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«La reina Carlota»: larga vida a la reina
Netflix acaba de estrenar la precuela de «Los Bridgerton», spin off de la mano de Shonda Rhimes y con los actores originales
No hay que ver muchos capítulos para ver la mano de Shonda Rhimes en la precuela del universo de «Los Bridgerton», «La reina Carlota», miniserie de seis capítulos que acaba de estrenar Netflix. Todo en el ambiente recuerda a la insolencia, el humor y los toques de la productora, directora y también creadora de un estilo de época único, basado en los ocho libros de la autora Julia Quinn. Eso sí, para aquellos que quieran acercarse con críticas al estilo de «The Crown» se encontrarán con un aviso «amable» de su creadora: «La serie es una ficción inspirada en los hechos, no una lección de Historia».
Sin duda, «La Reina Carlota: una historia de Los Bridgerton» es un ágape para los fans de la ficción principal, de la que pronto se esperan noticias del estreno de su tercera temporada, previsiblemente para el verano de este año. Hágase saber que es imposible no hacer spoilers, teniendo en cuenta que es una precuela y que todo desemboca en lo que ya se ha visto en la pantalla sobre Sofía-Carlota de Mecklenburg-Strelitz, nacida en 1744 y reina de Gran Bretaña e Irlanda. En esta ocasión, esta apuesta personal de Chris Van Dusen y Shonda Rhimes, nos tralada a los 17 años de la joven, que ve como de la noche a la mañana, su hermano firma los papeles que la trasladarán desde Mirow, en el norte de Alemania, en un viaje de seis horas de carruaje, a la capilla para casarse con el futuro rey Jorge III (el granjero). Todo se convierte en una fantasía desde ese momento, en el que la joven Carlota (interpretada con energía por India Amarteifio), abrumada por la inmediatez de casarse con alguien a quien no conoce y podría ser un «troll», decide fugarse antes de la ceremonia y saltar el muro que la separa de su libertad. Pero un apuesto joven llamado Jorge (Corey Mylchreest), sorpresa, la convence de que «hay peores destinos que casarse con el Rey de Inglaterra». Convencida y deslumbrada, Carlota accede, pero solo es el comienzo de su aparente desdicha, cuando su marido no quiere consumar en la noche de bodas ni en casi toda la luna de miel, encerrando a la joven en una jaula de oro.
También es un punto a favor en la serie los saltos en el tiempo, que nos devuelven a una época con la reina Carlota ya mayor (con la vuelta de la divertida Golda Rosheuvel, Adjoa Andoh, como Lady Agatha Danbury y Ruth Gemmell en el papel de Lady Violet Bridgerton. En esa actualidad la mayor preocupación de la monarca es ofrecerle un descendiente a la nación, de entre los 15 hijos e hijas que engendró (los días pares) con su marido. Así que pone todas sus «energías casamenteras» hacia el interior de las paredes de palacio, pobladas de hijos puteros (más de 50 hijos ilegítimos) e hijas envejecidas y solteronas. Cabe destacar que la serie no pierde emoción ni acción, con las consabidas escenas de sexo por doquier, puesto que cualquier esquina de Buckinham es propicio para dar rienda suelta a las pasiones, también para las relaciones homosexuales sin cinco pasos detrás. Ojo a Lady Agatha Danbury, interpretada con malicia por Arsema Thomas en su debut en televisión, que pasa de golpearse la cabeza en el cabecero de la cama marital, a tener el corsé por las cuerdas de toda la corte.
Es una lástima que ya sepamos seguro que no habrá segunda parte de las correrías de la alta sociedad londinense, reformada a su pesar con un baile entre los de un lado y otros, ya que la historia termina donde debe terminar sin estirar el chicle y quizá con la confianza de que exista la posibilidad de un spin off más de la factoría de Shondaland y Netflix sobre las dos grandes amigas y consejeras de la reina, Lady Danbury y Lady Violet Bridgerton, que todavía se guardan admiración y rencor a partes iguales. Sï podemos decir que la miniserie es perfecta para un sabroso atracón que nos permitirá disfrutar una otra vez de las aventuras de pompón, las persecuciones de Brimsley por las escaleras de palacio y la recogida de la naranja en su propio árbol. El único sano, el enfermo rey Jorge, y saber que la reina Carlota hizo muy bien en no saltar aquel muro el día de su boda. O no tendríamos qué esperar de nuestros queridos Bridgerton o de la próxima coronación de Carlos III.
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