Amor
La ciencia lo confirma: 'molestarse' en pareja es beneficioso para la relación
Siglos más tarde, un estudio revela lo que todo el mundo ya sabía, que 'el roce hace el cariño'
Aunque no ocurre en el 100% de los casos, en muchas ocasiones sí que nos encontramos que la ciencia va por detrás del conocimiento popular, y no al revés. Cada día se realizan nuevos estudios que vienen a confirmar conocimientos que se llevan transmitiendo de generación en generación desde hace siglos, o que pasaron a formar parte de la inteligencia colectiva, pero que sin embargo aún no se habían podido probar empíricamente.
Conceptos tan complejos como el amor o el afecto son difícilmente medibles, aunque cada vez se encuentran mejores formas de aproximarse a ellos desde la ciencia empírica. Puede que no sea 'magia', sino hormonas, pero aún así hay mucho trabajo por delante y demasiados matices por descubrir todavía. A nivel práctico, sin embargo, la ciencia resulta casi inútil si se quiere aplicar a la hora de encontrar o sostener pareja.
No hay una ley universal que establezca que nuestro homólogo necesite recibir 5 moles de ramos de flores con cada aniversario y, sin embargo, así sucede. El hecho de 'mantener viva la llama del amor' es casi más un arte que una disciplina, y requiere de grandes cantidades de improvisación saber hacer y, sobre todo, de comunicación con la otra persona. Pero ser detallista y deshacerse en halagos no es lo que más suele funcionar a largo plazo.
Las relaciones y el amor acaba extinguiéndose por monotonía, por eso es fundamental que existan los altibajos, o sea, aquello a lo que en las bodas los sacerdotes suelen referirse como 'las buenas y las malas'. En ese juego por mantener la estabilidad al mismo tiempo que se trata de evitar caer en la rutina radica una de las claves de los compromisos de larga duración.
'Molestarse' en pareja es beneficioso para la relación, según la ciencia
Dos grandes enseñanzas populares destapan los sentimientos reales que se esconden en muchas ocasiones detrás de los desplantes o los gestos antipáticos, que no es sino una admiración o atracción inconfesable. Desde pequeños los hemos escuchado en los patios del colegio o las series de televisión: "Los que se pelean se desean" o "El roce hace el cariño". Son verdaderos 'late motiv' que se repiten a lo largo de las generaciones.
Y es que para llegar a atraer a una persona, no solo hace falta ser agradable y complacerla, sino ganar algo de complicidad con ella. Los típicamente llamados 'malotes' no ligan más porque se porten verdaderamente mal, sino porque juegan con los límites para comprobar hasta qué punto la otra persona se fía de sus intenciones. Dicho de otra manera: en el juego del amor es tan importante agradar como desagradar en la justa medida.
Así lo ha conseguido demostrar Jeffrey Hall, un investigador de la Universidad de Kansas (Estados Unidos) que ha pasado más de tres décadas trabajando en varios estudios sobre el funcionamiento de las dinámicas de pareja. Tras muchos años de experiencia miles de sesiones de estudio con parejas, este científico tiene el convencimiento que las relaciones que mejor prosperan son aquellas en las que las personas pueden reírse la una de la otra. Así lo explicaba @farmaceuticofernandez recientemente en TikTok:
Una gran forma de demostrar la confianza hacia el otro es jugar con los límites de su confianza molestándole o gastándole bromas. Por supuesto, esto siempre que se sepa medir bien la situación y no superar la línea donde la ofensa sería real y no solo un juego. El secreto para un matrimonio duradero parece entonces estar en saber 'chinchar' en la justa medida. La próxima vez que vean una pareja de ancianos que no dejan de criticarse el uno al otro, tal vez puedan ahora pensar que no están sino 'queriéndose a su manera' y demostrándose cariño.
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