Reformas en Cuba
Obama se despide con un golpe bajo a la libertad
La última decisión del todavía presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, por la que se deroga la política de acogida para aquellos cubanos que consiguen poner pie en territorio norteamericano no sólo desnuda en toda su crudeza el hipócrita discurso de la actual Casa Blanca, sino que legitima en toda su extensión la tiranía comunista de los Castro. En efecto, a partir de ahora, y hasta que el nuevo presidente, Donald Trump, le ponga remedio, los cubanos que huyen de la dictadura y consigan pisar suelo estadounidense serán devueltos a las autoridades policíacas de La Habana, con las consecuencias personales que son de temer. De hecho, en lo que va de año, la Guardia Costera americana ha repatriado a más de 170 balseros interceptados en el Estrecho de Florida. La medida de Obama se pliega a las demandas del Gobierno cubano sin reclamar concesión alguna en materia de derechos humanos, como si los que huyen de la isla-cárcel –y los que permanecen retenidos en ella– no fueran de la misma condición que el resto de los seres humanos. Con todo, lo peor de este golpe bajo a la libertad, propinado por quien se declaraba su adalid, es que oculta una mera acción de represalia, una venganza inicua contra la comunidad cubana de Miami, que contribuyó decisivamente al triunfo de Donald Trump en el Estado de Florida. No se espera la indignada protesta de la izquierda.
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