Secuelas de la DANA

El «efecto dominó» que amenaza con colapsar las viviendas de las zonas afectadas por la DANA

El difícil acceso a los edificios para inspeccionarlos podría provocar derrumbes en cadena

Vecinos y servicios de emergencia en la zona de las Ramblas de Letur, a 5 de noviembre de 2024, en Letur, Albacete, Castilla-La Mancha (España). El Servicio de Atención y Coordinación de Urgencias y Emergencias 112 de Castilla-La Mancha ha confirmado el hallazgo de restos humanos en la zona de Las Ramblas de Letur, donde se buscan a cinco personas tras la riada que devastó parte del municipio albaceteño hace una semana.05 NOVIEMBRE 2024Víctor Fernández / Europa Press05/11/2024
La zona de Las Ramblas de Letur (Albacete)Víctor FernándezEuropa Press

En medio del caos, al barro y la desesperación se suma el colapso de los edificios sobre los que impactó la fuerza del agua hace una semana. Las viviendas que no fueron arrasadas y aniquiladas en el momento de la riada afrontan ahora una peligrosa situación de posible colapso. De hecho, en estos días varias edificaciones han ido derrumbándose ante el estupor de los vecinos. En Letur (Albacete), por ejemplo, ya hay cinco viviendas que han tenido que ser demolidas y otras cinco que podrían correr la misma suerte. En los municipios de Valencia, la situación se agrava. Tan solo en Chiva, 130 familias han sido desalojadas de sus casas para evaluar la situación de sus viviendas. Suma y sigue. Así ocurre también en Paiporta, Picanya, Alfafar, Aldaia... Los arquitectos y responsables de urbanismo trabajan contrarreloj para poder evaluar los daños de todas las viviendas de las localidades. Misión bastante compleja, ya que a muchas de ellas ni siquiera se puede acceder todavía, y tan solo pueden realizarse inspecciones oculares a distancia.

Pero, ¿cuál es el riesgo real de colapso total y masivo de las estructuras? «Lo primero, desde el punto de vista constructivo, es realizar una inspección visual y técnica de cada edificio, por parte de arquitectos especializados, bomberos y técnicos de las administraciones locales y regionales. Esta inspección debe ser exhaustiva para evaluar el estado de cada edificio y decidir si se puede rehabilitar, reconstruir o si, lamentablemente, habrá que demoler. Es especialmente importante centrarse en los edificios más antiguos, que suelen tener problemas de fisuras, grietas o asentamientos debido a sus cimientos, que no siempre fueron construidos con los estándares actuales», explica a LA RAZÓN José Luis Esteban Penelas, catedrático de Arquitectura y Urbanismo en la Universidad Europea.

Es más, este experto apunta que no se puede pasar por alto el «efecto dominó» que podría tener lugar: «Nunca se puede descartar nada. El colapso de un edificio puede contagiar a los colindantes. Mira, por ejemplo, en Tokio, todos los edificios de la ciudad están distanciados entre sí por un metro más o menos, para que si un edificio se cae, no afecte al de al lado. Pero aquí no ocurre esto, al estar pegadas las casas, si una vivienda o un edificio pequeño se cae y lo hace justo hacia la dirección del edificio colindante, puede ocurrir que también le afecte porque está soportando no solo su propia estructura, sino también la carga de la estructura del edificio vecino». De ahí subraya la necesidad de «contar con todas las posibilidades a la hora de analizar un edificio, es decir, tener en cuenta todas las eventualidades, desde las más impensables hasta las más comunes».

Pese a que ya hay expertos sobre la zona trabajando en las estructuras, son tantas las afectadas que los urbanistas y arquitectos no dan abasto. ¿Cómo puede identificar un ciudadano de a pie si su casa corre peligro? ¿Son las grietas un indicador de peligro inminente de derrumbe? «Las grietas son la señal más evidente, pero no siempre indican que un edificio esté a punto de colapsar. Los edificios, especialmente los antiguos, emiten señales de alerta antes de un colapso. Los sonidos, como crujidos o ruidos extraños, pueden estar indicando que la estructura está empezando a moverse. Las fisuras, si no son atendidas a tiempo, pueden agrandarse. Pero, en general, a no ser que seas un especialista, es difícil identificar si un edificio está en riesgo real», asevera el catedrático Esteban Penelas.

Un aspecto clave, y que a primera vista no da señales, es el estado de las cimentaciones, las cuales, como consecuencia de la filtración del agua, se hayan ahuecado y las zapatas se hayan quedado en el aire, lo cual es un problema grave. Pero como las zapatas están conectadas entre sí, se dice que están “arriostradas”, es decir, unidas por vigas que las atan. Si una se descolgara, las otras vigas la mantendrían unida. Pero, claro, si son dos zapatas las que se ven afectadas, ahí es donde radica el problema, y es lo que debe ser inspeccionado», puntualiza.

Además, el catedrático de la Universidad Europea hace hincapié en que aún no es momento de hablar de reconstrucción y rehabilitación, ya que estamos en la fase de emergencia. «Lo que es fundamental es recuperar lo más básico: los servicios esenciales como agua potable, electricidad y saneamiento (alcantarillado). Si no, no se podrá avanzar en otros frentes», sentencia.