Más de 9.000 personas han pasado este fin de semana por la tercera edición de RetroBarcelona, la feria de videojuegos clásicos que han convertido las Drassanes Reials de la capital catalana en unos recreativos y que este año ha contado también con un espacio para las entrañables máquinas de "pin ball".

RetroBarcelona es un evento sin ánimo de lucro -las entradas tenían un simbólico precio de tres euros- donde se rinde culto y homenaje al videojuego retro, a la vez que ofrece un espacio de reunión para compartir una afición con un gran numero de seguidores.

Este salón vintage ha contado con un programa que incluía conferencias, exposiciones de consolas clásicas, zonas de juego, torneos y muchas "dosis de nostalgia y pedacitos de historia", ha explicado a Efe, Carles García, portavoz de la Asociación Cultural RetroBarcelona, que impulsa esta cita, con la colaboración de otras entidades.

"Nos nutrimos mucho de la nostalgia, de aquellos juegos con los que crecimos, y RetroBarcelona sirve de punto de reencuentro", comenta García.

Como en otros ámbitos del "mundo freak", el perfil del visitante es principalmente masculino, apuntan los organizadores: casi el 80% son hombres, la mayoría de entre 20 y 35 años, aunque el público femenino va en aumento.

"Además, muchos padres vienen con sus hijos, porque el videojuego actual bebe en gran parte de lo clásico; y para saber hacia dónde vamos es importante saber de dónde venimos", añade García.

RetroBarcelona tiene también una vertiente solidaria con la iniciativa "Videojuegos por alimentos"en la que se recogen alimentos no perecederos a cambio de videojuegos para distribuirlos luego entre los colectivos más necesitados

Si el año pasado se consiguieron más de 4.000 kilos, este año se han superado los 6.000, productos que se donarán al Banco de Alimentos de Barcelona