Adelgazar
Así deteriora la salud hacer una dieta «exprés» para perder los kilos del verano
Los expertos alertan de que optar por un régimen estricto y «milagroso» dispara el riesgo de contraer otras patologías
El calendario confirma que el final de las merecidas vacaciones ha llegado a su fin. Y al llegar a casa, la báscula nos ratifica que el descanso se ha traducido en unos kilos de más. De hecho, «se estima que en un periodo de vacaciones más o menos largos, dependiendo de quién, se puede llegar a coger de media entre dos y cuatro kilos, incluso más», confirma Mónica Herrero, vicepresidenta del Colegio Profesional de Dietistas-Nutricionistas de Aragón.
Ante esta circunstancia no debe cundir el pánico, ya que los expertos recuerdan que resulta un grave peligro para la salud caer en la tentación de realizar dietas milagro, es decir, optar por «aquellos métodos de adelgazamiento que tienen en común la promesa de una rápida pérdida de peso sin apenas esfuerzo, que conllevan desequilibrio en nutrientes, restricción de la energía ingerida muy severa, e inconvenientes para la salud, como la pérdida de masa muscular y el aumento del riesgo de padecer enfermedades», advierte Herrero.
En concreto, «este tipo de dieta puede llevar consigo complicaciones en ciertas patologías, hepáticas, cardiacas, diabetes, debido a que son poco equilibradas, donde se toma más cantidad de algún nutriente, como puede ser grasas y proteínas, y se restringen ciertos alimentos como son los hidratos de carbonos complejos, como frutas, hortalizas, verduras... También algunas de estas dietas tienen muy pocos ingredientes, los cuales se van repitiendo, y esto hace que nos falten nutrientes esenciales y, a la larga, podamos tener algún déficit, sobre todo de vitaminas y minerales», recuerda Herrero.
En este sentido, Neus Elcacho, experta en salud digestiva y microbiota, insiste en que «no podemos dejar nuestro cuerpo y nuestra salud en manos de dietas peligrosas, por mucho que sean temporales. A partir de las cuatro o seis semanas se empiezan a generar cambios en la microbiota protectora, hecho que podría afectar a nuestra salud digestiva y, en general, a toda la salud del cuerpo, ya que muchas dietas restringen alimentos que contienen nutrientes importantísimos para la microbiota que protege nuestra salud digestiva y que tanta relación tiene con el sistema nervioso (cerebro, energía, estado emocional...), nuestras hormonas, nuestro sistema inmunitario... Reducir la fruta puede generar grandes deficiencias de vitaminas y minerales, por ejemplo. Así como eliminar las legumbres, que estaría eliminando un gran protector cardiovascular».
Secuelas peligrosas
Por todo ello, Ana de Hollanda, endocrina del Hospital Clínico de Barcelona y coordinadora del Área de Obesidad de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), hace hincapié en que «ninguna persona debería utilizar estas dietas, mucho menos aquellas que tienen enfermedades previas, sobre todo es muy importante que no abandonen su tratamiento médico. Si la dieta propuesta resulta muy restrictiva puede aparecer sensación de cansancio, cefalea o malestar general».
Aunque coger unos kilos de más se convierte en algo frecuente en periodos vacacionales, basta con volver a la rutina y activarnos para recuperar la «normalidad». «Nuestro cuerpo tiene un mecanismo que regula el peso corporal de una forma muy precisa, por lo que, si hemos cambiado temporalmente nuestra alimentación y consecuentemente ganado peso, simplemente con volver a los hábitos de vida saludables previos será suficiente para perder el peso ganado», asegura De Hollanda, quien destaca que «debemos evitar entrar en el círculo vicioso de dietas muy restrictivas que pueden generar ciclos de pérdida de peso y recuperación posterior y plantear cambios a largo plazo».
De hecho, optar por estas dietas exprés para compensar los efectos de las vacaciones suele implicar el riesgo de caer en el denominado efecto «yoyó». «Si se producen pérdidas de peso importantes y no hay un plan de mantenimiento a largo plazo estas dietas estarán destinadas al fracaso. La pérdida de peso desencadena mecanismos normales en el cuerpo que llevan a recuperar los kilos», recuerda De Hollanda. Y es que, tal y como apunta Herrero, la cuestión empeora si se usan estos métodos, ya que «nuestro metabolismo puede disminuir y hacer que quememos menos calorías, por esos efectos rebote de este tipo de dietas. Recientes estudios recogen que las consecuencias de hacer dietas diferentes a lo largo de la vida pueden establecer una resistencia a la insulina y que luego nos cueste más perder peso o tener alguna patología relacionada. Sin olvidar las secuelas psicológicas que supone la frustración de volver a recuperar el peso en poco tiempo».
¿Cómo actuar?
Ante esos kilos de más acumulados en verano, los expertos coinciden: «No hay un plan mágico, sino constancia y paciencia, ya que implica un cambio en nuestro hábito, y cuesta tiempo y esfuerzo. Llevar una dieta variada y equilibrada en alimentos, desterrando los insanos, como productos precocinados, embutidos, azúcares refinados, alcohol o bebidas carbonatadas. Hay que basar el menú diario en alimentos vegetales, fruta, verdura, hortalizas, legumbres y complementarlo con los demás grupos. Además de realizar ejercicio moderado y establecer rutinas a lo largo de la semana», propone Herrero. Y así lo ratifica Elcacho, quien recuerda que «los estudios nos muestran que la dieta más protectora de nuestra microbiota digestiva es la mediterránea vegetal, es decir, aquella basada en verduras y frutas, y no en los cereales».
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