Parresía
¿Hacemos una porra?
Por mucho que aumente su lista de exigencias, Puigdemont sabe que le conviene ceder a la pretensión del referéndum de autodeterminación. Más que nada, porque está en juego su propio dinero
¿De qué hablamos estos días? Los informativos lo resumen en apenas media hora. Básicamente, a los españoles nos quita el sueño lo carísimo que está todo, nos choca el calor impropio que hace en octubre, nos encogen el corazón tragedias como el incendio en la discoteca murciana y, en las últimas horas, nos ilusiona el mundial de fútbol que vete a saber cómo saldrá, porque lo compartiremos con media humanidad. Sobre los asuntos políticos, a ésta que te escribe le consta la desafección ciudadana creciente, a pesar de los últimos acontecimientos vividos en el Congreso. Y la gran incógnita colectiva, lo que todos se preguntan, es si iremos de nuevo a elecciones generales en enero.
De momento, este domingo veremos, en Barcelona, cuánto músculo tiene en la calle el «no» a la amnistía que planea Pedro Sánchez para contentar al independentismo y continuar en La Moncloa. Seis años después del 1 de octubre, de aquella marcha multitudinaria por la unidad y contra la independencia, con declaración final a cargo del socialista Josep Borrell, la realidad socialista ha cambiado dramáticamente.
El PSOE del Manual de Resistencia, sin fisuras en torno a Sánchez, no acudirá a la convocatoria de Sociedad Civil Catalana para defender la unidad de España, a la vez que cambia de argumentario. El socialismo nos pide ahora que olvidemos «por el interés general» la rebeldía, la sedición, la ilegalidad. Nos explica que hay que amnistiar a los responsables, normaliza la posibilidad de perdonarles. ¿Y los jueces? ¿Les perdonarán esos mismos que les condenaron? ¿Y las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado que aplacaron a los violentos y que resultaron heridos en aquellos disturbios, les perdonarán? ¿Hasta qué punto estamos dispuestos los españoles a olvidar el daño de quienes quisieron romper España? Veremos el domingo esa respuesta ciudadana.
En todo caso, intuyo que la amnistía ya está pactada y el Gobierno de Sánchez prácticamente asegurado, fraguándose sus ministerios en la sombra. Por mucho que Puigdemont diga que va a consultar a sus bases el bloqueo de la investidura, por mucho que demande ahora mediadores y quiera vetar a Salvador Illa como interlocutor del Gobierno. Por mucho que aumente su lista de exigencias, Puigdemont sabe que le conviene ceder a la pretensión del referéndum de autodeterminación. Más que nada, porque está en juego su propio dinero. El suyo, el de Artur Mas, el de Oriol Junqueras y el de más de 30 ex cargos del Govern. La amnistía que piden ERC y Junts incluiría perdonarles varios millones de euros por la responsabilidad contable del Procés. Un dinero que tendrían que devolver de su patrimonio personal. Solo por ese pequeño gran detalle, si hacemos una porra yo voto que habrá Sánchez para rato, sobre arenas movedizas.
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