Ingenio
Cómo los islandeses detuvieron la lava del volcán Eldfell con agua del mar en 1973
Seis meses de erupción y lucha frenética contra la lava que amenazaba con arrasar el puerto de la isla de Heimaey
Hace casi 50 años, los habitantes de la isla de Heimaey (Islandia) despertaron en medio de una catástrofe similar a la que están sufriendo actualmente los habitantes de La Palma con la erupción del volcán de Cumbre Vieja. A las dos de la madrugada del 22 de enero de 1973, una repentina erupción abrió un cono volcánico en el monte Eldfell, en el este de Islandia, que se mantendría activo durante casi 6 meses. Fue el inicio de una desigual lucha entre los islandeses y la naturaleza que pondría a prueba su ingenio y tenacidad ante un enemigo aparentemente imposible de detener.
Heymaey, con cinco mil habitantes entonces en una superficie de poco más de 11 km², es la única isla habitada del archipiélago de las Islas Vestman al sur de Islandia. Ya habían tenido un susto volcánico reciente con la erupción submarina junto a la isla de Surtsey, a 1.500 metros de distancia, que duró 4 años entre 1963 y 1967. Cómo resultado de dicha actividad volcánica, Surtsey se elevó 170 metros y aumentó su extensión hasta los 2,8 km ², pero la erupción del Eldefell tendría consecuencias mucho más dramáticas.
La evacuación de la isla se realizó inmediatamente y casi sin víctimas mortales, a pesar de que las casas más cercanas a la erupción se encontraban a solo 400 metros. El único desafortunado fue un marinero que murió asfixiado mientras intentaba robar en una farmacia aprovechando el descontrol de la situación. La evacuación se vio favorecida porque la mayoría de los barcos pesqueros se encontraban en el puerto debido al mal tiempo de los días anteriores. Una vez finalizada solo quedaron un par de cientos de personas decididas a luchar contra la lava e intentar salvar lo que pudieran de su hogar.
La única localidad de la isla, Vestmannaeyjar, se encontraba al oeste de Heymaey pero se interponía entre la lava y la bahía de Heymaey hacia la que se dirigía. El puerto de la isla era el principal medio de subsistencia para una población que vivía de la pesca y de cuya destrucción difícilmente podría recuperarse. Las perspectivas empeoraron cuando una parte de la montaña se fragmentó y comenzó a desplazarse lentamente sobre la lava amenazando una catástrofe aún mayor.
¿Es posible detener una colada de lava con agua del mar?
Los islandeses no tenían la respuesta pero decidieron intentarlo. Había precedentes a una escala menor que no aseguraban el éxito de la operación, como el de la isla de Hawai en 1960. En aquella ocasión aplicaron el agua sobre los márgenes de la colada de lava y obtuvieron resultados. Sin embargo, los islandeses pretendían alcanzar la mayor superficie posible de la lengua de lava.
Para realizar la operación contaban con un barco y 32 bombas de agua. Pero lo más importante fue el sistema de cañerías que construyeron para rociar la colada de lava. Con un riesgo evidente para los operarios que pusieron en pie la infraestructura, lograron llevar el agua hasta la lava montando las cañerías sobre soportes de madera y aluminio. Estos arderían y se fundirían conforme la lava los alcanzara o al levantarlos en puntos demasiado calientes, pero las tuberías por las que circularon millones de litros de agua mantuvieron su integridad y continuaron cumpliendo su propósito.
La operación comenzó dos semanas después del nacimiento del volcán bombeando 100 litros de agua por segundo sobre la lava. Un volumen aún pequeño pero con el que comenzaron a ralentizar su desplazamiento y comprobar la viabilidad de la idea. Posteriormente aumentaron el volumen de agua bombeado hasta los 1000 litros por segundo. Conforme los márgenes de la lava y su superficie se solidificaban, los operarios continuaban extendiendo la red de cañerías.
La erupción del volcán Eldfell hizo desaparecer cerca de 400 hogares en la isla y llegó a cubrir gran parte de la misma con una capa de cenizas que en algunos puntos alcanzaba los 5 metros. En los peores momentos, la colada de lava alcanzó los 20 metros de altura. Afortunadamente, su elevada viscosidad fue un freno a su velocidad que permitió la reacción de los islandeses. El fragmento de montaña que se desplazaba sobre la lava se fracturó y no llegó a alcanzar el puerto. Cuando la lava fue finalmente detenida se encontraba a poco más de cien metros del puerto.
La erupción finalizó el 3 de julio y una semana después dieron por terminada la operación contra la lava. Habían bombeado más de 7 millones de m³ de agua de mar sobre el magma para frenarlo. El nuevo volcán que había surgido en la montaña tenía una altura de 225 metros, la lava se había extendido sobre una superficie de 3.3 km² en total y la isla aumentó la suya hasta los 13 km².
Paisaje después de la batalla
En un primer momento solo regresaron unos 2000 habitantes a la isla. Heymaey experimentó un boom turístico tras la catástrofe que ayudó a recuperar su economía y poco a poco fueron regresando los habitantes.
Haciéndose de la necesidad virtud, los islandeses construyeron varias plantas que aprovechaban el calor de los flujos de lava bajo la superficie solidificada para abastecerse de energía.
Actualmente Heymaey es una comunidad con una importante actividad pesquera y turística, ha recuperado su población por completo y puede presumir de haberse enfrentado a la naturaleza y haber salido airosa.
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