Entrevista
Hugo Silva: «Es real, los sinvergüenzas siguen adelante y no pasa nada»
La historia de César, el abogado que hace funambulismo entre la legalidad y el crimen organizado en «Marbella», la serie de Movistar Plus+, continúa
Se veía venir. Una ficción con un final tan abierto y tan adictiva como «Marbella» no se podía quedar en una única temporada. Nos gusta el morbo, conocer el lado oscuro, explorar, en la piel de otros, lo que sería vivir sin esos principios que nos hacen llevar una vida ordenada. Por eso conectamos con César, el personaje que Hugo Silva interpreta brillantemente en la serie de Movistar Plus+ y del que queremos saber más, ahora que se trabaja en una segunda entrega de capítulos.
No creo que muchos lo desconozcan, pero situémoslos, ¿cómo describe a su César?
Él es un abogado que vive en Marbella y que durante la serie te presenta todo el ecosistema marbellí de las bandas criminales. Lo que pasa es que, bueno, es un abogado que también forma parte de ese ecosistema y además es una persona que se mueve al límite, con lo cual está en esa frontera de entrar en la cara oscura del negocio con todo lo que eso conlleva.
¿Cree que este tipo de gente siempre se sale con la suya?
Es que es algo que pasa, es real, los sinvergüenzas siguen adelante y no pasa nada, después de la que han liado, la de gente que ha caído, aquí todo sigue igual. ¿Te suena de algo? Es triste, pero pasa mucho.
¿Qué le ha prestado Hugo Silva a su personaje?
Aparte de mi imagen, absolutamente nada. Es que no comparto ni entiendo a este personaje, por eso me ha me ha encantado hacerlo. Es todo lo que no soy. De verdad, no tiene nada que ver conmigo. No solo es una cuestión de moral, ni nada, es incluso de gustos personales. A mí me gusta la sencillez, las amistades verdaderas… Los lujos, las cosas fáciles y el postureo no me atraen nada.
Tener carta blanca para hacer todo lo que, como persona, no se ha planteado nunca, debe ser divertido.
Por supuesto. Es que este hombre cruza todos los límites, incluso cruza la cuarta pared. Le da igual todo. Y lo que dices es cierto, hacer un personaje así te da muchas licencias, te sientes muy libre y es muy divertido. Lo disfruté muchísimo, pero también te digo que me demandó mucho trabajo, porque es de los más complejos en muchos sentidos y también por la técnica que se ha utilizado en la serie, con mucho plano secuencia y todo eso, pero es un personaje divertidísimo.
Hay morbo en eso.
Claro, pero si pensamos, por ejemplo, en casi todo lo que ha hecho Scorsese, o en películas como «El Lobo de Wall Street», son ficciones basadas en lo real que te llevan a esos lugares oscuros, que te cuentan y te enseñan aquello que nuestros principios o nuestra moral nos impide experimentar, y eso tiene morbo. Pero así como un actor tiene que disociar eso, el espectador también tiene que entender que lo que está viendo es entretenimiento, que no estamos dando lecciones, ni blanqueando un estilo de vida. Por ejemplo, yo no podría vivir en una situación como la César sin que me diera un ataque de ansiedad enseguida
¿Acercarse a estos personajes le ha afectado alguna vez?
Realmente no, es decir, cuando actúo siento que estoy jugando, entonces puedo ir al límite. No tengo ningún problema en explorar esa experiencia. Que yo recuerde, ningún personaje me ha dejado tocado, ni me lo he llevado a casa, ni nada de eso. Soy muy capaz de disociar y de soltarlo. Alguna situación, a lo mejor, algo puntual o alguna secuencia que me haya removido algo íntimo y personal de mi vida sí ha pasado. Pero creo que, de momento, puedo hacer cualquier personaje, hasta el más odioso, que no es el caso, porque César, a pesar de todo, es un tío bastante majete.
Es detestable.
Es que es un abogado que tiene discursos para todo y te enreda. De hecho, con la chica que trabaja en su despacho, después de ser el abogado más repugnante, más frío, y de salvar a un cliente que es un hijo de puta, va y le da una lección de derecho romano o de principios de ética. Pero es lo que me gusta de ese del personaje, que es capaz de darle la vuelta y de argumentarte que lo que él hace es lo justo.
Tiene algo bueno: Álex.
Cierto, es bonito porque ella es el punto de vista del espectador y precisamente es con la persona con la que tiene una relación real y pura. No hay ningún interés, es puro amor, nada más. Y también es lo que salva al personaje. Pero es curioso porque eso, precisamente, es su punto débil de cara a los demás en el mundo en el que está. Esa parcelita de humanidad es su talón de Aquiles, por eso empatizas.
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