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Deterioro global de la libertad aunque no se quiera escuchar

El Índice, sin duda, es imperfecto, pero ya con una trayectoria de diez años, ofrece una perspectiva tan interesante como alarmante

Benjamin Franklin (1706-1790), uno de los padres fundadores de los Estados Unidos, entre otras muchas cosas, decía que «donde mora la libertad está mi patria». George Orwell, autor de la distopía «1984», «Rebelión en la granja» y «Homenaje a Cataluña», defendía que si la libertad significa algo, significa el derecho a decirle a la gente lo que no quiere oír». El miércoles, el Cato Institute, con sede en Washington, publicó los últimos datos del «Índice de Libertad Humana», que elabora en colaboración con el canadiense Instituto Fraser. El Índice, que cumple sus primeros diez años, describe el estado de la libertad global y en 165 países y se obtiene a partir de 86 indicadores de libertades personales, económicas y civiles que se remontan al año 2000. La conclusión más importante es que el punto álgido de la libertad humana, desde principios de siglo, se registró entre 2005 y 2007, aunque en España sería en 2002. Luego hubo un declive lento tras la Gran Recesión, para acentuarse en 2020 con la pandemia. Hubo una ligera mejoría en 2022, el último año con datos disponibles, pero «en comparación con 2007, la mayoría de los países son menos libres y han perdido una cantidad significativa de libertad económica o personal, o ambas».

Cato Institute y el Instituto Fraser son dos centros liberales y quizá por eso sus conclusiones llamen poco la atención en un mundo y en un país –España– cada vez más alérgico al liberalismo. Los datos, sin embargo, incluso para todos los que no quieren oír, están ahí. El ránking del Índice de Libertad lo encabeza Suiza, seguida de Nueva Zelanda, Dinamarca, Luxemburgo, Irlanda, Finlandia, Suecia, Islandia, Australia y Estonia, por citar los diez primeros puestos. Alemania ocupa el lugar 14, el Reino Unido el 17 y los Estados Unidos, el 18. Para encontrar a Francia hay que bajar hasta el puesto 34, peor que Italia, que está en el 28. España, por su parte, figura en la posición 26, cuatro mejor que en el anterior Índice, pero muy lejos de 2002, cuando se situó en el 17. El peor momento fue en 2020, cuando cayó hasta el puesto 30, sin duda por las restricciones drásticas de la pandemia. El ránking lo cierran Venezuela, Egipto, Sudán, Myanmar, Irán, Yemen y, en último lugar, Siria. El Índice, sin duda, es imperfecto, pero ya con una trayectoria de diez años, ofrece una perspectiva tan interesante como alarmante, porque constata un retroceso global –y también en muchos países– de las libertades, lo que conduce a reflexionar que, ¡ojo! «donde mora la libertad está mi patria», que apuntaba Franklin.