Toros

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La leyenda que no cesa: Ventura, cinco orejas y rabo en Madrid

Histórica tarde del hispano-luso, primer rejoneador que corta un rabo en Las Ventas, premio que no se concedía desde 1972; décima Puerta Grande de Cartagena

Diego Ventura saliendo por la Puerta Grande de Las Ventas, junto a Andy Cartagena / EFEE
Diego Ventura saliendo por la Puerta Grande de Las Ventas, junto a Andy Cartagena / EFEElarazon

Las Ventas (Madrid). Penúltima de la Feria de San Isidro. Toros de Los Espartales. El 1º, mansurrón y sin cielo; el 2º, gran toro, con fijeza, ritmo, transmisión y duración; el 3º, manso y aquerenciado; el 4º, buen toro, con prontitud, codicia y buen tranco; el 5º, manejable; y el 6º, de gran juego, tuvo fijeza y ritmo, de suave embestida.

Andy Cartagena, pinchazo, rejón trasero (oreja); rejón trasero y caído (saludos; rejón entero (oreja).

Diego Ventura, rejón trasero (dos orejas); rejonazo de efecto fulminante (dos orejas y rabo); pinchazo, rejón entero en dos tiempos (oreja).

Era cuestión de tiempo. Una realidad a la que sólo quedaba grabar la fecha. El sábado 9 de junio de 2018, el día. Forjado ya en oro en la historia del rejoneo. De la Tauromaquia. Diego Ventura, su protagonista. Sí, el de las dieciséis Puertas Grandes en Madrid. El que dejó atrás este mismo año a Su Majestad El Viti en ese ranking en La Meca del toreo. El que ayer incrustó su nombre a continuación del añorado Palomo Linares. Suyo era el último rabo en Madrid. En 1972. Vida y media desde entonces. Lo había rozado varias veces, ayer, llegó por fin. Diego Ventura cortó un rabo en Madrid. Así. El primer rejoneador de la Historia que lo consigue. Cumbre su tarde. Tres faenas en las que soñó el toreo para convertirlo en gloria y hacer sentir a las 24.000 almas, privilegiadas, que eran testigas de un enorme pedazo de Historia. La leyenda viva escribió una página más con «Biemplantao», de Los Espartales. Esperó el hispano-luso al toro con la garrocha con «Lambrusco» metido en la misma bocana de toriles. Lo enceló de forma soberbia para vertebrar después una lidia colosal. Supuró pureza y verdad el tercio de banderillas sobre «Fino». Magistral en distancias, cites y batidas al pitón contrario. Mantuvo la línea ascendente sobre «Bronce», con el que pisó terrenos comprometidos para llegarle a un toro que tuvo celo, buen tranco y transmisión. Entonces llegó el momento de «Dólar». Cogió dos banderillas y quitó la cabezada al tordo. Citó de frente, muy en corto, y clavó los palos en una moneda. Muy reunidos. Las Ventas, un manicomio. Enterró el rejón entero, de efecto fulminante, y la marea blanca de pañuelos no se aplacó con el doble premio. Rugió Madrid hasta obligar al presidente a sacar el pañuelo por tercera vez. Histórico rabo para Ventura.

Antes, había desorejado ya a su primero. Menos lleno, el segundo de Los Espartales fue buen toro. Tuvo fijeza, mucho ritmo y duración este «Marqués I». Se lo dejó crudo con «Guadalquivir» con un solo rejón de castigo y «Nazarí» se encargó de hacer rugir Madrid. Lo de este caballo castaño con sus sempiternos lazos verdes y blancos es de otro mundo. Sería puro ensueño si no lo hubiéramos paladeado ya tantas tardes. Le ofreció el costado al burel y lo llevó cosido a milímetros. Ni un papelillo de fumar cabía entre montura y astas. Vuelta y media al doble anillo venteño templando los derrotes del toro. Perfecto. Madrid, rendida, a sus pies. Cumbre. Clavó muy reunido. Y siguió toreando de costado con una expresión enorme. Mantuvieron la intensidad las piruetas de 360 grados de «Importante». Hasta tres llegó a encadenar. Cerró la obra con «Remate» con un rejón fulminante, aunque trasero. La plaza, un clamor. Las dos orejas, incontestables.

En el sexto, no levantó el pie del acelerador y firmó la faena más completa de sus tres toros. Solo el fallo con los aceros impidió que paseara trofeos. En plural. Quién sabe si otro rabo... Sólo cortó una oreja después de clavar el rejón de castigo, de frente, según salía el toro de chiqueros, sobre «Guadalquivir». Volvió a templar con muletazos de costado sobre «Nazarí». Seguramente, el mejor caballo que pisa ahora mismo los ruedos. Quiten, de hecho, el seguramente. Después «Lío» hizo honor a su nombre con tres banderillas al quiebro mayúsculas. La segunda, rompiendo las leyes de la Física. Imposible ajustarse más. De 11 sobre 10. Tres cortas al violín sobre «Remate» de una tacada. Sin enmendarse. No hubiera querido estar en la piel del presidente si Ventura no pincha al toro... Tras el rejón entero, echó pie a tierra y muleta en mano, ligó un molinete, un natural y una trincherilla, excelsas para, acto seguido, descabellarlo sin fallo. Otro trofeo más.

En la misma boca de riego esperó Andy Cartagena al primero, un toro que manseó mucho y barbeó de salida. Ahí, buscó desengañarlo con «Cuco» en un palmo de terreno. Le faltó celo al toro, que se emplazó en los medios. Dejó buenas farpas con «Picasso» y «Bandera», con el que citó a tres patas, batiendo al pitón contrario. Vistoso, pero sin apreturas. Carrusel de cortas al violín sobre el Appaloosa «Pintas», antes de un rejón trasero, tras pinchazo. Pese a ello, inauguró el marcador, Andy con la primera oreja del mano a mano. No pudo pasear nada del tercero, otro manso que buscó la querencia de las tablas, primero, y se paró enseguida, luego. Cartagena puso mucho y le llegó mucho con sus monturas, pero no hubo forma de prender la mecha en el tendido. Destacó con «Luminoso», sobre el que dejó buenas banderillas al violín antes de gustarse en elevadas «andando» sobre los cuartos traseros. Con el manejable quinto, cortó la otra oreja para asegurar la salida en hombros. Destacó adornándose con balancínes sobre «Cupido» para después dejar un buen par a dos manos, nuevamente, sobre «Pintas». Dejó un rejón certero y logró su décima Puerta Grande. Que tampoco es tajada pequeña. Se fue con Ventura en volandas calle Alcalá arriba. Y Madrid hablando de toros. Privilegiados de vivirlo. Más aún de intentar contar lo inenarrable. Historia y gloria para Ventura.