"Pepe Luis Vázquez"
Un figurón de época
Con Pepe Luis Vázquez se nos va uno de los grandes. De los de verdad. Tuve ocasión de coincidir en Córdoba con él. Fue un encuentro entrañable y más sabiendo quien tenía delante. Sabiendo el figurón que había sido en su época. Tenía los recuerdos agradables de conocer a un gran torero de una época distinta y diferente. Precursora de la mía. Ahora, estoy muy dolido, siento mucha una pérdida que no creía tan rápida. Afortunadamente, la vida le ha dado muchos años de vida junto a su familia y, sobre todo, le ha permitido saborear las mieles de esta profesión tan complicada. Nadie del toro a quien preguntes hablará mal de un torero que fue y sigue siendo modelo a imitar. Torero de escuela, en su caso, la sevillana. Patrón para los que vinieron después. No extraña que todo lo que se hable de él sean cosas emocionantes como persona y como torero. En los dos ámbitos, ha sido espejos para muchos. Ahora hablamos de esa escuela sevillana en Emilio Muñoz, Morante, Daniel Luque o Lama de Góngora, todos confluyen en Pepe Luis, porque fue la raíz de decenas de tallos. Figuras insignes como Luis Miguel, Litri o El Vito hablaban de su genialidad. Inigualable. Supo convencer a dos aficiones sabias como Madrid y Sevilla, que cayeron rendidas a su torería. Eso quiere decir algo. Sin duda, una de las personas más influyentes e importantes que ha dado la Historia del toreo.
Yo, particularmente, me quedo con esa personalidad tan especial. Ese saber estar dentro y fuera de la plaza. Sobre el ruedo, su principal cualidad fue el temple, la gran diferencia con el resto. Su sentido artístico, obviamente, fue lo que llamó más la atención por la innovación que despertó. Lances y muletazos genuinos. Repletos de sabor. Pero, ese temple, esa manera de meter en la muleta con despaciosidad a los animales era inconfundible. Ayer nos dejó, estoy costernado, pero su legado pervivirá cada tarde en una plaza de toros.