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El Papa remata en Río la reforma del Vaticano

El Santo Padre, el pasado lunes, durante su recorrido por las calles de Río de Janeiro para participar en la JMJ
El Santo Padre, el pasado lunes, durante su recorrido por las calles de Río de Janeiro para participar en la JMJlarazon

En el programa oficial del viaje del Papa Francisco a la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) de Río de Janeiro, se decía que iba a dedicar el día de ayer a descansar tras las 12 horas que duró el vuelo del lunes desde Roma. El Pontífice no tenía citas públicas en su agenda, pero sí una privada: se reunió durante la tarde de ayer con el cardenal hondureño Óscar Andrés Rodríguez Madariaga, arzobispo de Tegucigalpa y coordinador del grupo de ocho purpurados creado por el obispo de Roma para ayudarle en la reforma de la Curia vaticana y en el gobierno de la Iglesia universal.

Estos dos asuntos fueron los grandes temas que se trataron en la reunión, que tuvo lugar en el palacio de Sumaré, la residencia del arzobispo de Río de Janeiro y el lugar elegido por la Santa Sede para que se alojase Francisco. Madariaga se presentó ante su viejo amigo con la propuesta de redactar un «instrumentum laboris» (documento de trabajo) que contenga las propuestas para renovar la Iglesia que están recogiendo en sus distintas áreas de influencia los purpurados de la comisión. «La intención es que las ideas vengan de abajo hacia arriba», cuenta el arzobispo de Tegucigalpa, quien asegura que hay «mucho entusiasmo» entre los obispos. «Hay un gran deseo de todos de fortalecer la colegialidad».

En la última asamblea de la Conferencia Episcopal Latinoamericana (Celam), celebrada en Panamá en mayo, el cardenal Francisco Javier Errázuriz Ossa, arzobispo emérito de Santiago de Chile, recogió todas las propuestas que a su vez habían ido recibiendo los presidentes de los distintos episcopados latinoamericanos. Lo mismo están haciendo otros seis miembros del grupo de trabajo: Séan O'Malley, arzobispo de Boston, en Estados Unidos y Canadá; Reinhard Marx, arzobispo de Múnich, en Europa; George Pell, arzobispo de Sydney, en Oceanía; Laurent Monsengwo Pasinya, arzobispo de Kinshasa, en África; y Oswald Gracias, arzobispo de Bombay, en Asia.

La idea del comité de cardenales es tener preparado el «instrumentum laboris» antes de octubre, cuando se reunirán por primera vez con Francisco. «Si ya tenemos el ''instrumentum laboris'' las propuestas para el Papa no serán demasiado complicadas, porque ya estará marcada la línea». Tras estos tres días de trabajo en Roma, los purpurados volverán a sus lugares de origen, pero mantendrán un continuo contacto con el Papa, pues tienen el cometido de ser «como una especie de consejo de ancianos para ayudarle» en el gobierno de la comunidad cristiana.

Madariaga reconoce que muchas de las propuestas de cambio para Francisco «responden a las inquietudes manifestadas» durante las reuniones de purpurados previas al cónclave. «Hay un gran deseo de que el Papa esté mejor informado, que no se repita lo que ocurrió con Benedicto XVI y el caso Vatileaks. La información le debe llegar sin filtros». También se pretende redimensionar la Curia romana. Se quiere que la Secretaría de Estado no tenga tanto poder como hasta ahora y evitar las duplicidades. El cardenal hondureño cita entre éstas la que se da con la evangelización, pues existe un Pontificio Consejo dedicado a la nueva evangelización y una congregación para la evangelización de los pueblos.

El Instituto para las Obras de Religión (IOR), la banca vaticana, el organismo que tanto daño ha hecho a la imagen de la Iglesia con sus continuos escándalos, está obviamente dentro de la lista de instituciones que se pretende reformar. «Sería muy buena idea hacer de él un banco ético. Todo Estado tiene derecho a tener un banco. ¿Por qué no el Vaticano? Pero tiene que ser de otra manera. En el precónclave preguntamos y nos dijeron que no es un banco, que es una fundación. Entonces, ¿por qué actúa como un banco?» En su opinión, no es negativo que en los últimos tiempos hayan vuelto a aparecer problemas en el IOR, pues «deben salir todas estas cosas del pasado para que no se arrastren más y se pueda aclarar todo».

La profunda voluntad reformista de Francisco y la magnitud del reto que tiene frente a él van a hacer que reduzca su agenda de viajes al mínimo. «En América Latina hay un enorme entusiasmo con el Papa. La gente lo siente como uno de ellos, está deseosa de que los visite pronto por todo el continente. Es un clamor de los jóvenes», cuenta Madariaga. A su juicio, en esta primera parte del pontificado no habrá «muchos viajes pastorales porque ha visto que entre los aspectos prioritarios está la reforma de la Curia y el aspecto de las finanzas».