Lotería de Navidad
La fórmula de Ángel «El Perolo»
Este informático desarrolló un modelo con la que se garantizaban al menos dos premios
Este informático desarrolló un modelo con la que se garantizaban al menos dos premios
«Queremos que toda España conozca a los ‘‘perolos’’, a los habitantes de San Pedro del Pinatar», afirma a LA RAZÓN Miguel Ángel Zapata, gerente de Loterías Perolo, la única administración de este pueblo murciano que sólo hace unas semanas tuvo que cerrar sus puertas por el temporal y ayer, además de repartir miles de euros a 30 de sus vecinos, también ha llenado las calles de alegría.
Pero, ¿cómo han conseguido que en este pueblo de 24.000 habitantes hayan tocado tres de los 13 premios importantes del Sorteo de Navidad? Hace sólo un año y medio que se han echo cargo del local, pero «sabíamos que teníamos que darle una vuelta al modelo», insiste Zapata. La clave la tiene uno de los nueve trabajadores de la administración, Ángel, el ingeniero informático del «equipo» que ideó una fórmula matemática para que tocara el mayor número posible de números en la localidad. En julio empezaron con el plan: «Teníamos que conseguir que los 19.117 mayores de edad compraran diferentes números y nos marcamos el objetivo en 15.000 números. Eso sí, nadie debía repetir», asevera Ángel a este diario. «Simplemente calculamos cuáles eran las probabilidades de que no nos tocara y le dimos la vuelta. Es lo que se conoce como exención de la probabilidad. Buscábamos maximizar las probabilidades». Así, cada mañana se sentaban delante del ordenador para determinar qué números eran los que debían vender para que la lógica siguiera jugando en su lado.
Una vez desarrollada la idea, fueran el resto de los empleados, los que trabajan vendiendo los décimos, los que tuvieron que desarrollar un trabajo de marketing «espectacular», en palabras de Ángel. «Tuvimos que transmitirles a los loteros la necesidad de que los vecinos no debían adquirir el mismo número».
A los primeros interesados les atraían ofreciéndoles su fecha de nacimiento o la de su boda. «Les hacíamos una foto con el décimo y la colocábamos en algunas marquesinas, como publicidad, así volvían con sus familiares, a los que recomendábamos comprar un número diferente», describe el gerente.
La lógica, sin duda, ha sido el gran aliado de San Pedro del Pinatar, pero hasta el informático ha sucumbido a un número: «Quería ése, aunque sabía que por su terminación no me iba a tocar».
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