Sin Perdón
Garamendi, el bien pagao
«No es rico de cuna y no es empresario, por lo que es lógico que entre todos le ayuden a dorar los blasones familiares»
No hay duda de que Garamendi es un hacha para la pasta. Ha negociado muy bien su sueldo con el presidente de la CEOE. Garamendi le ha dicho a Garamendi que no era bueno tener un contrato de autónomo y que era mejor de alto directivo. Era una situación incómoda, porque ese estatus encajaba mal con su condición de aristócrata consorte. No era fácil explicarlo en las cenas familiares, los cócteles de la alta sociedad o las reuniones nobiliarias. El ser presidente de la CEOE viste mucho, porque le hacía entrar por la puerta grande de Neguri, pero no podía decir que era autónomo. La escena era incómoda, porque el conde de Jorbalán le podía decir: «Antonio, eres autónomo como el fontanero que desatasca las cañerías de mi palacio». Hay aristócratas muy indiscretos. Era espantoso. Me imagino la sorpresa del duque de las Fuentes del Duero o la marquesa de Desmasieres, a pesar de su simpatía por los burgueses enriquecidos con la desamortización y ennoblecidos por los espadones isabelinos. Algunos habían sido administradores de las fincas de la nobleza que venía de los Trastámara. No quedaba bien entre los directivos de las cotizadas, porque ninguno es autónomo.
Me alegro, además, porque se ha subido el sueldo. Ha aprovechado para convertir el variable en fijo y aproximarse a los 400.000 euros. Hay que aclarar que es una cifra anual, aunque no dudo de que sus méritos lo hacen merecedor de que fuera mensual. Hay que reconocer que la venganza de Moncloa ha sido demoledora, porque es una filtración que busca perjudicar su imagen. No entienden que la retribución del primer funcionario de la CEOE tiene que estar a la altura de la clase social a la que ha conseguido, por fin, acceder. Ahora ya puede ingresar en la orden de Calatrava, Santiago, Alcántara o Montesa, aunque creo que merece hacerlo en todas ellas a la vez. A la espera de lograr un título nobiliario que le otorgue nobleza de sangre ahora alcanza la del parné y ya se sabe que «poderoso señor es don Dinero». No entiendo las críticas de los que consideran que no debería cobrar un sueldo. No es rico de cuna y no es empresario, por lo que es lógico que entre todos le ayuden a dorar los blasones familiares.
Francisco Marhuendaes catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)
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