Energías limpias
Kashiwazaki-Kariwa: El gigante nuclear japonés despierta para liderar el resurgimiento energético y la reducción de carbono
La central se prepara para reactivar sus reactores tras superar el embate sísmico
La central nuclear japonesa de Kashiwazaki-Kariwa emerge como un gigante energético listo para despertar de su largo letargo. Tras superar desafíos técnicos y resistir los embates de los terremotos de la región, esta imponente instalación se prepara para reactivar sus reactores y generar una potencia asombrosa. Con siete reactores, incluyendo el primero avanzado de agua en ebullición (ABWR) del mundo, esta planta nuclear se alza como un símbolo del resurgimiento nipón en este campo, una apuesta audaz para asegurar su seguridad energética y reducir la huella de carbono.
La Compañía Eléctrica de Tokio (Tepco) se encuentra lista para iniciar el proceso de carga de combustible en esta instalación, considerada la mayor del mundo. Tras un cese temporal tras el desastre nuclear de Fukushima en 2011, esta acción marca el primer paso para reactivar a este coloso.
La decisión se ha tomado meses después de que la Autoridad de Regulación Nuclear (NRA) japonesa diese "luz verde" a su restablecimiento. Un equipo de cinco personas evaluó y observó las medidas de protección física en relación con la Convención sobre la Protección Física de los Materiales Nucleares, en su versión modificada, y los documentos pertinentes de la Guía de Seguridad Nuclear del OIEA. El colectivo incluía expertos de Finlandia, Reino Unido y Estados Unidos, así como un miembro del personal del OIEA.
Tras esto, la NRA dio permiso a la central para iniciar el repostaje de sus reactores. Actualmente, el proyecto se encuentra en fase de superar algunos obstáculos pendientes antes de su puesta en marcha, que incluyen la realización de inspecciones de seguridad adicionales y obtener la aprobación del gobernador regional. Sin embargo, existe incertidumbre sobre la facilidad con la que se podrán superar estos desafíos.
Hace tan solo tres años, en 2021, parecía que Kashiwazaki-Kariwa estaba lista para reabrir sus puertas. Pero una serie de preocupantes problemas de seguridad surgieron, sembrando dudas y minando la confianza en la instalación. Uno de los incidentes más destacados fue que descubrieron a un empleado utilizando de manera indebida la tarjeta de identificación de otro para ingresar a la sala de control central de la planta. Además, se reveló que los sensores encargados de detectar intrusiones no autorizadas presentaban defectos, una seria falla en las medidas de seguridad antiterrorista. Las autoridades expresaron una creciente inquietud y en abril de ese año ordenaron a Tepco que tomara medidas correctivas de manera inmediata. Como resultado, sus operaciones se vieron efectivamente suspendidas, en un intento de abordar y resolver las deficiencias detectadas.
Ubicada en la prefectura de Niigata, la infraestructura ocupa una extensión de 4,2 km2. Fue inaugurada en 1985 y es reconocida por ser la primera en albergar un reactor avanzado de agua en ebullición (ABWR) a nivel mundial. El complejo consta de un total de siete reactores, de los cuales cinco poseen una capacidad individual de 1,1 GW y dos tienen una capacidad de generación de 1.365 MW cada uno. Estas cifras reflejan su notable capacidad de producción de energía, que desempeña un papel fundamental en el suministro energético de la región.
Este despertar marca un hito significativo en la ambición del país del Sol Naciente de reactivar reactores nucleares que se encontraban fuera de servicio, con el objetivo de asegurar la estabilidad y la seguridad energética del país. Además, la medida busca contribuir a la reducción de las emisiones de carbono, en línea con los esfuerzos globales para combatir el cambio climático. La energía nuclear desempeñará un papel fundamental en la capacidad nipona para abastecerse de energía, ya que el país asiático depende en gran medida de las importaciones, representando alrededor del 90% de su suministro energético.
Motivado por estas circunstancias, Japón experimentó un cambio significativo en su postura sobre la política energética nuclear a finales de 2022. El incremento reciente en los costos energéticos, como el precio del gas natural licuado (GNL), ha sido un factor determinante que ha impulsado a los líderes japoneses a dar un giro de 180 grados en su enfoque hacia la energía nuclear.
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