Tribuna

«Gerardo Delgado. La alquimia del geómetra»

La Casa de la Provincia acoge una muestra organizada por el Área de Cultura y Ciudadanía de la Diputación de Sevilla y el Ayuntamiento de Olivares

Exposición «Gerardo Delgado. La alquimia del geómetra»
Exposición «Gerardo Delgado. La alquimia del geómetra»La Razón

Orillado a la entrada de Olivares, un antiguo lagar de arquitectura tradicional, sobriamente encalado, muestra en su fachada algunos elementos, cuidadosamente integrados, que denotan una intervención de concepción moderna. La composición percutida de las rejas, una antigua basa de columna dórica alojada en el murete y un sucinto reloj solar situado sobre la oquedad de un ventanuco cuadrangular nos sugieren que alguien con especial sensibilidad habita la vivienda.

Una pequeña puerta de madera laminada en espigas, pintada de habito franciscano y castigada por el sol de levante se abre lentamente y Gerardo, cegado por el sol, con su habitual sonrisa socarrona nos daba la bienvenida.

A la izquierda de la entrada, un pequeño pasillo que da paso al hogar doméstico, nos encara con su obra «To Marilyn», un lienzo de pintura ya cuarteada y dimensiones considerables que ocupa toda la pared. Una magistral pieza de su etapa más orgánica e informalista, en la que la cadencia del torso de la actriz provocó que el pintor le rindiese un homenaje de exquisitos azules y gestualidad gráfica.

Todo aquel que haya visitado su casa, probablemente lleve en su retina estos espacios y el impacto de «To Marilyn», obra que siempre le acompañaba en su intimidad doméstica.

Conocí a Gerardo Delgado siendo yo estudiante de doctorado en Bellas Artes. En aquel momento, su planteamiento plástico estaba próximo al informalismo con la serie que tituló «El caminante». En ella, sus pinturas de gran formato mostraban aspectos en las que se respiraba el halo del expresionismo abstracto americano.

Desde entonces, mi relación con Gerardo se limitaba a coincidencias esporádicas en los conciertos del teatro de la Maestranza a los que él acudía acompañado de Carmen Laffón, melómanos asiduos y abonados unas filas más adelante de donde mi suegro, Antonio Marcos Estrada, tenía el suyo. Antonio, me acercó a la música de Henri Purcell o Benjamin Britten, en este singular escenario encuadrado por las siluetas demarcadas por los hombros de Carmen y Gerardo.

Fue precisamente Carmen quien propició mi reencuentro con él. Ella y José Luis Mauri solían venir a dibujar a mi clase de Dibujo del Natural, en el aula donde ambos impartiesen docencia como ayudantes de Miguel Pérez Aguilera. A esta clase también se sumaban Nicomedes y a veces Concha Ibarra y Félix de Cárdenas. Como decía, Carmen me trasladó el interés de Gerardo por asistir también completando un lujoso elenco de artistas que se integraban con la mayor humildad y discreción entre el alumnado para dibujar únicamente por amor al arte.

Hace aproximadamente un año tuve la suerte y el orgullo de que Gerardo Delgado comisariara la exposición sobre mi obra que se mostraba en esta misma sala. Hoy tengo el honor de ser yo el comisario que él designara para la suya en este mismo espacio.

Daniel Bilbao, comisario de la exposición
Daniel Bilbao, comisario de la exposiciónDiputación de Sevilla
Banderola de la muestra
Banderola de la muestraLa Razón

La exposición la proyectamos conjuntamente durante su último año, con la intención de mostrar las ultimas series en las que trabajaba y que no se habían visto aún en Sevilla. Algunas piezas se exhibieron en 2022 en la Galería Helga de Alvear y en la Galería Rafael Ortiz. En 2023, el Centro de Arte Contemporáneo de Málaga ofreció la última muestra en vida del pintor. Gerardo manifestaba su deseo e ilusión en exponer de nuevo en la Casa de la Provincia sus últimos trabajos complementados con alguna serie de lenguajes coherentes que ofreciesen la evolución reciente de su obra en la que trabajó con especial dedicación hasta sus últimos días.

La muestra está compuesta por 60 pinturas y dibujos, que responden a un arco temporal que va desde 2017 a 2014. Salvo la obra y bocetos de la serie «To Marlyn» con la que comienza la exposición, ya que esta es una obra de la que nunca se quiso desprender. Todo aquel que haya visitado su casa, probablemente lleve en su retina el impacto de «To Marilyn», obra que siempre le acompañó.

Finaliza con la serie «Tramas oblicuas» en la que trabajó en los últimos meses y, la última obra inacabada que quedó en la mesa de trabajo, que hemos traído como homenaje y por el propio interés que muestra el tablero repleto de incisiones y marcas de pinturas propias del proceso creativo.

Esa visión, desde la ordenación estructural de lo representado, le acompañará en su trayectoria de forma manifiesta, como en la serie sobre la «Ruta de San Mateo», que descansa en los fondos del CAC, donde una matriz cuadrangular crea un espacio percutido en el que el valor y el tono del color crean una atmosfera oscura con una sonoridad vibrante que me evocan los coros de Morton Felman en su Rothko Chapel, que tanto admiraba Gerardo.

Y es en esta arcadia donde surgía el prodigio de su pintura, donde el alambique del alquimista destilaba gota a gota un continuo flujo de color con forma de encrucijadas lineales que compiten entre sí.

Orillado a la entrada de Olivares, permanece el antiguo lagar y el reloj solar de la fachada continúa tenaz, y ajeno a su orfandad, dibujando el ciclo circadiano con una fina línea de sombra trazada por alguna suerte de alquimia geométrica... quizás al compás de Morton Feldman.