Entrevista

Carmen Romero, tras el suicidio de su hermano: «Hay que romper el tabú y ser capaces de hablar de ello»

Entrevista a Carmen Romero, periodista y cómica, autora del libro «Esto no está pasando», Editorial Planeta

Carmen Romero
Carmen RomeroJavier OcañaLA RAZÓN

Entre muchas risas y más de una lágrima, la periodista y cómica Carmen Romero relata en el libro «Esto no está pasando» (Editorial Planeta) el duro trance que vivió en 2016 cuando su hermano, Miguel, con apenas 26 años, se quitó la vida al saltar por la ventana de la casa familiar mientras veían juntos la película «El padrino». Como si de una película se tratara, Carmen confiesa verse metida en la vorágine de un rodaje cinematográfico que la deja en shock, lo que le obligará a volver a reconectar consigo misma afrontando la muerte desde un lugar alejado del tabú, el silencio y el miedo y con el humor como principal salvavidas al que agarrarse.

¿Por qué decidió escribir este libro tan sincero y desgarrador?

Desde que ocurrió el suicidio de mi hermano lo había tenido en la cabeza, pero no me atrevía. Un día, de forma espontánea en un podcast conté la historia y cómo a raíz de eso caí en un pozo sin fondo del que pensé que no sería capaz de salir. La respuesta de la gente fue tan buena, con tantos mensajes de apoyo, pero también de preguntas, que me di cuenta de que hacía falta hablar más del suicidio y de los problemas de salud mental que todos podemos sufrir.

¿Es un tema tabú?

El suicidio es un tema tabú en la sociedad, pero hay que romperlo y ser capaces de hablar de ello. Existe la necesidad de exponer y naturalizar este tema, porque cuando me pasó, yo también sentí no poder más, no veía salida y a mí también me atraparon los pensamientos suicidas, porque me sentía culpable y mal. Pero como esto no se habla y no se verbaliza, piensas que la rara eres solo tú.

Sin embargo, los datos confirman que es un problema real cada vez más común...

Sin duda. He comprobado que los pensamientos suicidas son más que recurrentes a lo largo de la vida. Es algo común, pero hay que visibilizarlo para prevenir, porque si cuando estás así te sientes solo y culpable, es más fácil pensar que ese es el único camino. Sin embargo, si comprendes que esto es algo natural resulta más fácil pedir ayuda.

¿El humor es su tabla de salvación?

Siempre ha formado parte de mí y quizá ante el suicidio de Miguel se convirtió en un salvavidas, porque la risa es una fórmula para combatir el dolor. Por supuesto, no es la única y no tenemos que limitarnos a ella. Si tienes un problema, lo mejor es ir a terapia, pero está claro que el humor aligera mucho el camino.

¿La ayuda psicológica es esencial?

Sí. A mí me salvó ir a terapia y dejar de verme como una víctima gracias a esa ayuda profesional. A día de hoy, la culpa sigue apareciendo, pues pienso que podía haber hecho algo más por evitar la muerte de Miguel, pero ya no es algo paralizante, porque si no, ese pensamiento no te deja vivir y eso lo he logrado con terapia.

¿Sigue costando reconocer que alguien va al psicólogo o al psiquiatra?

Los problemas de salud mental están infravalorados en nuestra sociedad. La primera vez que me dieron ataques de pánico pensé que me iba a morir, porque no tenía ni idea de lo que me estaba pasando. Nadie me había contado nada parecido nunca, pero ahora resulta que es muy común y empiezo a escuchar a más gente reconocer que los ha vivido... Por suerte creo que estamos en el buen camino y se habla más de ansiedad, de depresión, de problemas mentales...

¿Un consejo final?

La muerte sigue siendo un tabú de lo que no se habla y hay mucho miedo y desconocimiento, pero deberíamos hablar con más naturalidad de ella. Hay que permitirse sentirse mal, porque el duelo hay que pasarlo, pero sabiendo que hay esperanza al final del camino. Yo soy la prueba de que se puede.