Cargando...

Opinión

Paisaje en medio de la batalla

El Gobierno presume de éxitos económicos, pero abundan los datos en contra. La OCDE dice que los trabajadores españoles han perdido un 2,5% de poder adquisitivo desde el año 2019

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez Parra / EpParra / Ep

Antonio Saura (1930-1988), uno de los grandes genios españoles del arte –pintura sobre todo– post-contemporáneo, aunque él detestaría la descripción, explicaba que «el lienzo es un campo de batalla interminable.» Starmer es primer ministro del Reino Unido y Emmanuel Macron deshoja, en Francia, la margarita de lo que él mismo ha organizado con unas elecciones anticipadas, tan democráticas como abiertas a que las cargue el diablo, que suele suceder. Al sur de los Pirineos, en España, Pedro Sánchez, al margen de lo que presuma, hace equilibrios para que su Gobierno, que no es inestable, pero está cogido con alfileres, permanezca, continúe. Es, por eso, el paisaje, en medio de la batalla, que no ha terminado, sino que continúa con todas sus contradicciones, también económicas, quizá las más preocupantes.

Lampedusa, un clásico del siglo XX, acaso ignorado por demasiados, insistía que «todo cambie para que todo permanezca». Sánchez y los suyos lo subliman, al mismo tiempo que Yolanda Díaz, la «vice», que nunca volverá a ser y que jamás soñó verse en otra igual, arremete contra la libertad –es así– de quienes quieren o necesitan trabajar más. El Gobierno –lo hacen todos, aunque con menos desparpajo– presume de éxito económico, pero abundan los datos en contra de esa teoría. La OCDE, uno esos organismos internacionales, nunca sospechosos de deriva derechista, acaba de alertar de que los trabajadores españoles han perdido un 2,5% de poder adquisitivo desde 2019. Podía haberle ocurrido a Mariano Rajoy o incluso a Alberto Núñez Feijóo, pero ha sucedido durante los gobiernos de Pedro Sánchez, con Nadia Calviño –ahora en el Banco Europeo de Inversiones, por encima del bien y del mal– al frente de la Economía y con María Jesús Montero, volcánica y sanchista hasta el estrago, en Hacienda. El Gobierno, y no solo el Gobierno, celebra que se le haya cortado el paso a Marine Le Pen en Francia. Es un éxito de la democracia pero –los extremos siempre se tocan–, Melenchon, el líder de la extrema izquierda gana y tampoco es ninguna alternativa viable.

Los británicos, escaldados de las locuras aislacionistas, ya irremediables, acaban de dar un voto de confianza –gracias al sistema electoral, que nadie lo olvide– a unos laboristas –socialistas– moderados y pragmáticos, al estilo de Tony Blair o de Felipe González, que fue el que primero transitó por esa vía, después de obserbar el fracaso del primer experimento social-comunista de Mitterrand, que es algo de lo que no se acuerda casi nadie, como del gol de Zarra, Telmo, (1921-2006), en 1950, en el Mundial de fútbol de Brasil, contra Inglaterra, a pase del no menos renombrado Piru Gainza (1922-1995), los dos del Athletic Club, de Bibao, claro. Historia tan real como intrascendente.

Alicia Coronil, economista jefe de Singular Bank y una de las expertas españolas más perspicaces, apunta, en su último informe, que «una vez despejado el resultado electoral en Francia, no cabe duda de que las incertidumbres sobre la gobernabilidad del país han comenzado a permear en el sentimiento económico de la Eurozona». Traducido a un lenguaje más llano, incluso vulgar, significa que hoy el horizonte económico esté atiborrado de dudas, cuando no de nubarrones.

El economista socialdemócrata José Carlos Díez, en su último informe mensual –hay que leerlo–, explica que «la prima de riesgo de la deuda pública francesa casi se ha duplicado con la alemana». El resultado electoral en Francia, tras la segunda vuelta, el invento hasta ahora feliz de Charles de Gaulle (1981-1970), ha calmado algo las cosas, pero solo ha pospuesto los problemas que, de rebote, afectan a España, más de lo que muchos quieren ver. «Francia –escribe Díez– es ahora más vulnerable al contagio de la inestabilidad financiera global.» El experto, poco sospechoso de ser partidario de Feijóo y compañía, pero riguroso con datos y análisis, insiste en la «extrema vulnerabilidad financiera de la economía española». «Los países –apostilla– no quiebran, tienen problemas de liquidez y se ven obligados a refinanciar su deuda y eso provoca graves crisis financieras y económicas». España, no se puede olvidar, tiene que refinanciar todos los años deuda por importe de casi un 20% del PIB, es decir, casi 300.000 millones de euros, imprescindibles, aunque el Gobierno lo obvie, para pagar pensiones, salarios de funcionarios, atender la sanidad y la educación. España, en medio de las incertidumbres galas –que persisten– resiste, pero no deja de ser un país «muy vulnerable al contagio de episodios de inestabilidad financidera global», recalca Díez en su análisis independiente. «Batalla interminable», diría Saura.

Los peligros del espectacular crecimiento de la banca en la sombra

La estadounidense Elisabeth McCaul, miembro del Consejo de Supervisión del Banco Central Europeo (BCE) desde su creación, hace ya diez años, advierte de los riesgos del espectacular crecimiento de la banca en la sombra, es decir de intermediarios financieros, que no son bancos, pero que también prestan dinero. El asunto es relevante porque los activos de la banca en la sombra suman ya 42,9 billones de euros frente a los 38 billones que están en manos de los prestamistas tradicionales.

Las consecuencias del Brexit, la Unión Europea y la euforia de Wall Street

Acaban de cumplirse nueve años del Brexit, casi al mismo tiempo que los laboristas regresan al poder en el Reino Unido. El analista Juan Ignacio Crespo ha analizado el comportamiento desde entonces de la bolsa de Londres y del principal índice europeo, el Euro Stoxx 50. Mientras el mercado londinense ha subido desde entonces un 26%, el europeo se ha revalorizado un 59% y todavía más el Dow Jones de Wall Street, en donde algunos ven ya signos de burbuja.