Covid-19

La italiana más vacunada del mundo

Una joven de 23 años recibe por error seis dosis de la vacuna de Pfizer

Una mujer recibe la vacuna contra la Covid-19
Una mujer recibe la vacuna contra la Covid-19Marta Fernández JaraEuropa Press

Virginia acudió el domingo pasado al hospital de Massa, en la costa toscana. Tiene sólo 23 años, trabaja como psicóloga y había sido citada para recibir la vacuna como “personal sanitario”. Ahora que el ritmo de inmunización ha cogido velocidad entre las personas de 60 en adelante, se acabaron las pegas. Hubo semanas en las que estos profesionales fueron demonizados por recibir el pinchazo antes que sus mayores. Se sentó, llegó una enfermera con la jeringa y completó el trámite. Nada extraño, no es más que un momento. Sólo que esta vez hubo un error: del vial de Pfizer, que contiene hasta seis dosis, no salió la cantidad proporcional, sino todo el contenido.

La enfermera, que tiene pocos años más que la paciente, se dio cuenta enseguida del error. Avisó a un médico y ambos le dijeron a Virginia que debía permanecer en el hospital en observación. Pasó allí 24 horas, con mareos y dolores por todo el cuerpo. Nada más, por suerte. Pasado un tiempo prudencial, recibió el alta. “Tengo un poco de dolor de cabeza, muchísimo cansancio y me he llevado un buen susto. Pero sigo viva e hipervacunada”, dijo a ‘Il Corriere della Sera’. Le preguntaron si pensaba denunciar al hospital y respondió con un “no” rotundo: “Son cosas que pasan, todo el mundo se puede equivocar y no ha habido ningún tipo de mala voluntad”.

La enfermera, una joven con poca experiencia, se ha tomado unos días libres. Su disgusto es enorme. En su descarga, los últimos análisis matizaron que la paciente no había recibido las seis dosis que contiene el vial, sino cuatro, ya que otras dos quedaron en el interior del bote. “Cogí la jeringuilla, convencida de que la solución estaba diluida, pero en cuanto inoculé la dosis me di cuenta de que no era así, que no se había diluido como solemos hacer, sino que lo había suministrado todo”, dijo a los medios italianos. En un exceso de celo, una asociación de consumidores ha mostrado ya su intención de querellarse contra el personal sanitario.

El ejemplo de Virginia, que se ha tomado el incidente con filosofía, es un ejemplo más de ese respeto que el personal sanitario nunca se debía haber ganado con esta pandemia. Debía contar por él previamente, darse por descontado. Ocurren errores, claro, como en todas partes. Pero el esfuerzo y la dedicación están muy por encima de estas excepciones. Paciente y enfermera no llegan a los 30 años, forman parte de esa amplia juventud que no se le ha pasado por la cabeza cantar “el resultado nos da igual”. Una debería tener un brillante futuro como psicóloga, al menos ya ha demostrado tener una buena dosis -sin bromas- de empatía. La otra seguirá protegiendo a la población contra el virus. Que ninguna asociación con ansias de protagonismo le quite esa responsabilidad. Sabiendo que Virginia está bien y que la cosa no ha ido a mayores, la única incógnita que cabe es qué pasará con el reclamo.