Andalucía
Todo es rancio
No podía ser de otra manera. Para Podemos no todo es de color, como cantaban Lole y Manuel. Para ellos, todo lo que no esté cerca de sus postulado es rancio y se llega al extremo si un asunto está tocado por la religión. Por ello, la romería del Rocío, y todo lo que es y representa, les da un tufo a rancio total. Siempre repito lo mismo. Según ellos, son la auténtica representación del pueblo español –no sé quién le ha otorgado tan relevante título–. Resulta chocante que de alguna forma expulsen del pueblo español a esas sartas de rancios que durante ocho días van por los caminos de Andalucía para estar con la Señora de las marismas en pentecostés. No sé si será el famoso millón de personas que se concentran en las marismas, pero indudablemente son cientos de miles por devoción, por curiosidad o simplemente porque se lo pasan muy bien, pero allí están todos los años y, con la mejoría económica, creciendo el número de romeros. Siempre laten en este desprecio unas ideas de considerar fuera del auténtico pueblo a determinadas personas, porque por sus actitudes o creencias son prácticamente inservibles para la causa del gran santón del comunismo Lenin. Ya se dio cuenta de que la gente rusa del campo no tenía arreglo y que la nueva religión que tanto entusiasmo ofrecía le resultaba indiferente, por ello fue consciente de que no merecían más que una dictadura salvaje. Pero, eso sí, del pueblo. Algo así digo yo que pasaría por algunas cabezas. Escribo esto mientras estoy a punto de marchar para la ermita. Cuando la virgen esté de nuevo en su casa habré cumplido mi promesa. Rezaré delante de ella. Y cómo no, aprovecharé la tarde para disfrutar de tantos amigos, tomaré copas, bailaré y volveré a sentir después de dos años esa alegría y esas emociones que me embargan en la romería. Como verán, rancio sin posible redención. Estoy por invitar a la tradicional misa de la Guardia Civil de acción de gracias de hoy martes a los que opinan tan a la ligera sobre estas devociones auténticamente populares. O se convencen de su error o, claro, revientan.