunidad a nuestra ciudad protegiendo de verdad nuestro patrimonio.
Así lo ha hecho Barcelona, y parece que siempre tenemos que mirar a algunas ciudades para aprender buenas prácticas que no conseguimos de manera autónoma en Sevilla, cancelando el espectáculo navideño «Natura encesa», tras las quejas vecinales y un informe de la Universidad Politécnica de Cataluña alertando del claro impacto sobre el ecosistema de los jardines de Torre Girona.
Pero cuál es mi sorpresa cuando leo, estos días también, que la Comisión Provincial de Patrimonio invita a «una profunda reflexión sobre los usos propuestos en los inmuebles de un valor universal excepcional, como es el caso de Real Alcázar de Sevilla y otros de gran valor patrimonial, de modo que sean adecuados, protejan y ayuden a la valoración de los bienes patrimoniales», y eso después de haber dado luz verde a la actividad, informando favorablemente sobre esta segunda edición, autorizada para cuatro años. Pareciera que la Comisión no tiene la conciencia tranquila.
Le tomamos la palabra a la Comisión con este texto. Sin embargo, ¿sabéis quiénes no pudimos votar en contra del proyecto en esa Comisión? Los representantes de los arquitectos y arquitectas, especialistas con la formación técnica y la sensibilidad necesaria, pero que, como colegio profesional, carecemos de voto en la Comisión Local y Provincial de Patrimonio, aunque cueste creerlo. Solo nos queda que, al menos, pudiéramos manifestar nuestro desacuerdo en el intenso debate en el seno de la Comisión a través de nuestro representante – que asiste en calidad de invitado, con voz pero sin voto– y que el informe favorable no se alcanzara por unanimidad.
Aprendamos de otras ciudades. En un tiempo en el que todos los centros urbanos comienzan a mimetizarse, el patrimonio nos hace únicos. No banalicemos nuestro potencial, no lo vendamos al mejor postor, protejamos el Alcázar como una de las señas de la marca Sevilla.
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