Viajes
Estas son las ocho playas más fotogénicas de España
En la era de Instagram no podemos dejar pasar una oportunidad para subir la mejor fotografía del verano
Para que una playa sea señalada como fotogénica, no basta con que sea bonita. Hay muchas playas bonitas que sin embargo no son demasiado fotogénicas. Sin embargo deben cumplirse una serie de requisitos (belleza, colores, ángulos de luz de sol, rarezas geográficas y geológicas, posición respecto al mar, vegetación) para que una playa quepa dentro de la lista de las playas más fotogénicas de España. Aunque es cierto que la lista de playas fotogénicas puede incluir calitas casi desconocidas en la Costa Brava, rincones exquisitos y diminutos de naturaleza, aquí hemos querido buscar las ocho más emblemáticas, solo para permitir al lector que juegue a los exploradores y que encuentre su propia e intransferible playa fotogénica., una vez haya visitado todas las que se proponen en esta pieza.
Popcorn Beach (Fuerteventura)
Esta playa relativamente desconocida hasta hace pocos años es ahora una de las joyas de la corona del Instagram durante el verano. Resulta que un tipo de algas rojas conocidas como rodolitos habitan próximas a la costa (a 50 o 100 metros de profundidad) y son capaces de sintetizar esqueletos de carbonato cálcico, lo cual les otorga una forma peculiar y parecida a las palomitas. Su color rojizo se aclara cuando mueren, son arrastradas hacia esta playa y su esqueleto es todo lo que queda de ellas. Blancas y con forma de palomita, otorgan una imagen de graciosa estética, como si las algas muertas fueran en realidad palomitas que podamos llevarnos a la boca. Pero en los últimos tiempos han aumentado las visitas de turistas egoístas que consideran una buena idea llevarse un recuerdo a casa, hasta el punto de que, si seguimos así, la playa de las palomitas dejará de serlo en poco tiempo. Es la tarea destructora del ser humano. Lo mejor es visitar esta playa con la cámara fotográfica y que nos llevemos el recuerdo en forma de imagen.
Playa de las Catedrales (Galicia)
Aunque esta playa entra también dentro de la categoría de las playas con las mejores y más excitantes leyendas de nuestro país, es innegable que también se trata de una de las más fotogénicas disponibles, especialmente cuando baja la marea y tenemos espacio para correr. El mar ha castigado a lo largo de millones de años los acantilados gallegos hasta metamorfosear su piedra rígida en una masa de arcilla enorme y moldeable a los dedos de la naturaleza. Las cavidades en la roca dan paso a enormes dolinas ideales para fotografiar desde cualquier ángulo, la vegetación glauca y exuberante aporta rastros de color ideales para rematar el efecto. Cuenta la leyenda que uno de los arcos de la Playa de las Catedrales sirve de portal para unir dos mundos, el mundo del mar y el mundo de la tierra, el mundo de la fantasía y el mundo de la realidad, y de verdad que la leyenda parece cierta cuando conseguimos captar el momento exacto en que el sol atraviesa este espacio hueco, formado por la insistencia del viento y de las olas.
Playa de la Muralla (Cádiz)
Lo que sería una playa común y corriente atestada de turistas no necesita más que un detalle para transformarse en un rincón mágico. Hemos buscado la belleza limpia que pensamos que deberían tener las playas y venimos aquí y encontramos un tipo de belleza decadente y demacrada, excitante e innovadora, como un soplo de aire fresco cargado de humedad. Son las murallas de la vieja ciudad. Y yo cuando vengo aquí y capto este pedacito de historia empapada de arena, en contraste con los colores chillones de las sombrillas, comprendo de una manera muy íntima lo pequeños que somos y lo grandes que son esas murallas y lo enorme que es la playa y lo inmenso del mar. Las murallas que protegían a miles de ciudadanos aterrados sirven hoy para dar sombra a familias enteras de vacaciones. Y esta forma de adaptación, como un animal raro que boquea por sobrevivir, es un espectáculo deliciosamente fotogénico.
Playa de Rodas (Galicia)
Hay quien dice que la playa de Rodas que une la Isla de Monteagudo y la Isla do Faro (o del Medio o de Abajo) en las Islas Cíes, es también la más hermosa de España. Y es cierto que cuesta imaginar que haya ninguna otra igual. Caprichosa e indecisa, se extiende entre ambas islas conformando un espectáculo natural difícil de encontrar no ya en nuestro país, sino en el mundo entero. Cuenta la leyenda que el mismo Julio César quiso descansar una temporada en esta playa, entre conquista y asesinato, encabezando la lista de personajes ilustres que todavía hoy experimentan el placer que supone hundir los pies descalzos entre su arena de 6.000 años. Casi parecería que su forma perfecta fue producto de una operación matemática divina, y nosotros, criaturas de lo divino, tenemos la oportunidad de apreciar su graciosa figura, de robarla y guardarla en el baúl de los recuerdos. Pero no olvides que las Islas Cíes son un Parque Nacional y que hace falta reservar plaza para visitarlas...
Playa de Gulpiyuri (Asturias)
La playa más pequeña del mundo está en España y se trata de un espectáculo privilegiado e imprescindible para los amantes de la fotografía. Se encuentra escondida en la costa asturiana entre Llanes y Ribadesella, con sus cincuenta metros escasos y briznas de hierba fuerte enmarcándola, empapadas cuando sube la marea y se riza rabioso el mar. La playa de Gulpiyuri se formó después de que el mar erosionase los acantilados hasta crear una profunda cueva, y años más tarde el final de esta cueva se derrumbó, dando paso a un fenómeno conocido como dolina. Ahora está considerada Monumento Natural y tanto su posición escondida como poco transitada han permitido que la playa se conserve intacta a la mano del hombre. Es una pequeña joya de arena y piedra, respaldada por los prados asturianos asomándose al agua, y a su alrededor se respira una quietud apenas profanada por el chasquido de las olas.
Playa del Verodal (El Hierro)
Mitad marciana, la otra mitad renegada, esta playa isleña y oculta entre acantilados de piedra rojiza podría ser una de las más codiciadas de las Islas Canarias. Por su ubicación exclusiva, sus colores extraterrestres y el olor que nos llega a las narices cuando se confabulan la arena y la sal del mar, dos amantes perpetuos y caprichosos. Un amor tóxico que se devora mutuamente hasta dar lugar a esta imagen de la pasión que se derrumba por cada hora un milímetro más. Fotografiar esta playa tiene una pizca de peligro. A cada crujido de la cámara tememos que la playa se encabrite y nos lance una piedra a la cabeza. Pero este temor es una ilusión, igual que los colores de la playa del Verodal. No hay nada que temer. Solo queda disfrutar de esta belleza que nos regala nuestro país y robar su luz para llevárnosla a casa, igualitos que los contrabandistas de milagros.
Playa de La Arnía (Cantabria)
Uno de los destinos geológicos más codiciados de nuestro país se trata también de una de sus playas más fotogénicas. Este dos por uno que nos ofrece la naturaleza tampoco puede faltar en nuestras vacaciones por la costa cántabra. Y las escenas que representa nuestra imaginación cuando llegamos a tocarla son tantas que provocan mareos y tremendas alucinaciones: los fieros vikingos desembarcan aquí en busca de botín, los trirremes romanos patrullan el agua con ojillos acezantes, las brujas organizan aquí suculentos aquelarres, un gigante despistado pisó las rocas hasta darles una forma psicodélica e inigualable, la poesía que arrastran las mareas se queda atracada en los recovecos y se niega a salir. Se repite la escena de la playa de las Murallas al por mayor, quiero decir, hasta alcanzar números de vértigo, porque las formaciones rocosas de esta playa están datadas de hace 90 millones de años. Quiero decir que los dinosaurios ya venían aquí a refrescarse durante las vacaciones. Y las puestas de sol que ofrece al visitante, valga la redundancia, son propias de una película de cualquier género imaginable.
Playa de Cofete (Fuerteventura)
El mundo empieza y termina en Fuerteventura y de una forma parecida ocurre en este artículo. Corre a ver la playa de Cofete. Su nombre bonachón no concuerda con la imagen inmensa que se tatúa en nuestra retina de chiquillos (digo de chiquillos porque es una retina asombrada, excitada, chillona, con sabores a inmortalidad). Llegar hasta aquí no es del todo fácil porque hace falta utilizar un vehículo apto para carreteras sin asfaltar y pistas forestales, y tampoco es sencillo captar la imagen adecuada. En esta playa se cumple aquello de que una fotografía no es capaz de captar del todo lo que ven nuestros ojos. Pero está bien. No te estreses. Guarda la cámara en su estuche y lánzala al mar con todas tus fuerzas, alimenta a esa bestia con un sacrificio. A veces la mejor fotografía es aquella que nunca llegamos a hacer, o eso dicen los que más entienden sobre este tema.
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