Dos casos en 10 días
Los xenotrasplantes, entre el avance científico y la controversia ética
Un corazón y dos riñones de cerdo, trasplantados a un enfermo cardíaco y a un paciente en muerte cerebral
Dos avances que han puesto a los xenotrasplantes en los titulares de la prensa. Uno de los casos tiene que ver con el primer transplante de un corazón de un cerdo a una persona, un hombre de 57 años, con importantes patologías cardíacas. El segundo de ellos está vinculado al trasplante de dos riñones, también de cerdo y también modificados, a un paciente en muerte cerebral. De acuerdo con la Agencia de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (la famosa FDA), los xenotrasplantes no están permitidos… excepto en casos muy puntuales. Básicamente como último recurso, que es lo que ocurrió en estos dos casos.
La realidad es que los xenotrasplantes no son algo tan novedoso. Un estudio publicado por el Institute for Laboratory Animal Research (Instituto para la Investigación Animal en Laboratorios) habla del primer intento de xenotraslante registrado: más de 100 años atrás cuando se trasplantaron partes del riñón de un conejo a un niño gravemente enfermo. Desde ese momento se recurrió a otros primates, cerdos y ovejas como donantes.
Pero el que se considera el primero «exitoso», al menos hasta cierto punto, se produjo en 1984. Una niña estadounidense conocida como «Baby Fae» con síndrome del corazón izquierdo hipoplásico, recibió el corazón de un babuino. Desafortunadamente la niña murió a las pocas semanas, lo que incrementó el número de donaciones de órganos y, durante un tiempo las investigaciones en xenotrasplantes se detuvieron.
Edición genética
Los avances en los últimos años, sin embargo, tienen que ver con la capacidad de edición y modificación genética. Los órganos de los cerdos trasplantados en los dos últimos casos fueron sometidos a edición genética específica para eliminar, entre otras, las enzimas responsables de producir antígenos de azúcar que conducen al rechazo hiperagudo de órganos en humanos. De hecho esta es una de las principales preocupaciones en el campo abierto de los xenotrasplantes.
Al igual que ocurre con los aloinjertos (los trasplantes entre miembros de una misma especie), el principal problema es el rechazo del órgano. Éste es un proceso por el cual el sistema inmunitario del receptor ataca al órgano o tejido trasplantado. Lo que ocurre es que nuestro sistema inmunitario, entre otras funciones, nos protege de sustancias que pueden ser nocivas. Dichas sustancias tienen proteínas llamadas antígenos y cuando éstos ingresan en nuestro cuerpo, el sistema inmunitario las identifica y si no las reconoce como propias, las cataloga como una amenaza. Y las ataca. De este modo, los órganos que no son compatibles o que no tienen una compatibilidad lo suficientemente cercana al receptor pueden desencadenar la reacción de rechazo. A esto hay que sumarle un sistema de proteínas en el cuerpo llamado sistema de complemento.
Es un puente entre el sistema inmune innato y el adquirido con los años y nos ayuda a defendernos de las infecciones. El problema es que este sistema se activa cada vez que se trasplantan órganos de cerdos a primates, lo que provoca una toxicidad sistémica grave. De ahí que sea tan importante la modificación genética de estos órganos antes que lleguen al receptor.
Cuestiones éticas
La segunda gran preocupación, y la que tiene más aristas, tiene que ver con la ética. Si bien durante décadas se han utilizado tejidos animales como injertos en humanos –válvulas cardíacas de cerdos por ejemplo o vasos sanguíneos de vacas–, muchos se oponen a este tipo de trasplantes teniendo en cuenta los derechos de los animales y la posibilidad de que se conviertan en objetos ya no solo para alimento, sino también en medicina.
En este sentido, cuanto más cerca están de nosotros los humanos (en términos evolutivos) mayores son las objeciones. Los primates se han descartado no solo por luchas de derecho animal, sino también porque se da una alta tasa de infección. En otros animales, como los cerdos, la balanza oscila constantemente. Mientras hay quienes no ven ningún problema, teniendo en cuenta que ya los usamos para alimentarnos, están quienes abogan por su derecho a existir libremente sin que se conviertan en objetos útiles a nuestra especie.
La otra arista ética es igual de compleja. Si bien es cierto que esta técnica tiene el potencial de salvar vidas, existe una preocupación: la posibilidad de xenozoosis, es decir que el xenotrasplante introduzca virus en la población humana. Tanto es así que desde el Comité de Ética de la Asociación Internacional de Xenotrasplantes no solo se habla de una autorización que debe firmar el paciente, sino también su familia, aceptando los posibles riesgos. Y aquí es cuando surge un debate inesperado. De acuerdo con un estudio publicado en «Berkeley Technology Law Journal», mientras un paciente que se somete a cualquier tratamiento firma un consentimiento por el mismo, en el caso de los xenotrasplantes está realizando un acuerdo de por vida, ya que requiere constantes revisiones para vigilar los mencionados virus. Este tipo de acuerdos, señalan los autores, no están contemplados aún en el lenguaje legal y de hecho tal y como están redactados actualmente, son contrarios a muchos derechos fundamentales de los pacientes. De este modo, al mismo tiempo que avanza la tecnología vinculada a los xenotrasplantes, también lo debería hacer la parte legal que los regula.
En cuanto a los virus… Aunque aún no se han dado casos y no se sabe con certeza si trasplantar órganos animales a humanos puede resultar en brotes, sí es algo que puede ocurrir. Pero más allá de los controles periódicos y del consentimiento de familiares, poco más se ha hecho para abordar este tema, desde su aspecto médico pero también desde lo legal y hasta en lo social.
Xenozoonosis
El gran obstáculo es que debería ser una resolución global. No vale que algunos países los permitan y otros no, si el riesgo de xenozoonosis se comprueba. La teoría hasta ahora es que el uso de órganos de cerdo modificados deberían representar una amenaza menor.
Sin duda se trata de una técnica interesante a la que aún le queda mucho recorrido. Pero que tiene el potencial de avanzar muy rápido en pocos años. Y ese el verdadero problema. Del mismo modo que ha ocurrido con otros avances científicos y tecnológicos (desde la energía nuclear a internet) a menudo los humanos usamos la tecnología mucho antes de preocuparnos por su regulación y vamos aprendiendo las consecuencias a medida que avanzamos. No deberíamos dejar que eso ocurra con los xenotrasplantes.
Tipología por especies
¿Qué es un xenotrasplante?
Básicamente se trata de un trasplante entre especies. Los órganos trasplantados se denominan injertos, de modo que un xenoinjerto es un órgano trasplantado de una especie a otra.
¿Qué es una especie?
La barrera que define a una especie es si la reproducción es posible. Un humano y un cerdo no pueden producir descendencia, por lo tanto son especies consideradas diferentes.
Tipos de trasplantes. Entre dos miembros genéticamente diferentes de la misma especie se denomina alotrasplante. Uno entre miembros de la misma especie que son genéticamente idénticos se denomina isotrasplante. Finalmente el autotrasplante, como su nombre indica es cuando se usa una parte de la piel del muslo, por ejemplo, para tratar quemaduras.
¿Funciona el xenoinjerto?
No tienen éxito en comparación con los aloinjertos. Su verdadera función es enfrentarse a la escasez de órganos. Más de 40.000 personas mueren al año esperando un trasplante de riñón.
✕
Accede a tu cuenta para comentar