Maternidad
Síntomas de la depresión postparto y claves para abordarla
Ginecólogos, matronas, psicólogos o fisioterapeutas acompañan a la mujer
Ser madre se convierte en una de las aventuras –si no la que más– con mayor trascendencia de la vida de una mujer. Aunque el nacimiento de un bebé suele ser motivo de felicidad y entusiasmo para la mayoría de las madres, existe otra realidad menos amable y alegre de la que apenas se habla, pues diversos estudios confirman que algunas de ellas experimentan alteraciones emocionales durante el posparto que se traducen en sentimientos de tristeza, angustia o ansiedad que, de mantenerse en el tiempo, pueden progresar y derivar en trastornos más graves como la depresión.
Los cambios emocionales en el postparto suelen ser transitorios, pero afectan a muchas féminas. «Se crean sentimientos de culpa que impiden que la mujer sea capaz de expresar lo que le sucede. Es una cuestión “tabú” en algunos entornos, pues se supone que la maternidad es sinónimo de felicidad», advierte Elena De Iracheta, psicóloga clínica de la Unidad de la Mujer del Hospital Ruber Internacional, quien hace hincapié en «hay que distinguir entre dos tipos de alteraciones que pueden variar en intensidad y duración: ‘‘maternity blues’’ y depresión postparto».
En concreto, «Maternity blues» es un término utilizado para describir un conjunto de síntomas emocionales y físicos comunes que experimentan algunas mujeres después de dar a luz. «Se trata de un síndrome leve, normalmente transitorio, que puede presentarse entre el 20 y el 80% de las madres. Suele aparecer de dos a cuatro días tras el parto y desaparece sin secuelas en dos o tres semanas. Los signos más frecuentes son: insomnio, ansiedad, irritabilidad, cambios en el apetito y sentimientos de minusvalía. Aunque es un trastorno común, no todas lo experimentan y la intensidad de los síntomas puede variar», asegura De Iracheta. Por ello, «no es necesario que todas las mujeres que dan a luz reciban apoyo psicológico por sistema, pero sí todas aquellas que o bien hayan tenido problemas durante el embarazo o bien se sientan mal después de dar a luz», explica Gloria Calderón, responsable del Servicio de Psicología Clínica de Olympia Quirónsalud.
Por su parte, la depresión posparto es un trastorno del estado de ánimo más grave y persistente. «Suele iniciarse dos o tres semanas después del parto con una incidencia entre el cinco y el 22%. Se caracteriza por una depresión melancólica en la que la madre no tiene ganas ni fuerzas para hacer actividades de la vida cotidiana, se siente incapaz de cuidar al bebé y experimenta sentimientos ambivalentes de amor-odio hacia el recién nacido. Esta condición requiere de tratamiento psicológico oportuno por parte de un profesional experto en la materia». También puede haber sentimientos de culpa, falta de autoestima y, en los casos más graves, pensamientos recurrentes de muerte o suicidio. Por ello, es importante buscar ayuda profesional si se sospecha de ello.
Atención especializada
Cuando una mujer da a luz, es visitada por el ginecólogo y la matrona, pero «si hay signos de alarma la psicóloga valora cómo se encuentra la mujer y poder iniciar una serie de citas en consulta tras el alta médica», explica De Iracheta, quien asegura que «la atención es integral, más aún con la nueva Unidad Postparto del Hospital Ruber Internacional, donde se engloban otras especialidades, además de Psicología, como lactancia, Dermatología, Fisioterapia de suelo pélvico, Angiología o Endocrinología en un acompañamiento integral de la mujer que no está sola».
Para tratar la depresión postparto se realiza una «psicoterapia encaminada a la reestructuración cognitiva de pensamientos disfuncionales, técnicas de relajación, mindfulness, técnicas de regulación emocional... En algunos casos, se requiere una intervención sistémica y de pareja», explica Calderón. «En este proceso ayudamos a identificar y manejar los factores estresantes y les brindamos estrategias de afrontamiento para reducir la ansiedad», concluye De Iracheta.
Las más vulnerables
Existen algunas mujeres con más riesgo de sufrir una alteración psicológica tras ser madres: «La falta de apoyo social es crucial. Por otro lado, el imperativo de seguir unas orientaciones previas de un modo estricto contribuye a incrementar los niveles de ansiedad y el sentimiento de culpa si no se cumplen las expectativas, mientras que otros factores guardan relación con la predisposición genética, sobre todo los casos de mujeres con antecedentes personales o familiares de depresión o trastorno bipolar, también si han tenido depresión perinatal en un embarazo anterior», detalla Calderón.
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