Inmunidad

La falta de dosis en África y América Latina amenazan el futuro mundial

Los casos se disparan pero se prevé que sólo se vacunará el 10% de su población

Mirian Arrúa fue el 22 de febrero la primera persona vacunada en Paraguay
Mirian Arrúa fue el 22 de febrero la primera persona vacunada en ParaguayNathalia AguilarAgencia EFE

La Iniciativa Covax (Fondo de Acceso Global para Vacunas Covid-19, según sus siglas en inglés) nace en abril de 2020 como colaboración internacional –Rusia se mantiene al margen– para un acceso mundial equitativo a las vacunas contra la covid y que éstas no solo lleguen a los países ricos, sino también a los pobres. Su objetivo principal para 2021, según se hace constar en sus estatutos, es conseguir 2.000 millones de dosis para lograr la inmunización de grupo del 60%-70% en los países menos desarrollados. Participan tanto la OMS como el acelerador ACT, que nació en abril de 2020 como respuesta al llamamiento del G-20, la Comisión Europea, Francia y la Fundación Bill y Belinda Gates.

Las intenciones son muy buenas pero ya han transcurrido casi tres meses de este caso y el ritmo de la vacunación es mucho más lento del previsto. Hay un clamor en todo el mundo contra las naciones ricas por hacerse con la mayor producción de vacunas. De los más de 210 millones de vacunas distribuidas en el mundo, la mitad la acaparan solo dos países (Canadá y Estados Unidos) y el 80% de la otra mitad otros diez, cuando los estados ricos solo representan al 14% de la población mundial. Unos 70 países pobres solo podrán vacunar a una de cada 10 personas si los gobiernos no toman medidas urgentes. Aunque sí ha habido propuestas como la de Enmanuel Macron, presidente de Francia, impulsora de Covax, que propuso la donación del 5% de las reservas de vacunas de Europa y Estados Unidos para el personal sanitario de África.

Según el doctor Jarbas Barbosa, presidente de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), todos los países de América Latina y el Caribe participan en esta iniciativa e irán recibiendo las vacunas en virtud de su población y coordinadas por la OPS, que matiza que ningún país recibirá grandes cantidades y los países que han firmado acuerdos con China y Rusia sin haber conseguido aún la preclasificación de la OMS «naturalmente ellos asumirán toda responsabilidad de los posibles riesgos».

La Alianza Gavi, otro de los coprotagonistas de Covax, ha activado un instrumento de financiación para que los países que no puedan pagar y cumplan los requisitos reciban dosis subvencionadas con donaciones de las entidades participantes. De este modo, como subraya el doctor Barbosa, «se cumple el principio de igualdad entre países ricos y en vías de desarrollo o subdesarrollados».

A finales de febrero pasado, tras cumplir sin incidencias con los compromisos adquiridos con la India, Covax inició su campaña en África con Ghana y envíó 600.000 dosis. Las primeras llegaron gracias a Unicef a Accra, la capital del país. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, expresó que en este paso se simbolizan «largos días y noches de trabajo que finalmente consiguen resultados concretos». Poco después les tocó el turno a Sudáfrica, Zimbabue, Marruecos, Egipto, Argelia, Guinea, Ruanda, Guinea Ecuatorial, las islas Mauricio y Seychelles y Senegal.

No obstante, las mafias y las falsificaciones de medicinas se convierten en un obstáculo inmenso. Un informe de la OMS revelaba que entre 2013 y 2017 la mitad de los fármacos falsificados o de mala calidad se habían hallado en el África subsahariana, donde las normativas son débiles y existe una gran corrupción, empezando por los propios funcionarios del Gobierno. En aquellos años, las multinacionales farmacéuticas enviaban generosamente AZT y DDI contra el sida, y los gobiernos corruptos se enriquecían comerciando con ellos. Hasta que se descubrió y las farmacéuticas retiraron sus donaciones.

Y otra consecuencia de esa escasez de sueros es que las variantes del SARS no dejarán de aparecer sin control en África y América Latina como ocurre ahora. Será una pesadilla que no acabará nunca y que impedirá el ansiado regreso a la normalidad en el día y día y mucho más en los viajes internacionales.