Neuropsicología
El embarazo transforma la masa y la estructura del cerebro de las mujeres
Un estudio confirma que se producen cambios en la estructura cerebral y una reducción en la materia gris sin pérdida cognitiva ni indicios de neurodegeneración
La maternidad conlleva una serie de adaptaciones físicas, psicológicas, conductuales y sociales en la gestante. La evolución fisiológica de la mujer suele estar acompañada de distintas emociones que se suceden a lo largo de toda la gestación. Es el caso de los cambios de humor y la irritabilidad; la aparición de sentimientos ambivalentes como el miedo y la ilusión; la merma de la autoestima; o la frustración por el choque que se genera en la mente de la reciente madre al haber idealizado su maternidad. La mayoría de estas alteraciones en el físico y en el comportamiento han sido ampliamente estudiadas a nivel científico. Sin embargo, a día de hoy, la Neurociencia sigue intentando resolver una de las estructuras más misteriosas en el embarazo: el cerebro materno.
Existen muchas incógnitas relativas a las alteraciones que se producen en el cerebro -cambios tanto neuronales como estructurales- durante esta etapa de la vida de algunas mujeres. Poco a poco, la ciencia se está encargando de resolverlas. Ahora, un estudio ha corroborado que la explosión de hormonas que se produce durante la gestación modifica la estructura cerebral predisponiendo a la mujer a tener algunos comportamientos maternales desde mucho antes del nacimiento de su bebé. Es el caso de la creación del vínculo o el acondicionamiento del domicilio familiar para recibir al bebé.
«Tradicionalmente, se creía que la estructura cerebral se mantenía estable a lo largo de la vida, con una ligera pérdida a medida que la edad avanzaba. Pero hace alguna década se ha demostrado que esto no es así. Este estudio no deja de confirmar la capacidad de cambio que tiene el cerebro. Un mayor conocimiento de esta capacidad de cambio, que todavía es muy desconocida, ofrece diferentes hipótesis y alternativas que pueden ser útiles para la mejora de diferentes enfermedades neurológicas y psiquiátricas», explica Marta Balagué, neuropsicóloga y docente en ISEP Barcelona (Grupo Metrodora Education).
Este estudio confirma que el cerebro de las mujeres embarazadas cambia debido a la interacción con el bebé después del parto, pero también durante la gestación por la exposición a esta liberación de hormonas. Es decir, la mujer está preparada para gestionar la ateción y protección de su bebé mucho antes del nacimiento de este. «Aparece un incremento de la glándula pituitaria que ayuda a que la madre conecte emocionalmente con el bebé. También existe un aumento en el tamaño de la amígdala que hará que se produzcan cambios emocionales y estos puedan provocar estados depresivos y/o ansiosos. Otro de los cambios a nivel cerebral se observa en el giro cingulado y en la corteza prefrontal. Estas estructuras se involucran también durante el proceso del enamoramiento y se observan con gran actividad durante el embarazo para que la madre genere vínculo con su bebé desde antes de su nacimiento. Por otro lado, existen alteraciones en algunos neurotransmisores como el cortisol. La madre requiere mayor energía para gestar y esto genera un desgaste que puede provocar síntomas depresivos o de ansiedad. La serotonina disminuye su producción y la placenta la compensa; por eso, cuando damos a luz y expulsamos la placenta, disminuyen los niveles de serotonina y la madre puede sufrir un cuadro depresivo», detalla Estefanía Egea, psicóloga en mimomimente.com y experta en maternidad y desarrollo personal.
Cambios en la estructura del cerebro
El estudio, titulado «Mapping the effects of pregnancy on resting state brain activity, white mat-ter microstructure, neural me-tabolite concentrations and grey matter architecture» y publicado en la revista Nature Communications, incluyó a 40 mujeres que atravesaban diferentes etapas -antes, durante y después del embarazo, durante- para observar los cambios que se producían en su cerebro. Durante ese tiempo, a través de técnicas de diagnóstico por imagen, las investigadoras observaron un incremento en la actividad de la red neuronal por defecto (RND), un conjunto de regiones del cerebro interconectadas, o una disminución de la materia gris, un efecto que ya se había visto en investigaciones anteriores.
La investigación, liderada por Elseline Hoekzema, neurocientífica del Centro Médico de la Universidad de Ámsterdam, no aporta certeza de que el cerebro de la mujer se «reprograme» para cuidar de su bebé. Lo que sí arroja es que estos cambios en el cerebro están relacionados con las respuestas fisiológicas y neuronales de la madre ante los niños, con aspectos de su «comportamiento maternal» y con «problemas en las relaciones madre-hijo». De hecho, hay indicios de que estos cambios cerebrales, de una forma similar a como ocurre en otros mamíferos, desempeñan un papel en la estimulación del cuidado materno y en la supresión de las reacciones negativas a los pequeños como evitarlos o rechazarlos y, en su lugar, que aparezca una gran sensación de recompensa.
El artículo describe cambios en áreas específicas del cerebro que se asocian a la función cognitiva llamada Teoría de la Mente. «Este dominio cognitivo se define, de manera muy general, en la capacidad de ponernos en el lugar de otra persona, tanto a nivel emocional -nos permite ser capaces de sentir las emociones que sienten otras personas- como a nivel de pensamiento -nos permite ser capaces de inferir qué puede estar pensando otra persona-. Así que, este artículo sugiere que podría darse una optimización de la estructura cerebral que parecería estar orientada a un cambio en la capacidad de comprensión de las demás personas, que sería un cambio más añadido a la maternidad y a la preparación de la fisiología de la mujer para la crianza», indica la neuropsicóloga del Grupo Metrodora Education.
Reducción de la materia gris
«Este estudio, y ahí radica su importancia, muestra una reducción en la materia gris sin pérdida cognitiva ni indicios de neurodegeneración. Así, aunque los hallazgos indican una reducción de la materia gris, es decir, una reducción de los cuerpos de las neuronas, lo cual indicaría una pérdida neuronal, esta reducción no conlleva una reducción de la sustancia blanca, tal y como se analiza también en este artículo. Así pues, el resultado final es una pérdida neuronal que no implica una disminución de la red de comunicación entre las neuronas. Este hecho se ha descrito en otros trabajos ya publicados y se ha relacionado con, entre otros aspectos, la optimización de la estructura cerebral y con la capacidad de adaptación del cerebro a diferentes demandas del medio», indica Balagué.
Y es que, antes de esta importante aportación que confirma que los cambios que experimentan las mamás antes y después del parto no se deben sólo a causas de origen psicológico, el mismo equipo de investigadoras consiguió desvelar que durante el embarazo se produce una reducción en la masa de la materia gris del cerebro, donde se gestiona la ansiedad y la preocupación. El estudio se publicó en 2016.
Así, como también se ha visto en otras etapas de la vida, como la niñez y la adolescencia, este proceso podría ser una forma de eliminar algunas conexiones cerebrales para facilitar la creación de otras nuevas. En este caso, para hacerse cargo del cuidado del bebé, parece que a partir de la semana 28 de embarazo se producirían aumentos en la atención selectiva, en la atención dirigida y en la memoria a corto y largo plazo.
Según los expertos, uno de los principales beneficios de esta investigación estaría en caracterizar el modo en que las mujeres sanas se adaptan a estos cambios y extrapolar su aplicación clínica a mujeres que sufren depresión posparto. «Este artículo aporta mayor conocimiento sobre aspectos que pueden estar influyendo en la depresión posparto y ofrece una mayor comprensión del proceso del embarazo y el parto». Sin embargo, la experta pide cautela: «Los cambios cerebrales descritos se relacionan con el vínculo madre-hijo posterior al parto; sin embargo, esta relación debe estudiarse con mucha más profundidad puesto que existen múltiples variables que pueden estar condicionándola».
Depresión posparto
El nacimiento del bebé y la experiencia en el parto, así como las experiencias de nuestra infancia y las expectativas que tenemos como madre, conllevan cambios bioquímicos, psicológicos y sociales que pueden provocar alteraciones emocionales en el posparto. «Los sentimientos que se pueden generar son: miedo, dudas, inseguridad, tristeza, decepción, impotencia…, pero también alegría, ilusión, poder y agradecimiento. Es un periodo vulnerable, de fragilidad emocional y física. La mujer experimenta unos descensos hormonales muy bruscos y descontrolados de hormonas como el estrógeno y la progesterona», asegura la psicóloga Estefanía Egea. Así, después de dar a luz, un 20% de mujeres muestran depresión posparto. «La hipótesis principal, según los estudios, es que la aparición y mantenimiento de la depresión postparto se engloba en el modelo general de vulnerabilidad frente al estrés», concluye la psicóloga.
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