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Sin Perdón

El cutre «Pretty woman» del progresista Ábalos

«Ya que tenía que aguantar el gordo corpachón, decidió que el precio que exigía era, como mínimo, el sueldo de un ministro»

Érase una vez un todopoderoso ministro al que su asesor le mostró el catálogo de putas que llevaba en su móvil. Tras observar sus cuerpos ligeros de ropa se decantó por la voluptuosa Jessica, que luego supo que era una esforzada, suponemos, estudiante de odontología. Y cuando la conoce se siente inspirado por la famosa película «Pretty woman», protagonizada por Julia Roberts como la prostituta Vivian Ward y Richard Gere como el multimillonario Edward Lewis. No sé si sintió una pulsión de amor verdadero o era una de esas pasiones temporales que han caracterizado la azarosa vida sexual del progresista Ábalos. Es cierto que no se parece en nada a Lewis, ya que ni es un apuesto galán de cine ni un millonario. Lo suyo es más de barriga cervecera y gayumbos al estilo Roldán. No hay problema, porque, tras pagar la tarifa, «Jessie» le hizo sentirse como un adonis. El dinero es muy poderoso y el asesor Koldo, experto en prostíbulos, es un magnífico conseguidor. Se puso manos a la obra y organizó un «Pretty woman» versión cutre con Ábalos convertido en un perfecto Torrente y la joven escort de medidas generosas dispuesta a ser mantenida por su rijoso «sugar daddy».

Ya que tenía que aguantar el gordo corpachón y gozar de su exquisita elegancia en gayumbos, decidió que el precio que exigía por ser retirada del mercado era, como mínimo, el sueldo de un ministro. La único que siento es que la escort, convertida en expareja o exnovia por el diario gubernamental y otros pelotas del sanchismo, pueda creer que el nivel de un ministro es su sugar daddy. Koldo se encargó de resolver la intendencia, porque Ábalos, algo que entiendo, no quería compartir piso. Me lo imagino departiendo con otros puteros en el apartamento a la espera de que quedara libre alguna habitación. Por supuesto, Aldama se encargó de financiar un piso cerca del PSOE y la Facultad. El otro problema era cómo financiar los «polvos» ministeriales. Una solución parcial fue colocarla en las empresas públicas Ineco y Tragsatec. Koldo, como buen mamporrero, se encargó de conseguir el efectivo necesario para completar el sueldo de «ministra». El problema es que su panzudo patrocinador se aburrió y acudió al catálogo para encontrar una nueva ilusión.

Francisco Marhuendaes catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)