Dura entrevista
Ana Obregón a Bertín Osborne: “Mamá, perdóname por tener un hijo defectuoso”
Así comenzó la décima temporada de “Mi casa es la tuya”
Pocas entrevistas han sido tan esperadas y duras como la de Ana Obregón con Bertín Osborne para abrirse en canal. Eso fue lo que hizo. Esta vez no era Ana Obregón ni la actriz ni la de las campanadas ni la del glamour. Fue una Ana cercana y abatida dos años después por la pérdida de su hijo por un puñetero cáncer devastador en plena juventud. “Llevo año y media metida en casa en chándal”, admitía.
Suponía el comienzo de la décima temporada de “Mi casa es la tuya” de Telecinco con una de las entrevistas más duras de todas las que ha hecho. La dureza de ver morir a un hijo: “Que me hubiera llevado a mí. Ahora solo le pido a la vida volver a nacer, volver a una vida sin él”. Bertín también recordó su drama: “A mí se me murió uno en brazos y tengo otro que tiene que vivir a través nuestro”.
“Cuando pierdes un hijo sientes el dolor infinito, que no tiene límites, y también el amor infinito”, comenzó diciendo Obregón mientras ambos admitían no saber cómo encarar la conversación. “Un día estaba comiendo, acababa de rodar Paquita Salas, en un restaurante y me sentía la reina del flow. Me llamó mi hijo que estaba fatal, con dolor en el estómago, y lo llevamos corriendo al hospital. A la una y media de la mañana, él estaba sedado, viene el médico y me dice que mi hijo tiene un tumor. Yo no entendía nada y no podía parar de llorar. Por la mañana vino el padre y se lo dijimos. Le hicieron una resonancia y a los 10 días nos dijeron que era malo y muy agresivo”.
De la noche a la mañana les cambió la vida a todos y juntos tomaron la decisión de irse a Estados Unidos, a Nueva York. “Estuvimos allí 7 meses, con quimios de 10 y 12 horas en el hospital. Hizo más de 100 quimios con 25 años. Yo todos los días le veía fuerte, con sentido del humor y es la lección más grande que me pudo dar”. Fue entonces cuando recordó una de las frases más potentes de su hijo: “Mamá, perdóname por tener un hijo defectuoso”.
Y continuó con los malos recuerdos: “A los 5 meses le hicieron una resonancia y nos dicen que se ha reducido un 90%. Fue la única vez que lloré delante de él. Y me dijo: ‘Mamá no dramatices’”. “Nos mandaron a España para que siguiéramos la quimio allí. Hicimos cuatro meses más en Barcelona, de quimios durísimas, y nos dijeron que estaba curado. Que no había ni rastro. Volví a vivir”.
Tregua corta
Las buenas noticias duraron poco y “el tumor volvió y ahí se vino un poco abajo”, admitía Ana. “Vuelta a las quimios. Le operaron dos veces, empezó la pandemia, y el 24 de marzo me llaman y me reciben 7 médicos para decirme que no había nada que hacer”.
Ana se derrumbó al contarlo: “Vaya mierda, ¡cómo sufrió! Se fue y yo me fui con él”.
“Ya lo he soltado, te juro que lo voy a borrar, pero quiero que la gente sepa lo fuerte y valiente que fue Ales hasta el final”.
“He creado la Fundación para investigar el cáncer porque me quiero centrar en eso. Quiero seguir su legado. No hay dinero en este país. Me he cansado ya de pedir a los políticos. Por supuesto han aprobado los presupuestos generales y no hay nada para investigar el cáncer. Eso me motiva un poquito”. Ella misma se ha encargado de explicar en sus redes que ha cobrado por la entrevista y que lo donara a la fundación para investigar.
Qué hay del futuro en esta situación
“Yo me perdono la vida todos los días. Me parece tan injusto estar yo aquí y que no pueda estar, salir divertirse, tener una familia. He leído muchísimo, sobre la muerte, la física cuántica, estudiando el cerebro... Hay que entender la muerte para entender la vida. Eso me ha ayudado un poco”. Y es que, ella misma reflexionó sobre la pérdida de su hijo: “El duelo es el precio que pagas por haberte atrevido a amar tanto”.
Las campanadas
Bertín le preguntó sobre cómo había sido capaz de dar las Campanadas: “Llevaba 6 meses metida en mi cuarto. Me costaba levantarme de la cama, hablar, porque el mundo se para.Cuando pierdes un hijo te mueres pero tienes la obligación de seguir viviendo. Y cuando me llamaron para las Campanadas pensé que estaría un mes antes pensando que tenía que hacer algo de trabajo. Y acepté”.
“Llegó el día de las Campanadas y una llorera, lo eché todo, me maquillaron y el conductor que me llevó se llamaba Alex. Me llevó Alex”, contó. “Ante la cámara me sentí como si estuviera sola hablando con mi hijo. No era Ana Obregón, ya no volveré a serlo más, era mi corazón hablando de verdad. Ya no volveré a ser más Ana Obregón”.
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