"Shock sin precedentes”
Once millones de españoles sufren exclusión social
Cáritas señala que la perspectiva de futuro es negra tras dar un salto del 9,5 al 11,2% el porcentaje de pobreza severa en las familias
El coronavirus ha dejado a 2,5 millones de españoles más en la cuneta de la exclusión en apenas un par de años que se encuentran atrapados en el pozo de la pobreza donde se encuentran ya 11 millones de ciudadanos. Lo certifica Cáritas Española, a través de su informe Foessa que, a través de un estudio estadístico de 700 páginas con la participación de más de 30 investigadores, radiografía cómo la precariedad del empleo, la vivienda, la sanidad, la educación, la brecha digital… está enquistando y acrecentando la desigualdad por género, edad y origen.
Con un margen de error mínimo, esta auditoría se convierte en la primera investigación de referencia sobre los efectos de pandemia en la gente de a pie, especialmente en los más vulnerables. Así, certifica que la pobreza severa ha dado un salto del 9,5% al 11,2% o el hecho, por ejemplo, de que en dos millones de núcleos familiares no hay un empleo ni se le espera, con 800.000 parados de larga duración. En cuanto a las zonas del país donde más afecta la pobreza, se constata una mayor exclusión en el eje Sur-Mediterráneo.
Uno tras otro, los datos ofrecidos por la plataforma eclesial son demoledores. El propio coordinador del Equipo de Estudios de Cáritas y secretario técnico de Foessa, Raúl Flores, califica de «shock» las cifras, que dejan al descubierto cómo casi dos millones de hogares dependen de un único ingreso de uno de sus miembros que atraviesa una situación de inestabilidad laboral grave. O lo que es lo mismo, en el último año ha tenido tres o más meses de desempleo, tres o más contratos diferentes en tres o más empresas diferentes.
Por eso, Flores lamenta que se pueda llegar a pensar que «la crisis socioeconómica ha terminado porque se ha recuperado el empleo. Los Ertes no han ayudado a los más vulnerables, sin restarle de un gramo de la importancia que han tenido para el resto de la población», especificó el investigador durante la presentación del informe ayer en Madrid.
A su lado, Natalia Peiro, secretaria general de Cáritas Española, ponía el foco en cómo «una parte de la población se ve expulsada de la sociedad» y «quien se ha quedado fuera tiene casi imposible volver a entrar. Y es que, el 34% de las familias considera que la pandemia ha tenido un fuerte impacto en el deterioro de sus relaciones sociales. Además, una de cada tres familias han tenido que reducir sus gastos en lo básico: alimentos, ropa… De esta manera, para la responsable de la entidad eclesial, el coronavirus marca «un punto de inflexión para las condiciones de vida y de integración en muchas familias».
En el caso de los jóvenes, hay 2,7 millones entre 16 y 34 años afectados por procesos de exclusión social calificados por Foessa como «intensa y multidimensional» que se traduce en la imposibilidad de materializar cualquier proyecto de vida. Los migrantes, por su parte, quedan recluidos en la galera de las oportunidades: la pobreza en los hogares de extranjeros es casi tres veces mayor que las demás casas españolas. «El contrato social no se está respetando y los jóvenes lo están pagando con limitaciones vitales», advirtió Flores, que reconoció que los ciudadanos más castigados en su bolsillo «se levantan cada mañana, no se quedan bloqueados y pasivos». Ocho de cada diez hogares desfavorecidos toman medidas para salir del hoyo, con formación, búsqueda de empleo… «Demostramos así la falsedad del efecto desincentivador de las ayudas», certificó.
Precisamente, en relación a las administraciones públicas, desde Cáritas reconocen que «un esfuerzo notablemente mayor que en la crisis anterior», pero insuficiente. Se valora el Ingreso Mínimo Vitalaprobado por Moncloa, pero se reitera que solo dos de cada diez beneficiarios han podido acceder a la ayuda. Por ello, desde la entidad de la Iglesia se hace un llamamiento a recuperar el «escudo social» desde un Estado del Bienestar que llegue a todos, con medidas como una reforma laboral que vaya más allá de lo legislativo, por ejemplo, complementando los salarios escasos con otros incentivos retributivos. «Necesitamos un plan de recuperación que no deje a nadie atrás y que actúe sobre la exclusión severa», reiteró el coordinador del informe Foessa. Mientras tanto, Cáritas Española sigue al pie del cañón y solo en 2020, en plena explosión pandémica salió al rescate de 1,5 millones de personas, un 26% más que el año anterior.
Unos solicitantes de ayuda que tienen eminentemente rostro femenino. «La pandemia va a aumentar la desigualdad de género», sentenció ayer Peiro. De hecho, la exclusión social ha crecido más del doble en los hogares cuya sustentadora principal es una mujer.
Precisamente respecto a la mujer, la crisis de la covid, con un aumento del teletrabajo y las rutinas de confinamiento, ha acentuado las desigualdades de género ya existentes antes de la epidemia y ha supuesto. Ha sido una oportunidad perdida para avanzar hacia un reparto más igualitario del trabajo doméstico y su revalorización.
Un estudio del Departamento de Sociología de la Universidad Autónoma de Barcelona que ha analizado el impacto de género del teletrabajo y el confinamiento en las tareas domésticas y de cuidado de personas, concluye que las rutinas de confinamiento se agruparon en dos tipos principales: las de centralidad laboral características de los perfiles sin cargas de cuidado; y las combinadas de quienes han de cuidar a dependientes, que incluyen tareas laborales, domésticas y de cuidado.
El trabajo demuestra que las rutinas de las mujeres se caracterizan por su doble presencia, mientras que las de los hombres reflejan una mayor disponibilidad laboral, y evidencia que las mujeres directivas tienen una disponibilidad laboral mucho mayor que las mujeres técnicas.
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