Viajes
La montaña de errores históricos en Indiana Jones
El arqueólogo más famoso del cine es un viajero experto. Conoce decenas de idiomas, sabe leer sánscrito con fluidez y tiene amigos por todo el mundo. También es un valiente. Pero quizás debería repetir algunas clases de Historia, uno de los elementos fundamentales a tener en cuenta cuando viajamos a países extraños.
Asociación de ideas. Cocinando una tortilla de espárragos a las doce de la noche, escuchando Hombres G a máximo volumen - en momentos como este hace falta subir el ánimo -, me salta en el reproductor aleatorio la canción de Indiana, esa donde la novia de David Summers está locamente enamorada de Indiana Jones. Pienso que hace años desde que veo sus películas, las tengo en edición especial cogiendo polvo en el cajón. Pregunto a mi pareja si las ha visto, ella contesta que no, nunca, jamás, y a mí se me cae el alma a los pies. Al fin y al cabo, eran las películas de mi infancia. Si no ha visto Indiana Jones, no puede conocerme todo lo que debería como compañera, ni saber por qué desde crío quise viajar a destinos exóticos. Le propongo ver la primera esta noche, y si le gustan, ver las dos siguientes - la cuarta fue un insulto y no voy a volver a mencionarla -. Ella acepta, pongo el DVD, se queda dormida a los diez minutos. Yo aprovecho y me quedo viéndolas todas hasta las cuatro de la mañana. Maratón de cuarentena. Pero ha llovido mucho desde que las viera por primera vez, y no puedo evitar analizarlas con ojo crítico. En la saga hay fallos históricos y geográficos a mansalva. Horror, derrumbe de los mitos.
En busca del Arca Perdida
Todo este análisis empezó cuando, al recibir el Doctor Jones una visita de varios miembros de la CIA, comunicándole que el Arca de la Alianza está escondida en la antigua ciudad egipcia de Tanis, el arqueólogo aventurero cuenta que la ciudad fue sepultada por una tormenta de arena, alrededor del siglo I a. C. Me extraña, porque si bien Tanis fue redescubierta bajo el desierto por el arqueólogo francés Pierre Montet en 1939, la ciudad nunca fue destruida por una tormenta de arena. Más bien fueron los propios hombres quienes la abandonaron en el siglo VI d. C, debido a que las rutas comerciales que la atravesaban se desviaron hacia nuevas localizaciones. Primer fallo, rápidamente continuado cuando afirma que en el Arca de la Alianza se guardaban las tablas rotas de los Diez Mandamientos. Las tablas rotas pudieron guardarse allí, efectivamente, pero su poder se explicaba en que contenía las tablas intactas - Moisés rompió el primer par al descubrir que su pueblo adoraba a falsos dioses, poseído por la cólera -.
¿Y realmente buscaron los nazis el Arca de la Alianza? Teniendo en cuenta su rencor hacia el pueblo hebreo, además de su condescendencia por la religión católica, cuesta creerlo. Pero la verdad es que sí buscaron el Arca. Hitler y Himmler poseían un gran interés por el ocultismo, y para ellos era casi una obsesión encontrar artilugios mágicos que les permitiesen ganar la guerra. Incluso llegaron a crear una sociedad arqueológica que trataba de descifrar los orígenes de la raza aria, la Sociedad para la Investigación y Enseñanza sobre la Herencia Ancestral Alemana (Ahnenerbe). Realizaron expediciones en el Tíbet, Suecia, Italia y Rumanía, entre otras. Pero nunca en Egipto, como pretende mostrar la película. Por aquél entonces, Egipto contaba con una presencia militar británica significativa, y no estaban las relaciones entre ambos países para cederse terreno en un sector tan valorado durante el siglo XX como lo fue la arqueología. Los nazis nunca llegaron a excavar en Tanis, entre otras razones porqueno fue hasta tres años después de los sucesos narrados en el filme cuando fue desenterrada.
Y en cuanto al Arca de la Alianza solo la buscaron, que sepamos, en un lugar. Aquí, en nuestra España. Concretamente en Toledo, que debido a su estrecha unión con la tradición judía, podía guardar algunas pistas sobre el paradero definitivo del Arca. Fueron un puñado de investigadores del Ahnenerbe quienes pasaron de visita, buscando estas pistas, aunque tuvieron que regresar a casa con las manos vacías. Para decepción de su Führer.
El templo maldito
En esta entrega de sus aventuras, Indy se ve envuelto en una oscura trama cuando su avión se estrella en las montañas de la India, tras salvar la vida subido en un bote hinchable convertido en paracaídas, al más viejo estilo de las películas de Transporter. Los habitantes desesperados de un pequeño poblado le cuentan que ciertos personajes procedentes de la ciudad estado de Pankot, practicantes de magia negra, les han robado su piedra sagrada y que desde entonces su apacible pueblo sufre una desgracia tras otra. Dicen que la piedra es una de las cuatro que entregó el dios Shiva a un sabio indio llamado Shankara. Esto parece valerle al Doctor Jones para lanzarse a pegar bofetones y latigazos, a diestro y siniestro, durante las dos horas siguientes.
Pero no he encontrado constancia sobre ninguna leyenda de semejante calibre. Sí, es cierto que existió un filósofo indio de nombre Shankara durante el siglo IX d. C. También, en relación con las cuatro piedras, es cierto que el mismo filósofo designó cuatro centros de peregrinaje hinduista en cada punto cardinal de la India, y el último fue el que serviría para adorar a Shiva. Spielberg juega con las tradiciones originales y las moldea a su favor para sacarse un peliculón de la manga. Porque el monte Kailash, que es donde dicen que entregó Shiva las piedras al filósofo, es realmente el lugar donde la tradición dice que habita el dios. Aunque Shankara nunca lo pisó.
Indiana llega a Pankot, la ciudad de los malvados ladrones de piedras. ¿Y existió Pankot? No. Pero sí existió la secta de asesinos a la que pertenecen los malos, los estranguladores Thuggee. Fueron asesinos profesionales que asfixiaban a los enemigos utilizando sus turbantes hasta bien entrado el siglo XIX, cuando el poder colonial británico erradicó sus prácticas. Las cifras más estrambóticas apuntan que llegaron a acabar con un millón de vidas. De hecho, la palabra inglesa para designar a los matones - thugs - proviene precisamente de este grupo de asesinos profesionales. Y al igual que ocurre en la película, adoraban casi exclusivamente a Kali, la diosa de la muerte.
La última cruzada
En esta película tiraron definitivamente el rigor histórico por la ventana. La primera escena nos muestra a un Indiana Jones de adolescente, vestido al modo Boy Scout, al que en una actividad cultural no se le ocurre nada mejor que enfrentarse a una banda de saqueadores para llevar la “Cruz de Coronado” a un museo. Indy se excusa diciendo que es una cruz que Cortés regaló a su compañero explorador en 1520. Visto que Coronado nació en 1510, es dudoso que Hernán Cortés le regalase semejante cruz cuando apenas contaba con diez tiernos años de edad.
Pero la locura continúa. La película entera rodea el enigma del Santo Grial. Un coleccionista de reliquias descubre al Doctor Jones que el cáliz sagrado fue encontrado por caballeros franceses durante la Primera Cruzada, y que a partir de este momento fue cuando se perdió su pista definitivamente. Pero los franceses no encontraron el Grial en las cruzadas. Aunque como diría mi padre cuando encontramos un fallo en el cine, siempre tiene que haber película. Vamos a dejar pasar esta trampa por el bien de la ficción. Los pasos del arqueólogo y su padre - interpretado por el inmortal Sean Connery - les llevan al núcleo duro de la Alemania nazi en 1938. Allí son testigos de una escalofriante quema de libros al son de una orquesta fúnebre y paladas de fanatismo radical. Y es cierto que los nazis organizaron numerosas quemas de libros, música fúnebre incluida, además de prohibir a grandes autores de la talla de Hermann Hesse, Franz Kafka y Stefan Szweig. El detalle que omitieron los de Hollywood fue que las quemas se realizaron mucho antes, en 1933, nada más comenzar el régimen. Otro error que cuesta asimilar.
A la pregunta, ¿buscaron los nazis el Santo Grial?, la respuesta es afirmativa. Pero en España, otra vez. En esta ocasión, en el monasterio de Montserrat. El propio Himmler fue recibido con gran pompa en Barcelona durante su visita en busca del Grial, en octubre de 1940. Viajó al monasterio acompañado por su séquito y pidió permiso al abad Aureli Maria Escarré para visitar las catacumbas, y comprobar sus sospechas de si el Grial estaba allí escondido. Pero el abad se negó en redondo y Himmler regresó a Alemania con una rabieta importante. El comandante de las SS pretendía conseguir el Grial tras hacerse con la Lanza del Destino, que dicen fue la que usó el centurión romano para asestar la estocada final a Jesucristo crucificado. La historia supone que el poseedor de la Lanza jamás será derrotado, y curiosamente Hitler se suicidó tres días después de que esta cayera en manos de los estadounidenses. Pero la lanza, confiscada por los nazis a Austria tras su anexión, tampoco es la original. Pruebas realizadas en el año 2003 la localizan en el siglo VII d. C.
Los errores siguen. Los nazis llegan a un acuerdo con el sultán de Turquía para investigar el desierto en busca del Grial, cuando Turquía es una república desde 1922. Las banderas de los tanques que les concede el sultán pertenecen a Marruecos. Y lo peor, el escondite del Grial no es otro que la ciudad perdida de Petra, situada en Jordania, a casi 900 kilómetros de Alejandreta - lugar donde se supone que encuentran el Grial-.
Las películas están cargadas de suspense y emoción explosiva, siguen siendo un clásico y las volveremos a ver cuando se nos pase la decepción. Pero Indy, por favor. Repasa tus apuntes de Historia.
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