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El canto del cuco

Final de trayecto

Lo que iba a ser el relanzamiento del sanchismo, en sustitución del PSOE antiguo, ha acabado en fracaso.

Ha sido clamoroso el contraste entre el discurso de clausura de Pedro Sánchez en el Congreso de Sevilla y, casi a la misma hora del domingo, el de su antagonista Alberto Núñez Feijóo en la Intermunicipal de su partido en Valladolid. Parecía que Sánchez se despedía y Feijóo presentaba sus cartas credenciales. El primero desprendía miedo; el otro, confianza. Queda de manifiesto que el actual inquilino de La Moncloa, rodeado de corrupción y acosado por la Justicia y por la crítica, ha perdido la iniciativa política. Lo que iba a ser el relanzamiento del sanchismo, en sustitución del PSOE antiguo, ha acabado en fracaso. Ha habido que acudir, a la desesperada, al manual de resistencia, como último recurso. La corrupción ha impedido la renovación de la organización sanchista para darle un poco de aire y aliviarla de la asfixia que padece.

Es sintomático que los dos principales apoyos personales que le quedan a Pedro Sánchez, aparte de su mujer, Begoña Gómez, vitoreada servilmente por los congresistas, sean María Jesús Montero, «la aspavientos», y Santos Cerdán, el contratista de Koldo, ambos amenazados de cerca por casos de corrupción. A ver cuánto resisten en su puesto la andaluza y el navarro. Sánchez ha tenido que hacer caso esta vez de la máxima ignaciana de no hacer mudanza en tiempos de tribulación. Así que no hay renovación. Muchos piensan que para ese viaje no hacían falta alforjas. El «venezolano» Zapatero fue el encargado de levantar el ánimo del personal. Se convirtió así, ¡válgame Dios!, en la estrella de la reunión.

En el 41º Congreso del PSOE no ha habido tampoco autocrítica. Las concesiones y los acuerdos de Gobierno con comunistas, separatistas y bilduetarras, en contra de la línea roja tradicional del partido, no han merecido una reflexión crítica. Tampoco la errática política exterior con Israel y Palestina, Venezuela, Argentina o el Magreb. Como novedad, en el mensaje final, ha aparecido la vivienda después de tantas promesas incumplidas. Pero lo más penoso del Congreso sevillano ha sido el empeño en culpar a los jueces, a la Prensa crítica y al principal partido de la oposición de todos los males que aquejan al Gobierno. ¡La culpa es de la «fachosfera»!, proclaman. Así ha prendido con fuerza en las redes sociales que, salvo el caso Koldo–Ábalos, los demás asuntos judiciales que acorralan a Sánchez son bulos malintencionados en manos de jueces «fachas». Peligroso argumento. El sanchismo ha entrado en su final de trayecto, y Núñez Feijóo, más aún que Isabel Díaz Ayuso, ha quedado consagrado como su bestia negra e inminente ejecutor.