
Cuidado personal
¿Cada cuánto me debo duchar? Hacerlo todos los días "no es bueno"
Un experto redujo drásticamente su rutina de higiene y dejó de ducharse regularmente durante cinco años
La piel es el órgano más grande del cuerpo humano, con una superficie que oscila entre los 1,4 y 1,9 metros cuadrados. Sin embargo, algunos estudios sugieren que, si se consideran los pliegues formados por los folículos pilosos y las glándulas sudoríparas, su extensión podría ser al menos diez veces mayor. Además de ser una barrera protectora entre el interior del organismo y el exterior, la piel desempeña un papel clave en la regulación de la temperatura y la percepción sensorial.
En nuestra cultura, mantener la piel limpia es una prioridad. Prueba de ello es la industria de los productos de belleza y cuidado personal. Pero, ¿realmente necesitamos tantos productos para estar saludables o es una cuestión de marketing y costumbre?
James Hamblin, médico especializado en salud pública y profesor en la Escuela de Salud Pública de Yale, se propuso explorar estas preguntas desde una perspectiva radical: redujo drásticamente su rutina de higiene y dejó de ducharse regularmente durante cinco años. Esta experiencia quedó documentada en su libro 'Clean, The New Science of Skin', publicado en 2020.
"No pasé cinco años sin tocar el agua, pero fui muy minimalista", explica Hamblin. Su investigación reveló que muchos productos de higiene personal no cumplen una función estrictamente sanitaria, sino que su uso responde a factores psicológicos, sociales y comerciales.
En los últimos años, la ciencia ha comenzado a comprender mejor el microbioma de la piel, una comunidad diversa de microorganismos que coexisten en nuestro cuerpo. Al igual que en el intestino, estas bacterias y hongos desempeñan un papel crucial en la protección contra patógenos y en la regulación de la inflamación.
El uso excesivo de jabones y detergentes puede alterar este equilibrio natural. "Cuando nos duchamos con agua caliente y aplicamos jabón, no solo eliminamos la suciedad, sino que también alteramos el ecosistema microbiano de la piel", explica Hamblin. Esta perturbación puede contribuir a problemas como el eczema y el acné.
Hamblin diferencia entre higiene y limpieza. La higiene tiene un propósito médico: evitar la propagación de enfermedades infecciosas. Acciones como lavarse las manos después de ir al baño o cubrirse la boca al estornudar son esenciales para la salud pública. Por otro lado, la limpieza diaria con jabones y champú responde más a un acto ritualista y estético.
Según explica, la percepción de limpieza está influenciada en gran medida por el marketing. Las empresas promueven productos con fragancias y texturas que refuerzan la sensación de frescura y bienestar, aunque su impacto en la salud sea mínimo. "No es que estos productos sean malos, pero muchas veces se les atribuyen beneficios médicos que en realidad no tienen", advierte el experto.
La pandemia de COVID-19 trajo un aumento en la frecuencia del lavado de manos y el uso de desinfectantes. "Durante ese tiempo, la prioridad era eliminar los gérmenes a toda costa, lo que hizo que se perdiera el interés en la conservación del microbioma de la piel", señala Hamblin. Sin embargo, ahora que la emergencia ha pasado, la atención vuelve a centrarse en encontrar un equilibrio entre higiene y salud cutánea.
Recomendaciones del experto
Para quienes deseen adoptar un enfoque más natural y reducir la dependencia de productos de higiene, Hamblin sugiere algunos principios, como:
- Diferenciar entre higiene y limpieza: Lavarse las manos es esencial, pero ducharse a diario con jabón en todo el cuerpo no lo es.
- Escuchar a la piel: Si sufre de sequedad o irritación, podría ser beneficioso reducir la frecuencia de los lavados o cambiar de productos.
- Reducir el uso de jabones agresivos: Usar jabón solo en áreas críticas (axilas, genitales y pies) y enjuagar con agua el resto del cuerpo puede ayudar a preservar el microbioma cutáneo.
- No dejarse influenciar por el marketing: Los productos más caros no necesariamente son más efectivos. En muchos casos, las diferencias entre ellos son solo estéticas y olfativas.
- Adoptar un enfoque gradual: No se trata de eliminar el baño de un día para otro, sino de experimentar con pequeños cambios y observar cómo responde la piel.
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