El trípode
Franskentein en Moncloa
Es sabido que Sánchez gusta denominar al Frankenstein que ha instalado en el gobierno de España, destacando de él dos calificativos: «progresista» y «feminista»
Es sabido que Sánchez gusta denominar al Frankenstein que ha instalado en el gobierno de España, destacando de él dos calificativos: «progresista» y «feminista». Si Puigdemont y Otegi son «progresistas» desde luego que el sanchismo lo es y mucho, porque sin sus votos sencillamente dejaría de existir, lo que en todo caso será una bendición para España. Pero nadie en su sano juicio –salvo que esté viviendo a su costa– puede aceptar que un gobierno, que ambos personajes tienen literalmente en sus manos, podría un día ser una realidad instalada en La Moncloa. Eso sin olvidar que calificar como «progresistas» al PNV y a ERC, no deja de ser un tanto innovador. Pero lo sucedido esta semana con Errejón desvela ya la auténtica naturaleza del Frankenstein al tratarse de un puntal de referencia de su condición «feminista». La coalición de Sánchez, tenía en Errejón al portavoz parlamentario de su plurinacional socio Sumar, de su progresista vicepresidenta Yolanda Díaz, lo que hace innecesarios demasiados comentarios para acreditar el verdadero rostro del Frankenstein. La vergüenza es para los españoles que comprueban, un día sí y otro también, que el nombre de España venga asociado a esos personajes en la esfera internacional. Ante el escenario de estar rodeado de Koldo –«ejemplar militante socialista», según Sánchez–; de Ábalos como su mano derecha en la PSOE; sin olvidar a su mujer y su hermano ambos investigados judicialmente, y ahora de su «desconocido» Aldama, ha optado por irse de gira por el mundo. Es la manera de no dar la cara ni ante los medios ajenos a su control ni ante las Cortes. Sus ausencias se cuentan por Sesiones en el Senado y casi de igual forma en el Congreso, lo que es coherente con su afirmación de «gobernar sin el apoyo del legislativo», que «casualmente» es lo propio de una democracia parlamentaria. Se le atribuye al Guerra –no a Alfonso– sino a Rafael, el torero conocido por su ingenio, la frase de que «lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible». Eso se le puede aplicar al sanchismo, ya que de una coalición de «socialistas con separatistas, comunistas, populistas y sucesores de ETA» no podía salir una coalición de gobierno digna de tal nombre, por ser «además imposible». Y aunque él insista en calificarles de progresistas y feministas a todos ellos, es difícil ver en Otegi y Puigdemont a sendos feministas, aunque Errejón se ha destacado especialmente en ese ámbito político. Resulta patético comprobar que en un grupo parlamentario de 121 diputados «socialistas», no hay ninguna voz (ni voto) que se rebele ante semejante situación.
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