
Editorial
La huella indeleble del nepotismo y el abuso
El PSOE dice que todo es un montaje, más bulos. Es una estrategia condenada al fracaso. Las pruebas pesan demasiado y el horizonte del hermano del presidente no es prometedor
Unas horas ha tardado en dispersarse el efecto de la última exhumación política de Franco por parte de Pedro Sánchez. Las que pasaron hasta que David Sánchez, el hermano del presidente, declaró como investigado en el Juzgado de Instrucción nº 3 de Badajoz por delitos contra la Administración Pública y la Hacienda Pública, prevaricación, tráfico de influencias y malversación por su contratación como coordinador de Actividades de los Conservatorios de Música y como jefe de la Oficina de Artes Escénicas. El tiempo es fugaz en esta época de nuestra democracia y el torbellino judicial que azota Moncloa y Ferraz disemina cualquier cortina de humo. David Sánchez afrontó su primera gran cita de las que le aguardan en circunstancias de apuro con una instrucción togada y unas pesquisas de la UCO que han puesto al descubierto el cúmulo de irregularidades que lo han favorecido en la fulgurante carrera profesional extremeña al calor del poder socialista en la Diputación de Badajoz y el no menos lucrativo reflejo de esas actividades en su renta y patrimonio. No puede concluirse que su testimonio ante la jueza, la fiscalía y su defensa haya mejorado su posición en el procedimiento ni que sus respuestas hayan armado una versión convincente y veraz de los hechos y las conductas bajo sospecha, sino más bien al contrario. Sus contradicciones, que testigos de la causa, entre ellos la directora del Conservatorio Profesional de Música y tres cargos de libre designación de Hacienda, habían complicado un día antes, tampoco resultaron satisfechas y menos todavía clarificadas lo más mínimo. El imputado fue incapaz de detallar su labor como jefe de la Oficina de Artes Escénicas de la Diputación Provincial de Badajoz ni tan siquiera su composición ni la ubicación. Su aparente amnesia o ignorancia las redondeó con su explicación de que encontró el trabajo en la Diputación «por Google», amén de asegurar que acude a trabajar «siempre que lo necesita» desde Portugal. Por más que sus palabras en sede judicial cobren trazas de pitorreo como si se hubiera creído que el derecho a no autoinculparse justifica la mentira más descarnada, podemos aventurar que el hermano del presidente dejó el juzgado peor de lo que entró. Pretender dar por bueno ante la instructora que ejerce y cobra por un puesto de alta dirección en la Diputación sin saber qué hace ni dónde ni cómo no fue la idea más brillante de la defensa. Cuando faltan razones y argumentos es porque David Sánchez no puede explicar que se creó un cargo ad hoc justo después de que Pedro Sánchez reconquistase la Secretaría General del PSOE con una validación subjetiva de un cargo socialista, que no pisa el Conservatorio desde 2023, que careció de despacho durante un año y se lo montaron a la carrera tras la denuncia, el sospechoso traslado a Portugal, su no menos turbia fiscalidad y el fantasmal informe tributario exculpatorio. El PSOE dice que todo es un montaje, más bulos. Es una estrategia condenada al fracaso. Las pruebas pesan demasiado y el horizonte del hermano del presidente no es prometedor.
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