
La situación
Eso ahora no importa
«‘‘Eso ahora no importa’’ es una fórmula peliculera de establecer que el fin justifica los medios»
No hay constancia de que algún novelista haya tenido la necesaria estatura imaginativa como para crear una historia de ficción en la que el fiscal es el acusado. Se podría considerar que tal cosa es una contradicción en sus términos, dado que la tarea que se reserva a la fiscalía es, precisamente, la de combatir el delito en nombre de los ciudadanos. Un novelista nunca lo hubiera ideado. Pero tampoco los padres de la Constitución, que, en su profunda fe democrática, fueron incapaces de sospechar que un fiscal del Estado pudiera realizar actos que merecieran tal grado de sospecha, que un juez del Tribunal Supremo tuviera que investigarlos.
En estos tiempos asistimos a acontecimientos inverosímiles, como que un imputado sea incapaz de explicar ante un juez en qué consiste su trabajo y en qué lugar ejerce sus funciones. O que una testigo relate en un tribunal la queja que expresó ante su superior jerárquico por filtrar datos privados de un contribuyente, y que ese superior, en un acto de desahogado desplante, responda que «eso ahora no importa».
No se podrá negar que la frase resulta cinematográfica. Es fácil imaginar a quien la pronuncia, dibujando en su rostro el gesto de superioridad y displicencia de Rhett Butler hacia la atormentada Scarlett O’Hara, cuando le espeta eso de que «francamente, querida, me importa un bledo», en «Lo que el viento se llevó».
Y, sin duda, ese arrebato de indiferencia define un modo de actuar que se ha solidificado en los centros de poder del sanchismo: eso ahora no importa, porque de lo que se trata es de resolver el problema de ese minuto concreto. De sus consecuencias ya se ocuparán mañana, descalificando a jueces, periodistas y acusaciones particulares y populares; creando leyes para beneficio de personas concretas; y acusando de fascista a cualquiera que tenga un punto de vista discrepante.
«Eso ahora no importa» es una fórmula peliculera de establecer que el fin justifica los medios, el lema fundacional de un modelo de gobierno que quienes ostentan el poder han conseguido, con gran éxito, convertir en normal… porque eso ahora no importa.
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