Salud
¿Una copa de alcohol al día puede ser buena para el corazón?
Durante el estudio, los bebedores ligeros tuvieron un 22% menos de probabilidades de sufrir un infarto de miocardio o un ictus en comparación con los abstemios
Existen estudios que ha relacionado el consumo moderado de alcohol (por lo general, tomar un vino o una cerveza al día) con un menor riesgo de padecer un infarto de miocardio o un ictus. Incluso sugieren que este hábito podría alargar la vida. Todos hemos escuchado en alguna ocasión que "una copa diaria es buena para el corazón", una frase se repite como un disco rayado desde hace eones. Pero, ¿es cierta? Un nuevo estudio sugiere por qué la respuesta podría ser afirmativa. Y es que, según sus hallazgos, un consumo "de ligero a moderado" ayuda al cerebro a relajarse, lo que reduce los problemas cardiacos relacionados con el estrés.
Pero antes de arrojar las principales conclusiones de esta investigación, llevada a cabo por neurocientíficos y cardiólogos vinculados con la Escuela de Medicina de Harvard, cabe recordar que lo cierto es que el consumo diario de alcohol puede tener efectos muy perjudiciales para la salud cardiovascular. De hecho, se ha relacionado con al menos 22 causas específicas de muerte, entre ellas enfermedades hepáticas, algunos tipos de cáncer, accidentes cerebrovasculares y cardiopatías, tal y como señala una de los últimos y más importantes trabajos publicados en la revista JAMA Open sobre este tema.
A pesar de todo, mucha gente se toma una copa para relajarse y liberarse del estrés del día. Ahora, esta innovadora investigación publicada hoy en la revista Journal of the American College of Cardiology sugiere que no se trata sólo de un efecto placebo. En ella se explica que, a corto plazo, el alcohol tiene un efecto tranquilizador en la amígdala, la zona del cerebro que procesa las amenazas potenciales de nuestro entorno.
En este sentido, el estudio demuestra que la actividad de la amígdala se reduce habitualmente en los bebedores moderados, en comparación con los no bebedores. Y esto parece explicar en parte su menor riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, como infartos de miocardio e ictus.
¿Cuántas copas se pueden tomar al día?
Los resultados se suman a un gran número de pruebas que relacionan el consumo moderado de alcohol con un menor riesgo de enfermedades cardiacas. La clave, apuntan los científicos, está en el concepto de "moderación". Por "moderado" se entiende generalmente no más de una bebida alcohólica al día para las mujeres y no más de dos para los hombres. Sin embargo, los expertos subrayan que nadie está sugiriendo que se beba por el bien de la salud del corazón.
En primer lugar, subrayan que es evidente que el alcohol puede ser perjudicial. Además, existe la posibilidad de abuso y dependencia, y se sabe que beber en exceso es perjudicial, incluso para el cerebro. Incluso un consumo moderado puede conllevar riesgos para la salud, como un aumento de las probabilidades de desarrollar ciertos tipos de cáncer.
"No existe un nivel 'seguro' de consumo de alcohol", afirma el Dr. Ahmed Tawakol, investigador principal del estudio y codirector del Centro de Investigación de Imágenes Cardiovasculares del Hospital General de Massachusetts. De hecho, él afirma que el alcohol no es el tema que más le interesa. En su lugar, él y su equipo querían indagar en las razones por las que un consumo de alcohol entre ligero y moderado está relacionado con un menor riesgo cardiovascular. A continuación, podría ser posible encontrar otras formas de imitar los beneficios sin los riesgos, señala.
Un 22% menos de riesgo de episodios cardiovasculares graves
El equipo de Tawakol partió de los datos de más de 50.000 adultos inscritos en un gran proyecto de investigación sanitaria. Descubrieron, como muchos estudios anteriores, que las personas que bebían de forma ligera a moderada tenían un menor riesgo de sufrir "episodios" cardiovasculares graves, como infartos de miocardio y accidentes cerebrovasculares.
En comparación con los no bebedores, tenían un 22% menos de probabilidades de sufrir esos problemas a lo largo de tres años. Todo ello después de que los investigadores tuvieran en cuenta otras influencias, como los hábitos de tabaquismo y ejercicio físico, las enfermedades, el nivel educativo y los ingresos.
A continuación, los investigadores se centraron en un subconjunto de 754 participantes que se habían sometido a escáneres cerebrales PET/CT por razones médicas. Querían ver si los hábitos de consumo de alcohol declarados por los propios participantes se correlacionaban con diferencias en la señalización del estrés en el cerebro.
La respuesta fue afirmativa. De media, los bebedores leves o moderados mostraban una señalización reducida en la amígdala, frente a las personas que se abstenían o bebían poco. Según los investigadores, esta diferencia cerebral explica en parte el menor riesgo cardiovascular de los bebedores ligeros.
A grandes rasgos, la gente necesita una amígdala alerta para responder adecuadamente a las amenazas del entorno. Pero cuando está crónicamente hiperactiva, explicaron los investigadores, puede pasar factura al sistema cardiovascular, elevando la presión arterial y alimentando la inflamación de los vasos sanguíneos.
Nadie recomendaría que la gente consumiera alcohol para calmar su amígdala, dice el Dr. Andrew Freeman, director de prevención cardiovascular y bienestar de National Jewish Health en Denver, que no participó en la investigación. "Lo interesante de este estudio es que señala la importancia de la reducción del estrés". Ahora, la pregunta es: "¿Se pueden replicar [estos hallazgos] con algo que no tenga los daños del alcohol?". Según este experto, mediante prácticas de atención plena o ejercicio físico.
Tawakol sospecha lo mismo. De hecho, él y sus colegas están estudiando los efectos del ejercicio físico y de la reducción del estrés basada en la atención plena. Hasta que estos estén demostrados, Tawakol espera que la gente se lleve un par de mensajes básicos: La "conexión cerebro-corazón" es importante, y es importante tener formas saludables de manejar los factores estresantes de la vida.
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