Toros
La ambición de Luis David y un toro con estrella
El mexicano corta una oreja y se asoma a la Puerta Grande de Las Ventas
Las Ventas (Madrid). Décima de San Isidro. Se lidiaron toros de Juan Pedro Domecq. 1º y 4º, nobles pero de poco fondo; 2º, va y viene sin entrega; 3º, bravo y bueno; 5º, desigual y cambiante; 6º, Tres cuartos de entrada.
Finito de Córdoba, de berenjena y oro, cuatro pinchazos, aviso (silencio); media estocada (silencio) .
Román, de azul y oro, pinchazo hondo, aviso, tres descabellos (silencio); media estocada, dos descabellos (silencio).
Luis David Adame, de blanco y plata, estocada (oreja); pinchazo hondo, dos descabellos (ovación).
En honor al doctor Vila fue un minuto de silencio. A los 80 años perdía la vida el doctor sevillano que forma parte de la historia de los toreros, bien lo saben los protagonistas. Para volver a vivir los momentos buenos, muchos han transitado el infierno. Manos salvadoras las suyas. La fe ciega de saber que Vila estaba allí. Desde arriba a partir de ahora. En Madrid se le recordó y en la piel de tantos se sentiría la memoria de las cicatrices.
Fino toreó bonito a la verónica en su honor. Y la media. Torero. Él. Se le esperaba. De esas cosas que se sienten en el ambiente. Y quiso Fino, pero a la nobleza del primer toro le faltaba un punto de vibración para que la cosa fluyera de veras. No tenía prisas y al natural encontró algún muletazo de bella factura. Por torería no iba a ser. La espada fue otro cantar. Aligeró con el acero en el cuarto. El toro no le dio grandes alegrías, pero anduvo torero Fino, y da gusto verle.
No hubo toreo a la verónica en el saludo de capa de Román. Al tercer lance se echó el capote a la espalda y lanceó al toro desafiando la lógica. Y así siguió para plantear la faena en el centro del ruedo, con la muleta plegada y al natural. Huracanada fue la primera arrancada, lástima que luego el toro no estuvo a la altura de la sinceridad del torero. Sin entrega y con ganas de rajarse, condicionó la faena y las ambiciones del torero. También el quinto, irregular y desigual. Cara de póker para justificar así una tarde en Madrid.
El tercero fue a la muleta de Luis David Adame con mucha dinamita, porque lo tenía dentro. Toro bravo, encastado y bueno, que exigía, porque tenía la embestida profunda y pedía que las cosas se le hicieran perfectas. Tuvo mérito todo, porque no era toro simplón sino importante. La faena se vivió con los tiempos templados, costó meterse en ella. De hecho, hubo que esperar a las bernardinas del final para que la cosa explosionara, aunque es verdad que había resuelto antes. Se fue detrás de la espada como un diablo. Toro de nota en la feria este de Juampedro. Nos acordaremos. Para infartarse fue el pase cambiado por la espalda al sexto. Increíble pareció a los ojos que no le cogiera. Luis David no perdió de vista ni un solo momento que la Puerta Grande la tenía a medio abrir. Tuvo movilidad el toro, aunque le costaba después despegarse de la muleta, salirse de ella y evolucionó como un rayo a revolverse y no querer pasar. La entrega había sido absoluta. Y ahí quedaba.