Operación Triunfo
“Operación Triunfo” podría ser el nuevo “Gran Hermano”: amenazas, jaleo y besos a escondidas
La Gala 4 de ayer fue un claro ejemplo de cómo peligra la esencia de un formato que, si no fuera por la firme decisión de protegerlo por parte de gente como Noemí Galera, ya habría pasado de ser un “talent” a un “reality”
Conste en acta que a priori ni el amor, ni la reconciliación ni la rectificación son gestos o sentimientos negativos. Sin embargo, en un programa de televisión hay que saber separar si el objetivo es el de salvaguardar la esencia de un formato. Más de 10.000 jóvenes se presentaron al casting de “Operación Triunfo 2020” en diversas ciudades españolas. Cada uno con sus voces, mejores o peores, y con el sueño y aspiración de dedicarse de manera profesional a una carrera tan complicada como gratificante que es la musical. ¿Qué pensarán aquellos que se quedaron a las puertas del programa cuando ven que hay más de circo que de valoración de talento en esta edición?
La Gala que se emitió ayer en La 1 de “OT 2020” fue testigo de la primera interpretación de Blas Cantó en directo de “Universo”, canción que representará a España en la próxima edición de Eurovisión. Asimismo, los “triunfitos” volvieron a defender sus actuaciones, como cada domingo, asumiendo y aprendiendo de las valoraciones tanto del jurado como de los profesores. Por su parte, la emoción se palpó durante la despedida de Nick, expulsado de la Gala 4, que abrazó a sus compañeros haciendo alarde de la conexión especial que se establece cada año en la Academia, así como Anaju y Javy fueron los nuevos nominados para esta semana. Un “talent” en el que la música es hilo conductor y en el que la exigencia busca que, además de cumplir un sueño, se aproveche la oportunidad que se les ofrece.
Sin embargo, en las redes sociales no sonó ni el fantástico dúo que hicieron Bruno y Nia, ni que Samantha fuera la merecida favorita de la gala. Lo que concentraron los comentarios acerca de “OT” fueron otras cosas que quedan lejos de la filosofía del “talent”: que si una perteneciente al jurado no merece estar ahí, que si un beso a escondidas o que si una disculpa para no malinterpretar una intención de valoración.
¿Por qué, Natalia?
Natalia Jiménez hizo arder las redes sociales con comentarios innecesarios que realizó durante la gala, así como por unas publicaciones que hizo en sus historias de Instagram. Entre otras cosas, el público de “Operación Triunfo” pide la expulsión de la componente del jurado por no “estar a la altura” de las valoraciones, cosa que se ejemplificó con la intervención de Noemí Galera quien, además de dirigir la Academia, parece ser quien pone los puntos sobre las íes cuando todo parece descarrilarse. Tras un discurso llenos de contradicciones que hizo a Javy sentarse en el banco de nominados, el público presente en el plató reaccionó de manera unánime.
“El jurado está aquí haciendo valoraciones sobre una expresión artística que es realmente subjetiva. Esto no es un partido de fútbol, el árbitro sois vosotros. Entendemos que nunca vais a estar de acuerdo con lo que digamos y no lo pretendemos, pero hay que tener un respeto”, dijo Nina ante los gritos del público. Pero más polémica incitó cuando en su cuenta de Instagram, minutos después de terminar la Gala, la artista subió un vídeo diciendo que “a la que me ha dicho que soy un engendro del mal, le mando un beso a ella y a su mamá, ¿piensan que lo soy? Ahorita van a ver que lo soy”, amenazó, para concluir diciendo que aquellas críticas “me la pelan”. ¿Por qué, Natalia?
Los vídeos fueron eliminados de su perfil rápidamente, pero las redes sociales son fugaces y muchos usuarios lo guardaron. Esta actitud, repito, innecesaria, no la iba a dejar pasar Noemí quien, antes de saber de la existencia de estos vídeos, aprovechó su aparición en la Gala para recuperar lo que quedaba de esencia de “Operación Triunfo”. La directora volvió a ejrecer como voz del espectador: “Quiero recordar que aquí no estamos haciendo ‘Tu cara me suena’, hacemos versiones, nos adaptamos a las voces que tenemos”, dijo sobre la actuación de Anaju que Natalia Jiménez nominó achacando que debería haber cantado con “otro tipo de voz”.
En busca del amor
Por su parte, destaca el beso “a escondidas” entre Anne y Gèrard. Esto es, por supuesto, un problema menor, pues el roce hace el cariño y no dejan de ser adolescentes con los sentimientos a flor de piel. El problema llega cuando estas historias amorosas influyen en las actuaciones y votaciones del público. El afán por el cotilleo que caracteriza a los españoles podría suavizarse en “Operación Triunfo” si el Canal 24 horas no expusiera a los concursantes de manera continua. O, al menos, si no se perdiera de vista lo que, seguro, tienen en cuenta los concursantes: están ahí para cantar, para aprender y para buscarse un hueco en el mundo de la música. Y, después, que hagan lo que quieran con quien quieran, pero si hay uno que canta mejor que el otro, que no se juzgue por ser más o menos simpático o por hacer más o menos gracia.
Es cierto que la actuación de Gèrard y Anne fue una declaración de amor en toda regla, pero esto fue lo necesario para enloquecer a los seguidores de “OT”. Este tipo de cosas recuerdan a Cepeda y Aitana, romance inevitable que surgió dentro de la Academia y que le valió a Cepeda salvarse de numerosas nominaciones. Esto dividió a los seguidores de “OT” en dos bandos: quienes querían una verdadera historia de amor entre los “triunfitos” y quienes querían que se hiciese justicia a el que cantaba mejor de cada nominación. Podríamos decir que surgieron brotes de “Gran Hermano” que se han ido repitiendo y que, sin buscar ningún culpable que lo haya iniciado o que haga que se mantenga, cada vez se ve más pronunciado. ¿Cómo recuperar la esencia de un formato que tantos artistas y lecciones musicales han ofrecido durante los años?
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