Narcotráfico
Así funciona el clan de Kiko "El Cabra", que mató a los guardias civiles de Barbate
El piloto, de 46 años y principal responsable del homicidio, no tiene fama de ser un buen "profesional"
Son muy conocidos en la zona de La Línea y todo el Campo de Gibraltar pero no precisamente por su profesionalidad. Porque, como en todo, también en el mundo del hampa hay categorías y niveles y, a pesar de ser ya un veterano, a sus 46 años, Francisco Javier M. P. no tiene muy buenas «reseñas» como piloto de narcolanchas. Dicen quienes le conocen que llevaba toda la vida, «desde los 13 años» aprendiendo a pilotar. Primero empezó con el contrabando de tabaco –parece el ritual de iniciación de todos– y, poco a poco, comenzó a manejar alguna zodiac con algo más de destreza.
Pero para ser un piloto de narcolancha de prestigio no solo hace falta destreza al volante, sino también cabeza; algo que a todas luces, a «Kiko El Cabra», le faltaba. «En el puerto había dos o tres narcolanchas, además de la de él. ¿Qué hizo el resto cuando vieron que venía la Guardia Civil? Pues lo normal: huir. Éste se quedó ahí cuando con solo encender motores, en 20 minutos estaban en Marruecos o en cualquier otra playa y la embarcación de los GEAS ni le huelen. Pero como es así, se puso a hacer el tonto, a tirarles al agua y ahí ya, a hacer daño: si pasas por encima sabes que van a morir. Más allá de la empatía que ninguno tiene, ir a matar, si lo puede evitar, no lo hacen los pilotos de prestigio», explica un agente experto en bregar con ellos.
Los pilotos buenos se han mudado a Marruecos
«Un piloto bueno, no se mete en estos ‘fregaos’. Los que ganaban 50 y 60.000 euros por trabajo y se movían con el «Clan de Los Castaña», «El Mauro», «El Pantoja»... toda esa gente que son los mejores en lo suyo están ahora huidos en Marruecos porque son multimillonarios, viven en residenciales como Marina Beach, en la zona de Alhucemas, y ya no hacen tantas operaciones al año porque ya están forrados. Y lo que desde luego no hacen es moverse un día de mala mar, como hizo esta semana. Por lo que sea, el señor de Marruecos dueño de la mercancía necesitaba quitársela de encima con urgencia y solo convenció a alguien como “El Cabra” para que le hiciera el servicio porque necesitará la pasta y le da igual todo pero no es un profesional respetado en el mundillo. No olvidemos que el narco entrega una goma de 300.000 euros con 4 motores Yamaha, sistema GPS, más la carga de hachís que lleve, es mucho dinero», aclaran.
Y es que el presunto asesino de Miguel Ángel y de David –que ya contaba con antecedentes como resistencia, desobediencia o blanqueo y ahora podría ser procesado por homicidio doloso– tiene fama de «temerario» (de ahí su apodo), de alocado –ya lo era con las motos de agua– y de ser «muy chulo» con las autoridades. Dio buena cuenta de ello el viernes.
Otro agente que lleva años trabajando en al lucha contra el narco cree que «Kiko El Cabra» habrá cobrado unos 35.000 euros por este servicio. El resto de la tripulación también cobra una barbaridad: el copiloto, unos 40.000 euros; el mecánico (suelen estar varios días en alta mar y es imprescindible para arreglar los motores) unos 30.000, el «gepero» (quien controla el GPS) unos 15.000 y los «petaqueros» –quienes suministran el combustible en el mar– entre 1.500 y 3.000 euros. Estos últimos no van en la narcolancha. Quien sí va es al que llaman «la fianza», un hombre marroquí que introduce el dueño de la droga de Marruecos para asegurarse que llega a su receptor o, si ha habido que tirarla en plena ruta, da fe de ello.
Pero el clan de «Kiko El Cabra” eran, como dicen en el argot de la zona, «cuatro mataos». Algunos de los detenidos, como J. I. M. P., de 39 años o M. C., de 25 son muy conocidos en La Línea y alrededores, se desplazan a la zona atlántica de Barbate, Conil, Chiclana y la zona del Guadalquivir porque hay menos presencia policial, alijan muchísimo más y tienen mucha mano de obra. Precisamente los que jaleaban en el puerto el viernes cuando David y Miguel Ángel estaban muriendo son gente que trabaja para los clanes: «puntos», quienes dan los chivatazos si ven a Policía y cobran 1.500 euros, o porteadores, que trasladan los fardos.