Zaragoza
Y tres toreros pagaron con sangre
Seria tarde de Javier Jiménez, herido; Adame, que corta una oreja; e Iván Fandiño sin suerte y herido también en Zaragoza
Seria tarde de Javier Jiménez, herido; Adame, que corta una oreja; e Iván Fandiño sin suerte y herido también en Zaragoza
- Zaragoza. Tercera de la Feria del Pilar. Se lidiaron toros de Fuente Ymbro, desiguales de presentación. El 1º, noble y flojo; 2º, de buen juego; 3º, noble y punto apagado; 4º, soso y de corta arrancada; 5º, movilidad y repetición aunque le cuesta humillar; y 6º, va y viene sin clase y desarrolla a peor. Más de media entrada en los tendidos.
- Iván Fandiño, de vainilla y oro, estocada (saludos); estocada contraria (silencio); dos pinchazos, estocada corta (saludos).
- Joselito Adame, de azul marino y oro, estocada (oreja); estocada que hace guardia, estocada (saludos).
- Javier Jiménez, de verde botella y oro, estocada (oreja); aviso, pinchazo, estocada, descabello (saludos).
Parte médico de Javier Jiménez. Cornada en el muslo derecho, a la altura de la rodilla, de dos trayectorias 12 y 10 centímetros. Pronóstico grave.
Parte médico de Rafael Limón Herida de doce centímetros en el triángulo de Scarpa del muslo derecho de dos trayectorias. Pronóstico menos grave.
Parte médico de Fandiño. Cornada de poca profundidad pero extensión de unos doce cm. en el muslo derecho.
Sin curvas, sin vías de salida en el último instante, ese en el que el miedo hace presa... En la línea recta más recta tomó Javier Jiménez la suerte suprema al tercero. No había sonado la música pero partitura tuvo la faena de principio a fin. El toro era noble, apagado y a la espera en el trasteo de muleta, y muy certero en el momento de la verdad. Cuando cruzó el infierno de los pitones no hubo salida y por la rodilla le metió el pitón al torero sevillano. Quiso seguir pero difícil le fue mantenerse en pie y tuvieron que meterle a la enfermería para operarle. Dejó una faena de ansias, de querer y de saber el punto exacto en el que se encuentra su carrera. Contrato a contrato. Sudado y bañado en sangre. Mucha verdad puso en la faena con ese toro, que iba y venía con nobleza y justeza de ímpetu. Acabó con el toro Fandiño, que toreaba con una cornada muy reciente, apenas una semana y no contó con la suerte de cara. Ni con el que abrió plaza, que tuvo buen aire y nobleza pero poca fuerza y perdiendo el ritmo; peor un cuarto tan noble como flojo. Sin caminos abiertos. Y despachó a un sexto, que no tuvo clase, rebrincado en la muleta y que en un momento le hizo presa y le metió un navajazo en el muslo derecho, que no parecía tener profundidad pero sí extensión. Aguantó el tipo y mató al toro. Hombría.
Andando salió Joselito Adame, que tuvo más suerte con un segundo que fue a más el toro en las manos del torero. Precisas, a favor del animal y medido en los tiempos de la faena, sobre todo al natural, por donde logró más enteros la labor con un buen final en una estocada al encuentro. Buen toro. Paseó una oreja. A Rafael Limón, banderillero que cortaba en el tercio de banderillas del quinto, le vino la cara amarga del toreo casi sin darle tiempo de reacción. Y al descubierto quedó ante el toro que fue certero para cogerle y herirle. A la enfermería. Con él, el toro, se quedó a solas Adame. Y convencido de lo que hacía. El animal tuvo mucha movilidad, repetición y casta, aunque le faltó entrega para tomar la muleta por abajo. Se le vio muy centrado y serio durante todo el trasteo, por uno y otro pitón, en los comienzos por estatuarios y en el ocaso. La espada esta vez no entró; la faena sí. Y lo que entró de veras fue el respeto. La tarde lo mereció.
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