Europa League

Dolor y sufrimiento en exceso para el Sevilla

El equipo de Lopetegui se mete en los octavos pese a perder por la mínima en Zagreb pero da una imagen triste y pierde por lesión a Diego Carlos para el derbi contra el Betis

El capitán del Sevilla Ivan Rakitic disputa un balón. (AP Photo/Darko Bandic)
El capitán del Sevilla Ivan Rakitic disputa un balón. (AP Photo/Darko Bandic)Darko BandicAgencia AP

La conclusión sencilla de sacar es que el Sevilla eliminó al Dinamo de Zagreb y sigue vigente su sueño de jugar en el Sánchez-Pizjuán su séptima final de Europa League. Pero el partido tuvo otras dos lecturas evidentes: la primera, ,a confirmación del infortunio sevillista con la lesión muscular que sufrió Diego Carlos, enésima baja para Lopetegui en una temporada aciaga en este aspecto. La segunda, poco y mal que ataca este equipo que vive permanentemente en el alambre y que padece una incapacidad ofensiva que lo inhabilita para las metas altas.

Cuando en la ida, después de marcar dos goles en tres minutos de furia, el Sevilla se fue al descanso ganando por 3-1, Lopetegui tenía claro cuál era su plan: que no pasase nada en el partido y medio que le quedaba a la eliminatoria. El segundo tiempo en el Pizjuán ya fue un formidable pestiño y el primero del Maksimir, tres cuartos de lo mismo, a pesar de que el Dinamo se apoyó en su estruendosa hinchada para lanzarse al ataque en los primeros compases. Más ruido que nueces, en realidad.

El hombre de este primer periodo fue Diego Carlos, en lo bueno y en lo malo. El central brasileño, impecable en su tarea, protagonizó la acción defensiva de la tarde al interponerse entre Gojak y el balón cuando se disponía a rematar un gran pase interior de Tolic. El empellón del coloso fue salvaje y causó en el rival los efectos de un atropello de autobús, sí, pero la legalidad de la acción fue estricta al tratarse de una canónica carga de hombro contra hombro. Al borde del descanso, ay, el fornido zaguero se derrumbó tras echarse la mano a la parte posterior del muslo. Otra lesión muscular, otra baja para unos cuantos partidos.

Se reanudó el juego con un aspecto muy distinto al del primer acto. Comparecía un Sevilla mandón, dispuesto a solventar el asunto con un gol que rozaban Koundé, Delaney y Rafa Mir antes del cuarto de hora en acciones algo embarulladas. Faltaba algo de claridad en las llegadas, sí, pero lo importante era que sobraba solvencia para mantener al Dinamo muy lejos de Bono. Era el escenario ideal… hasta que todo se complicó con un infortunio de Acuña, al que golpeó el balón en la mano dentro del área. Un penalti que transformó Orsic para poner la eliminatoria en un puño.

La media hora fue agónica, desde luego, y no fue trágica porque Koundé y Bono demostraron que son dos futbolistas de élite. Entre el portero y central bandearon, mal que bien, las ofensivas de un Dinamo que, de haber forzado la prórroga, la habría jugado en superioridad numérica por la expulsión postrera de Delaney. Menos mal que no llegó el 2-0.