Sin Perdón

El fracaso de una querella absurda

«Es bueno recordar algo tan obvio, aunque algunos quieran ignorarlo, como es la separación de poderes y la defensa del Estado de Derecho»

No entiendo la estrategia sanchista contra el juez Peinado, pero no me pasa solo a mí sino a la inmensa mayoría de juristas. No sé si calificarla de pintoresca, excéntrica o estrafalaria, aunque creo que son las tres cosas. La impericia es asombrosa, así como la perseverancia en el fracaso. La Sala de lo Civil y Penal del TSJM ha acordado inadmitir la querella formulada por la abogada del Estado en representación y defensa del presidente del Gobierno contra el juez Peinado. He de reconocer que no entendí que utilizara la abogacía del Estado en una cuestión estrictamente personal que no afecta al cargo que ocupa. Lo normal y lógico es que hubiera acudido a un abogado que no paguemos todos los españoles. Al sanchismo le molesta que se diga, pero es la realidad. Es algo que recoge la propia resolución al calificarla como una decisión extravagante. El magistrado Jesús María Santos va más allá en su voto particular defendiendo la aplicación de una sanción ante una denuncia que considera «de verdadera mala fe», «gratuita», «temeraria» y la expresión de un «ejercicio intolerable, por abusivo, de la acción penal».

Me sorprende que Sánchez no disponga de asesores cualificados que le aconsejen con mayor acierto en este terreno. Es inquietante y lo digo sin ningún atisbo de ironía. En lo que hace referencia a la actuación legislativa del Gobierno he tirado la toalla, pero España tiene grandes abogados que le hubieran disuadido de seguir un camino tan disparatado desde que surgieron los problemas judiciales que afectan a su familia. No entiendo de medicina, pero si tengo un problema buscaré al más cualificado que no siempre es el más famoso y me dejaré llevar con una disciplina espartana. Los magistrados han considerado que se trata de una denuncia especulativa sin ningún fundamento y que citarle como testigo no es un ataque, sino una actuación lógica y razonable en la instrucción. El Auto recuerda que bajo ningún concepto se puede sostener que el Poder Judicial «altere innecesariamente la labor de los demás poderes cuando actúa» y que todo el mundo está sometido a la ley y al Derecho. Es bueno recordar algo tan obvio, aunque algunos quieran ignorarlo, como es la separación de poderes y la defensa del Estado de Derecho.

Francisco Marhuendaes catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)